Barbie ha envejecido
Barbie ha envejecido
Lizzy Cantú

 

 

La muñeca Barbie sí tiene algo en común contigo y conmigo. No son sus imposibles medidas corporales ni sus caucásicas facciones ni su plástica anatomía ni su sonrisa de juguete. En los últimos años, la que fuera la muñeca favorita del mundo ha recibido todo tipo de críticas: superficial, hueca, boba. Pasó de ser la chica que todas las niñas querían ser a la peor enemiga de nuestro género.

Crecimos y nos dimos cuenta de que era un modelo de belleza irreal, que no promovía nuestro crecimiento ni estaba a la altura de las ambiciones que una niña empoderada, inteligente, segura de sí misma y del siglo XXI debería tener. Es decir, envejeció. Y eso también la hace más parecida a nosotras. Nosotras que un día nos despertamos y descubrimos que ya no somos talla 4 ni 6 sino o-c-h-o. Que empezamos a dejar de arrancarnos las canas una por una, porque la idea tampoco es quedarnos calvas. Que empezamos a tener cada vez más compromisos sociales en hospitales y funerarias.

Y, en eso, la muñeca que parecía tener bótox en los genes, también es humana.  Al cierre de esta edición, recibimos la noticia de que Barbie recibiría el make-over más extremo de su vida: Mattel anunció que lanza una línea de muñecas más diversas, con tallas más reales (petite, curvilínea), tonos de piel con más melanina, cabellos con tantos colores como el arcoíris. De su profesión, su preferencia sexual y sus ambiciones personales aún no recibimos más detalles. Pero esta estrategia es el resultado de un proyecto hasta hoy ultrasecreto del fabricante de juguetes más conocido del mundo.

Durante dos años, un equipo especial de diseñadores, expertos en márketing, mamás, niñas y celebridades como la bailarina clásica afroamericana Misty Copeland trabajaron con una única misión: convertir a Barbie -la chica a la que siempre le pedimos demasiado- en una mujer relevante. Es decir, alguien que -a pesar de sus imperfecciones- importe, que sea un modelo positivo, influyente, que esté en boca de todos por las razones correctas. Relevancia. Y en eso, estarás de acuerdo conmigo, querida lectora, todas quisiéramos parecernos a Barbie.

 

 

 

 

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