Lizzy Cantú: Para Aliza

Aliza adora el chocolate, la princesa Elsa de Frozen y sus clases de ballet. Siempre que le permiten elegir la ropa que va a usar, Aliza elige un pantalón sobre el cual después se pone una falda. Da igual si hace frío o calor o si llevar ambas prendas hace más difícil llegar sin contratiempos al baño.

Cuando Aliza cumpla tres años, ha declarado, a su fiesta vendrán dos de las tortugas Ninja como invitados. Mi sobrina es hija única y desde hace algunos meses va al nido. El otro día, Aliza volvió a casa con un anuncio: “Hay una niña nueva en mi salón. Hoy me pegó”. Fue, por decirlo de algún modo, su primer encuentro con la violencia. No lloró, no le dijo a la maestra, no devolvió el golpe. Su carita, al relatar el episodio, no era de dolor sino de desconcierto.

Un adulto le preguntó si esa niña nueva era su amiguita. Aliza respondió, tras una pausa reflexiva: “Es mi compañera”. Otro más le aconsejó a la pequeña agredida: “La próxima vez que esa compañera te pegue, tú tienes que decirle que las niñas bonitas no pegan”. Aliza -que cuando era bebe no sonreía, pero que siempre ha tenido una mirada profunda- respondió con una lógica tan impecable como implacable: “Los niños tampoco pegan”.

Aliza no sabe que la próxima semana se celebra el Día Internacional de la Mujer, pero para ella las cosas están bien claras: un golpe es un golpe, los niños y las niñas son igualmente responsables de no lastimar a los demás y no todas las niñas tienen que ser amigas.

Los "días-internacionales-de" son un mal necesario, una marca roja en el calendario como antídoto a nuestra falta de voluntad o de memoria. Lo ideal sería que no existieran. Que el respeto, la inclusión y la equidad fueran normales y tan comunes que las marchas queden obsoletas y las consignas no sean urgentes. Pero aún no estamos allí. Creemos que el Día Internacional de la Mujer está hecho para regalar, para felicitar, para celebrar. El verdadero festejo será cuando Aliza no encuentre motivos para recordarlo.