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La familia que recorrió el mundo para mejorar la educación - 6
Redacción EC

Miguel Ángel Farfán

“Te invitamos a un viaje. Un viaje geográfico, con nuestras bicis plegables, dos remolques y una bebé de dos años, en el que vamos a recorrer y filmar escuelas donde el aprendizaje es juego, emoción, descubrimiento, placer”. Así empezó todo. Era enero del 2014 y los esposos Diana de Horna y Diego Gutiérrez se lanzaban al mundo sobre ruedas junto a Jara, su hija de dos años. El destino era un objetivo: conocer las escuelas en las que la creatividad y la pasión fueran las principales lecciones. Desechar la educación tradicional. Pedalear. Hablar con maestros. Hospedarse en casas de amigos. Y filmar todo para luego armar un documental. También registrar cada detalle —la ruta, el crecimiento de Jara, los acontecimientos en las pistas, los amigos, las reflexiones, en fin, lo que regalan los viajes— en el blog . Ella era psicóloga social. Él, ingeniero aeronáutico. Estaban preocupados por cómo sería educada su hija y entonces —dicen que fue una noche cuando la epifanía apareció— dejaron su casa de Tenerife (aunque son de Madrid), se echaron las mochilas a las espaldas, cogieron las bicicletas con las que paseaban en su barrio y se entregaron a la aventura.

 En un año pasaron muchas cosas. Jara creció y empezó a caminar con soltura (es una bonita metáfora eso de que empezara a caminar, a recorrer el mundo). Estuvieron en 5 ciudades de Estados Unidos (Nueva York, Boston, San Francisco, Los Ángeles y San Diego), muchas zonas de Alemania, Dinamarca, Francia, Holanda y Suecia y casi toda España. En total: 36 mil kilómetros de viaje en avión, tren, auto, camión y bicicleta (en España, dónde sólo usaron en su mayoría las dos ruedas como transporte, pedalearon mil kilómetros). Para tener donde hospedarse, se unieron a la red de cicloturistas . Así conseguían casas de esos socios de las pistas. Muchas veces, además, esos mismos viajeros en bici los seguían. Cuando no había nadie de la red en un lugar, posteaban en su blog el destino y le pedían a uno de sus seguidores un albergue. Siempre lo conseguían.

 El recorrido de Jara, Diana y Diego terminó hace poco más de un mes. El año sabático que pidieron en sus trabajos concluyó, pero ellos dicen que el viaje sigue: están abocados a la que rodaron en todo el viaje. Ya no son los mismos, dicen. Ahora saben que ir por el mundo hizo que ellos reafirmaran sus ilusiones: van a trabajar por la educación en su comunidad. Conocer nuevos lugares expande la mente. Transforma y hasta puede, como en este caso, hacer que te encuentres con tu objetivo de vida. Un viaje puede cambiar tu vida, pero depende de la actitud con que lo hagas. Se puede simplemente ir de un lugar a otro, contemplar paisajes, ir de hotel en hotel, o se puede convivir con otras personas, mezclarte con gentes de otros lugares y de diferentes lenguas, escucharles, acercarte a sus vidas cotidianas”, dice Diana a ¡Vamos! desde España, por mail. Ahora ella junto a Diego trabajan en su comunidad y suelen ir a universidades y colegios para seguir investigando o para dar charlas. Claro, también siguen con su blog. Dedican todo eso a quienes buscan su lugar en el mundo. A ti: “Para ti que nos lees, con el deseo de que tus sueños, cualquier día, cualquier noche, te alcancen”.

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