El centro histórico de Florencia fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1982. (Foto: Shutterstock)
El centro histórico de Florencia fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1982. (Foto: Shutterstock)

El Comercio/ La Nación

El lado B del turismo no solo se refleja en filas demasiado largas para entrar a las atracciones principales. Las ciudades más turísticas del mundo, especialmente las milenarias, temen sobre el impacto que generan los viajeros en su patrimonio. Por eso, el alcalde de Florencia tomó una medida un tanto controvertida.

Preocupado por los turistas que "tratan a las iglesias como si fueran restaurantes", Dario Nardella tiene como enemigos principales a los que se sientan a hacer picnic en los edificios históricos y los ensucian. Razón por la cual esta semana empezaron a echar agua y jabón justo a la hora del almuerzo en las escalinatas de las iglesias más importantes.

Sin previo aviso, quienes estaban sentados tuvieron que salir corriendo. Para Nardella, que explicó su posición en ToscanaTV, se trata de una medida gentil, un experimento más leve que cobrar multas a quienes comen en lugares inapropiados. “Si vas a comprar un sándwich, no lo comas durante el paseo por el centro histórico, así puedes absorber bien la belleza de Florencia”, comentó el alcalde en televisión.

Algunos de los puntos en los que se ha implementado la medida son la basílica de la Santa Croce, la iglesia del Santo Spirito, la Plaza del Duomo, la plaza de Santa María Novella, el Palacio Vecchio y la catedral de Santa María del Fiore.

Si van a Florencia y se les antoja comer apostados en alguno de los lugares mencionados, ya saben lo que les puede pasar.

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