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la habana
Jorge Chávez Noriega

Dos años después de la muerte de Fidel Castro, pocas cosas han cambiado en . Ni bien uno aterriza en el aeropuerto José Martí de La Habana, el espíritu de la revolución se percibe omnipresente. Los trabajadores de migraciones visten uniforme militar y el control de la Aduana es sumamente riguroso. Cuando salimos del terminal aéreo, en dirección al corazón de la ciudad, el caluroso clima tropical nos hace sudar. Un paisaje bucólico nos da la bienvenida, pero pronto aparecen los conjuntos habitacionales, en los que se aprecian inmensos carteles con propaganda del gobierno. “Seguiremos unidos y combativos” es una de las frases que se lee.

Nuestra primera parada es La Habana Vieja, la zona más antigua de la capital cubana. Aquí destacan sus iglesias, fortalezas y edificios históricos que proyectan una mezcla de estilos arquitectónicos: desde construcciones coloniales hasta neoclásicas. Caminar por estas calles es dejarse envolver por el son de las orquestas que tocan en los bares y restaurantes. En Cuba, la música no solo es ritmo y melodías. Es una guía y compañera de viaje.

La Plaza Vieja y la Plaza de San Francisco de Asís, así como la Catedral de La Habana, el Museo del Ron y el Museo de Arte colonial son lugares de visita obligatoria. Para culminar el día, una buena idea es ir al bar-restaurante La Floridita, ubicado en la calle Obispo (famosa por sus distintos comercios), donde se prepara el mejor daiquirí de la ciudad. Unas calles más allá, en Empedrado, se encuentra La Bodeguita del Medio, por donde han pasado numerosos visitantes, desde escritores hasta políticos, en busca de su trago estrella: el mojito. Ernest Hemingway instauró el ritual: “Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en El Floridita”.

Viaje en el tiempo​
En enero de 1959, la Plaza de la Revolución fue el escenario de los festejos de la insurrección liderada por Fidel Castro. Ubicada en la intersección de las avenidas Paseo y Rancho Boyeros, es una de las plazas más grandes del mundo con 72 mil metros cuadrados. Para llegar a este lugar, se puede tomar la línea P11 del Metro Bus desde el centro de La Habana, o ir en taxi por 10 CUC (peso cubano convertible).

El trayecto no toma más de quince minutos. En el centro de la plaza se erige el Monumento a José Martí, esculpido por el artista Juan José Sire. En uno de los frentes está el Ministerio del Interior con la conocida imagen del Che Guevara, diseñada en relieve escultórico y, en otro edificio, asoma un retrato de las mismas características del revolucionario cubano Camilo Cienfuegos.

De regreso podemos recorrer La Habana Centro. Un buen punto de inicio es el Capitolio Nacional, una majestuosa edificación ubicada en el Paseo del Prado. Esta importante arteria, que desemboca en el malecón de la ciudad, cuenta con una preciosa alameda con árboles y bancos de mármol, diseñada por el paisajista francés Jean-Claude Nicolas Forestier. En el camino nos toparemos con el Parque Central, el Museo de Bellas Artes y el Gran Teatro de La Habana.

Luego de casi un kilómetro de recorrido, el mar caribeño aparece ante nuestros ojos. En Cuba, el sol se oculta después de las 19 horas, por lo que ese momento resulta ideal para pasear por el malecón, deslumbrarnos con los colores del cielo y disfrutar de la inmejorable vista que nos ofrece la bahía.

Una mirada distinta
Una forma alternativa de conocer La Habana es en bicicleta. Hay tours que ofertan este servicio y que, en algunos casos, incluyen paradas gastronómicas en mercados y puestos de frutas y verduras. Existen diversas rutas: para ciclistas principiantes y experimentados. La cultura vial de los habaneros permite realizar los circuitos sin sobresaltos. Si se cuenta con buen estado físico, uno de los mejores trayectos es el que nos lleva desde el centro hacia Miramar (de aproximadamente 9 kilómetros), una de las principales zonas residenciales.

Décadas atrás, Miramar era el barrio preferido de la clase alta cubana. Aún se mantienen en pie las mansiones de la época, pero hoy, en su mayoría, son sedes de oficinas gubernamentales y embajadas. Al estar frente al litoral, se acondicionaron numerosos balnearios y se construyeron clubes de yates y clubes sociales. Su calle más transitada es la Quinta Avenida, con igual nombre que la de Nueva York, considerada por muchos la calle más bella de toda Cuba.

Para despedirnos de La Habana, nunca está demás una noche de diversión. En Miramar se encuentran algunos de los centros de entretenimiento más populares de la ciudad, como La Casa de la Música y Fantasy Club. Por unanimidad, la salsa y reggaetón son los géneros favoritos de cubanos y extranjeros. Los locales cierran al promediar las tres de la mañana, pero la fiesta promete continuar, la próxima vez que regresemos.

Guía del viajero
-Los ciudadanos peruanos deberán solicitar una visa de turismo en el consulado de Cuba en Lima. El trámite es bastante sencillo.
-Para los extranjeros, la moneda que se usa en Cuba son los CUC. Un peso cubano equivale lo mismo que un dólar, pero cobran un impuesto de 10% por el cambio.
-En las calles solo hay acceso a Internet a través de puntos de wifi, en ciertas plazas y parques.
-El vuelo de Lima a La Habana, casi siempre con escala en Panamá, toma cinco horas aproximadamente.
-En cuanto al hospedaje, una buena alternativa es quedarse en una casa particular, pues el precio es más económico. Eso sí, hay opciones para todos los gustos.
-Para el tour en bicicleta, esta es una buena opción ->

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