5 diferencias entre atravesar los veinte y los treinta
5 diferencias entre atravesar los veinte y los treinta

Cruzar la barrera de los treinta, lejos de indicar que tenemos que empezar una familia y cuidar de otros, es una especie de certificación de que ya nos conocemos mejor a nosotras mismas y de que tenemos algo de experiencia en la vida adulta. Nuestros veinte han sido la mejor (y más divertida) escuela donde comprobamos personalmente tantas advertencias y consejos que nos dieron en la adolescencia. 

Más allá de que cada quien madura a su ritmo, existen ciertas situaciones que se repiten casi en todas nosotras. Diferencias cotidianas entre nuestra vida a los veinte y nuestra vida a los treinta. Y que probablemente nuestro cuerpo no nos permitirá negar.

1) Cambio en el tocador: El tocador de una chica de veinte está lleno de bases para matizar el brillo del rostro, correctores para esconder barritos y cremas para el cuerpo cuyo única diferencia entre ellas son los aromas: vainilla, coco, sandía, limón y cualquier otra fruta que diga la temporada.Pero al acercarse los treinta, otros frascos empiezan a invadir ese espacio. Quizás la crema antiarrugas que te regaló tu mamá sea el primero en llegar. "Es sólo para prevenir", te ha dicho muy sutil ella. Semanas después, tendrás cremas de noche, ampollas para el contorno de los ojos y aceites efecto lifting facial. A los treinta ya sabrás que es lifting facial.

2) Noches de fiesta: A los veinte esperamos con ansias el fin de semana para salir con nuestras amigas, amanecernos bailando y retarnos a tomar shots de tequila. A veces hasta dormimos todas en casa de una y al día siguiente nos levantamos a preparar el desayuno entre risas y chismes de la noche. A los treinta ir de fiesta significa ponerse tacos, gastar dinero en tragos y estar en un sitio con gente codeándonos y música a todo volumen. ¡Qué pereza!. A los treinta ya no se puede salir de fiesta sin pensar el la resaca de la mañana siguiente.  La inevitable resaca del día siguiente.

3) Peleas con el novio: Una maravilla de llegar a los treinta es que tienes menos tiempo para dramas innecesarios. Pensar en formas de ascender en tu trabajo, ahorrar para el viaje soñado o reunir la inicial de tu departamento reemplazan ese espacio en tu cabeza que durante tus veinte quizás dedicabas a revisar el Facebook de tu novio, ver cómo lo saluda su mejor amiga o llamarlo para comprobar que está jugando futbol con los chicos de la oficina. Cumple treinte y dile adiós a la drama queen que vive en ti. En serio, por favor, dejala ir.

4) Dinero: A los veinte estamos tan emocionadas con nuestros primeros sueldos que ni bien llega fin de mes, corremos a nuestra tienda favorita. Nos sentimos tan poderosas con nuestras bolsas en los brazos. Pero a los treinta queremos matar a nuestra versión veinteañera por haber malgastado nuestra plata. Empezamos a pensar a futuro o al menos a procurar no desaparecer lo que nos costó ganar durante un mes en un solo día.

5) Ejercicios: Durante tus veinte cada vez que te inscribías al gimnasio lo hacías pensando en el bikini nuevo que querías comprar para el verano. A los treinta, finalmente, te importa menos lo que digan los demás y empiezas a hacer más y más cosas solo por ti. Ahora ya no te ejercitas por, o solo por, lucir bien sino más bien para sentirte bien. Quieres dejar las calorías en el gimnasio, pero sobre todo el estrés y las preocupaciones diarias. 

Sin importar que década estés atravesando, no olvides disfrutarla. Con lo bueno y lo malo porque no se repetirá. Aprovecha tus veinte y no le temas a tus treinta.

"Los treinta son cuesta arriba. Te elevan, te desafían y al final del día te llevan a un mejor lugar.  Dejarás de pelear con tus padres y empezarás a quererlos con la misma prisa con la que ellos envejecerán. Entenderás que lo que te pasó en el colegio no es excusa ni explicación de nada. Quedarán atrás los dramas y los chismecitos en los pasillos porque estarás demasiado ocupada rompiéndola en tu trabajo. Vas a pagar todas tus cuentas sin ayuda de nadie y descubrirás que eso te llena de un placer que no conocías. Aprenderás que ya no tienes edad para contestarle a tu jefe con frases que empiezan con “Es que”. Cuando te topes con un asunto difícil y voltees alrededor descubrirás que te toca resolverlo sola, porque eres la experta, la jefa, la responsable, la adulta a cargo", resumió nuestra editora en su carta hace unos meses en Viú.

En conclusión: valora tu edad y aprende a aprovecharla.