MDN
De Nasca a Ayacucho: la ruta por donde el cóndor pasa - 2
Redacción EC

Este viaje debe hacerse por carretera. Se parte del km 450 de la Panamericana Sur, en , y se toma el tramo inicial de la carretera Interoceánica, con rumbo a Puquio. A 75 kilómetros, aparece Cerro Blanco, una duna gigante que alcanza los 2.080 metros de altura. Se puede ascender por el lomo, como un trekking sobre arena fina, o practicar sandboarding. Luego sube por la zigzagueante ‘Cuesta del borracho’, pero cuidado, los mareos son usuales por las curvas pronunciadas y el cambio abrupto de altura.

Como premio al esfuerzo, llegarás a la Reserva Nacional Pampa Galeras Bárbara D’Achille. La vista se pierde a través de ese pastizal enorme (6.500 hectáreas), donde habitan hermosas vicuñas. Luego se llega al distrito de Puquio, capital de Lucanas, conocido por sus quesos y sus lagunas (Yaurihuiri y Tahuaccocha). Si bien hay rutas de trekking hacia las cataratas de Puzapaccha, lo mejor es seguir el viaje hacia Andamarca, en el norte. Esa es la cuna de los danzantes de tijeras.

El vuelo magistral

Al día siguiente hay que partir muy temprano, enrumbar por el desvío a Chipao y trece kilómetros después se llega al mirador del cañón de Mayobamba. Los cóndores descienden desde sus nidos ubicados en el cerro Cóndorsencca a 3.800 m.s.n.m. La experiencia es completa si se cuenta con la compañía de Nimer Neyra, oriundo de Chipao y promotor de las visitas a esta zona. Él explica las costumbres de esas aves y, en días de suerte, se puede ver hasta 50 especímenes sobre el cielo.

La Ruta del Cóndor es parte de un esfuerzo para hacer sostenible el cuidado de este animal, categorizado como en peligro de extinción. Según datos del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), hay menos de 2.500 cóndores en el país y se calcula que su población se reduciría un 20% dentro de 50 años. Por eso, Neyra espera que el proyecto sea respaldado por los habitantes del Valle del Sondondo.

De retorno por la costa

De regreso a Nasca, nos espera la Reserva Nacional San Fernando. Lo mejor es coordinar previamente la visita con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) para no perderse dentro del desierto. Son dos horas de trayecto y lo mejor es empezarlo a las 5 de la mañana para así llegar a los dormideros, unas estructuras rocosas que los cóndores eligen para descansar.

De agosto a setiembre hay cóndores residentes. David Riveros, guardaparque de la zona, dice que se encuentran por lo menos 24 aves que se alimentan de las placentas y de algunos lobos marinos muertos. Muchas de ellas transitan por la geografía marina e incluso sobrevuelan por encima de los visitantes, en un espectáculo único e inolvidable.

Con información de Alexa Vélez / AmbientTV

 

Contenido Sugerido

Contenido GEC