Verónica Linares: "Audiciones para el cole"
Verónica Linares: "Audiciones para el cole"
Verónica Linares

La noche anterior al día del examen casi no pude dormir. Abría los ojos cada hora porque temía no escuchar el despertador. En la mañana ni se me ocurrió tomar desayuno porque mi panza vacía estaba revuelta. Camino a la universidad mi mamá me preguntó cómo me sentía y yo le mentí diciendo que tranquila. En realidad no sentía la mitad del cuerpo. 

En la cola para entrar al salón nos advirtieron que una vez dentro nadie podría salir, así que preferí ir al baño aún sin tener ganas. Cuando salí del cubículo encontré a un chico miccionando en el urinario que antes nunca vi. Él volteó -sin dejar de hacer lo que estaba haciendo- y al mirarnos a los ojos ambos dijimos al unísono “hola” y después me fui. El día del examen de ingreso a la universidad estaba tan nerviosa que sin darme cuenta, me metí al baño de hombres. Esta semana tuve un dejavu.

Entrar a la universidad era complicado en los años 90, pero creo que ahora con la gran oferta es más sencillo.  Pareciera que esa dificultad se ha trasladado en cambio a los colegios. Ya me habían advertido de la locura que significaba acceder a una vacante con tres años de anticipación. Increíble. Quienes tienen un hijo nacido entre el 1 de abril del 2013 y el 31 de marzo del 2014 saben a qué me refiero. Estamos actuando hoy para el 2018. 

Luego de haber hecho mi tarea desde setiembre del año pasado y ver -según el bolsillo y la metodología de enseñanza- cuál es la mejor opción nos quedamos con tres alternativas. El día que debía enviar la solicitud, pedí permiso a mi jefe para ausentarme -según yo- por unos minutos del programa. Debía inscribir a Fabio en la página web de uno de los colegios que habíamos elegido. El proceso de admisión empezaba justo ese día y a esa hora. 

Me fui a un costado del estudio, las manos me sudaban. Estaba ansiosa, comencé a sentir que se me abría un hueco en el estómago y entonces me obligué a respirar. Me decía  a mí misma: “Tranquila, ya no tienes dieciséis años, eres una adulta que sabe lo que quiere. Eres una madre responsable que está preparada para esto. Además, es solo un formulario, ¡por Dios!”. 

Entonces comencé a llenar cada casillero con calma. Por teléfono coordinaba con el papá de Fabio para no errar en ningún dato. Pero aun así el lado derecho de mi cuello comenzó a ponerse duro, la tensión llegaba hasta el omóplato y cuando le di click a “Enviar solicitud” apareció una ventana que decía: “La edad de su hijo no corresponde a la fecha de ingreso”. 

Creo que mi corazón se paralizó. ¿Qué hice mal? Miraba mil veces la fecha de nacimiento de mi hijo. Pulsé Enter cien veces y las cien veces las rechazó. ¿Por qué no entra? ¿Se habrán equivocado, no actualizaron su página? o ¿Será un primer filtro? ¿Es mi máquina, acaso un virus?

La invitada que había entrevistado Federico se acercó a saludarme. No recuerdo ni qué conversamos, solo quería que mi documento pase. Cuando empezó el bloque de espectáculos regresé a mi lugar para pedirle ayuda a Federico. Mandé un correo, llamaba al colegio y nada. Cambié de laptop y empecé de nuevo hasta que pasó la solicitud. Casi grito de la emoción. Una emoción inútil considerando que aún falta que revisen los papeles, que nos entrevisten y de ahí esperar una respuesta hasta julio. Y este no es el ingreso más difícil. Hay colegios que ni siquiera te avisan cuándo se abrirán las inscripciones, entonces tienes que estar revisando su web todos los malditos días. Otros que no permiten visitas y algunos te piden títulos universitarios, certificados de colegios, cuentas bancarias y te investigan en Infocorp. 

Cuando postulé a la universidad se trataba solo de mí, pero esta vez está de por medio la persona a la que más amo en el mundo. Sin embargo he decidido no estresarme.

Acá no importa cuánto hayas estudiado, que no hayas pisado la playa todo el verano preparándote para el día del examen. En este caso los nervios no podrán traicionarme porque no depende de mi esfuerzo lograr una vacante.  Tú no decides en qué colegio te gustaría que tu hijo estudie, ellos te eligen a ti. Parece que fuera como  un juego de azar, así que apostaré a varios números para ver cuál me liga. Cumpliré con los plazos y requisitos y esperaré con calma.

 

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