Verónica Linares: "¿A las bonitas se les perdona todo?"
Verónica Linares: "¿A las bonitas se les perdona todo?"

Ya no estaba con nosotros la niñera que cuidó a Fabio durante años y hace dos lunes fue el primer día que debía dejarlo para irme a trabajar al programa de la noche. Me preocupaba que al despedirme regresara la etapa del temor que mamá no vuelva. Y eso fue exactamente lo que ocurrió, nada logró contener su llanto y angustia al escuchar que me iba a alistar para ir a trabajar.

Le explicaba que me iría en un ratito y que –como siempre– volvería. Pero parece que esta última palabra le entraba por un oído y le salía por el otro en menos de un segundo. Con mucha pena lo dejé llorando. 

Ya en camino al canal mi suegra me mandó un whats app con imágenes de Fabio riendo y jugando. «Ya está bien», decía el mensaje tranquilizador. Respiré aliviada y me concentré en la ruta que tomaría para llegar al canal. Este episodio me retrasó unos minutos y llegué al programa con las justas, cuando los entrevistados ya estaban ubicados. Saludé a todos a la volada, me senté apurada en la mesa de conducción y mientras me ponía el micrófono pechero y el audífono, mi compañero me recordó que estábamos apoyando la campaña de lucha contra el cáncer de mama y que no olvidara colocarme el lazo rosado en el pecho. Como la música de presentación del programa ya estaba al aire no me importó dañar la blusa con el imperdible. En ese momento un invitado le dice al otro: «A ella le queda mejor el lacito, ¿no?». Lo hizo un poco en voz alta y un poco en voz baja para que yo lo escuche. 

Se estaba refiriendo a mi busto y eso me sorprendió porque no es una persona con la que tenga mucha confianza. Cuando empezó el programa le hice saber mi desacuerdo con su comentario y a la hora de presentarlo antepuse a su nombre el calificativo de ‘locuaz’. Todos sonreímos y para mí con eso se había acabado el tema.

No soy de las mujeres que rechaza las bromas de connotación sexual. Al contrario, me divierte hacer chistes de doble sentido e incluso hasta ser la protagonista de algunos de ellos. Tengo harta correa, pero siempre con mis amigos y eso fue lo extraño en este caso. 

En diecisiete años de carrera he entrevistado a este político muchas veces y nunca hemos ido más allá del tema que nos convocaba. Quizá intercambiamos algún chisme político y punto. Es más, yo creía que él era alguien muy despistado, interesado solo en su rollo político y que tal vez ni sabía mi nombre, pues siempre que le hacía preguntas durante el programa él prefería responder mirando a mi compañero. 

Nunca había tomado a mal ese detalle porque imaginaba que sucedía lo mismo que en el programa matutino, donde la imagen de mi colega de al lado –con más experiencia que la mía– es más fuerte y jala la vista de algunos entrevistados. Pero luego de ese comentario sexista, me parece que no paso tan desapercibida ante sus ojos. 

Ese día el programa estuvo tranquilo, pues los entrevistados tienen posturas similares, en general. Pero faltando unos segundos para el final discrepamos sobre un tema y como no había tiempo para polemizar, quedamos en hacerlo más adelante. 

Al terminar el programa, él siguió defendiendo su punto de vista –sin mirarme a la cara– haciendo contacto visual con los demás. Incluso le reclamó –supuestamente en broma– a mi compañero mi comentario. Le respondí que nadie me dice lo que tengo que decir y que lo sentía, pero mi postura sobre su agrupación política no cambiaría.

Lo que más me molestaba de todo es que mientras hablaba, seguía caminando y yo lo perseguía para responderle. Si le interesara mi posición y deseaba despejarme dudas, pudo haberse detenido, mirarme a la cara y exponer sus motivos con calma. Pero prefirió utilizar la frase preferida de los machistas que se quedan sin argumentos cuando debaten con una mujer. Tomó del hombro a mi compañero –lo encontró en el pasadizo– y le dijo: «Bueno, hermano, a las bonitas se les perdona todo». 

Demostró así su intolerancia y verdadera actitud hacia las mujeres. Un personaje que actúa así, deja ver que todo su rollo de la alternancia de género, de la defensa a los derechos de la mujer en casos de aborto por violación son solos palabras para la tribuna. Un político más que quiere hacernos creer que busca llegar al poder por el bienestar del Perú. Y que está dispuesto a ‘perdonar’ a las mujeres que no opinan como él en lugar de debatir con ellas.

 

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