“No soy ejemplo de vida, pero tampoco un depravado”: Álamo Pérez Luna, el periodista rockero que desbordó los márgenes de la TV

A mediados de los años 80, cuando el rock en español vivía su auge continental, un grupo peruano tuvo el privilegio de abrir el concierto de Soda Stereo en el Coliseo Amauta. Se llamaba Feiser, y su vocalista, con una presencia escénica singular y un nombre que ya parecía hecho para el espectáculo, era Álamo Pérez Luna.

Así comenzó el joven Pérez Luna a forjar una carrera que, poco después, se cruzaría con otra de sus pasiones: el periodismo. Desde sus primeros años, colaboró en medios como VSD y la revista Sí, donde cultivó un estilo narrativo propio. Al mismo tiempo, componía canciones para Feiser, banda que alcanzó un notable reconocimiento en la escena local con su disco “Momento de acción” (1988). Las letras, cargadas de emoción, reflejaban el legado de su padre, el poeta Edgardo Pérez Luna, y de su madre, la actriz Inés Canales.

En los noventa, cuando los medios se transformaban en un espectáculo, Álamo ya comprendía que no solo se trataba de informar, sino de provocar una reacción en el público. Su debut televisivo fue en La revista dominical de América Televisión, como reportero. Allí, destacó con el reportaje “Por los senderos del rock”, que exploraba la influencia de Sendero Luminoso en bandas musicales subterráneas.

Luego condujo Fuego Cruzado en Frecuencia Latina y, más tarde, en ATV, encabezó una serie de programas que marcaron su carrera: “Vidas extremas”, “Mea Culpa”, “Historias secretas” y “Diez”. En los últimos años, su presencia en televisión fue más esporádica, con intervenciones puntuales en Beto a saber, el programa de Beto Ortiz en Willax TV.

“No soy ejemplo de vida, pero tampoco un depravado”, dijo alguna vez, reflejando cómo su figura osciló entre la provocación y el remordimiento, entre la gloria y la caída. Pérez Luna fue muchas cosas: rockero, animador, productor, entrevistador, panelista de espectáculos, pero sobre todo, fue un personaje de luces y sombras.

Durante la década de 1990, entrevistó a figuras como Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Tras la caída de Fujimori y la revelación de los vladivideos, se le acusó de haber recibido dinero de Montesinos, lo que él siempre negó. Además, a lo largo de su carrera enfrentó denuncias de comportamientos inapropiados hacia mujeres, acusaciones que también negó en varias entrevistas, aunque afectaron su imagen pública.

A pesar de los escándalos, nunca se apartó por completo de los medios, apareciendo en ellos, a veces como panelista y otras como invitado. En mayo de 2024 fue diagnosticado con un tumor maligno en el riñón. Tras meses de tratamiento, la salud del periodista se fue complicando en los meses siguientes hasta su fallecimiento.

Falleció en el Hospital Edgardo Rebagliati, sin escándalos, sin cámaras, sin titulares altisonantes. Tenía 61 años y una vida que no necesita adornos para ser recordada: intensa, desordenada, contradictoria. Como aquellos solos de guitarra que realizaba en su juventud, donde tocaba más rabia que técnica, pero con absoluta honestidad.