Antonia quiere vestirse igual que sus muñecas. En realidad, igual a una: su única American Girl. No recuerdo si alguna vez les he contado sobre esta línea de juguetes que te vende la fantasía de tener una réplica tuya de plástico con peluca. La idea es que la muñeca sea lo más parecida a la niña para que ambas se puedan vestir igualitas. En Lima no la venden, la tienes que buscar fuera o, si tienes suerte, una tía generosa te hace el favor de traerla (como en el caso de Antonia, mi hija).
Aquí solo encuentras un par de tiendas que venden los artículos complementarios a la muñeca. Como Antonia había salido bien en sus notas del colegio, decidí ir a buscar una ropita nueva para su muñeca. No encontramos nada en las referencias que nos dieron, pero la astuta vendedora de una de las tiendas que visitamos le abrió a mi hija una puerta desconocida: resulta que hay una tienda en Lima donde consigues ropa idéntica para las niñas y sus muñecas. No saben el nivel de emoción reflejado en los ojos de Antonia cuando entramos a la tienda y vio la ropa para ella y la ropa para la muñeca, la misma cosa a escala “Querida encogí a los Niños”. Claramente, niña y muñeca salieron vestidas igual de aquel lugar.
Cuando Horacio (10 años) vio a su hermana, le dijo, algo insensible: “¿Qué es eso? ¿Qué clase de persona quiere vestirse igual que su muñeca?” Entonces tuve que intervenir porque sus cuestionamientos llevaron a Antonia a la misma conclusión: “Sí, pues. No tiene sentido”, dijo y luego pasó de inmediato al llanto.
Entonces, les conté a ambos sobre la cantidad de mamás que gustan vestir a sus hijas como ellas, que es divertido, además de tierno, que ayuda a que la relación entre madre e hija sea más unida; que es tan común que muchas marcas de adultos tienen sus propias líneas para niñas, por lo tanto la idea de que Antonia quiera vivir esa fantasía no era tan descabellada.
Llegamos a casa y más tranquila, Antonia le cortó el pelo a la muñeca para que quedara del tamaño del suyo y me pidió que por favor le ayudara a cambiarle el peinado porque ella no lleva cerquillo.
Quedó feliz. Le tomé una foto totalmente enternecida al verla sentirse increíblemente plena con su hija en brazos, vestida igual que ella.
Yo solo me he vestido igual que mi hija una vez. El año pasado durante Halloween, salí improvisada a comprarle un disfraz y yo terminé, sin porponérmelo, disfrazándome de la madre del personaje que elegí para ella. Me sentí feliz, así haya sido una coincidencia. Tanto que lo pienso ahora y quizá hasta me anime de nuevo.