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Full inspiración: 11 peruanas que rompieron los moldes - 8

Académicas, emprendedoras, artistas o tecnólogas. Cada vez más peruanas conquistan nuevos espacios y asumen roles. Son mujeres de diferentes generaciones que trabajan duro y parejo para concretar sus sueños sin importar la edad, el qué dirán o lo socialmente permitido.

Rosario Beingolea, profesora de danza clásica en la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP; María Magdalena de Molfino y María Delfina Álvarez-Calderón, historiadora, superan las siete décadas de vida  y demuestran que el ímpetu y las ganas de vivir no envejecen.

Desde el trabajo social, Sara Castro, directora de Payasos en Emergencia, y Bertha Smith, presidenta de la Asociación de Voluntariado del Instituto Nacional de Salud del Niño, demuestran que la tenacidad, el temple y la capacidad de organización son valores claves cuando de ayudar al prójimo se trata. 

Hay quienes contribuyen con una nueva visión de belleza femenina. María Inés Escalante, creadora de Sephia; Gloria Castillo, modelo plus size, y Susan Prieto, cantante, encontraron el camino para brillar en sus carreras y apoyar a otras mujeres que sufren la presión por bajar de peso y ser una persona distinta.

En la ruta de derribar estereotipos, Makita Berríos, bailarina de dancehall; Grace Hemmerde, corredora de karts y estudiante universitaria, y Lucy Weird, gamer influencer, son parte de una juventud femenina ávida por extender las fronteras de os roles femeninos. ¿Quieres saber más de ellas? Sigue leyendo o mira esta fotogalería.

Rosario Beingolea (77)
Es profesora de danza clásica en la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP. Desde que se puso de puntillas por primera vez, no ha dejado de bailar. El ballet ha sido el eje de su vida. Aun así, para la ex primera bailarina, el retiro no fue doloroso. «Creo que en la vida hay ciclos. Además, sigo practicando ballet en mis clases. No he dejado de moverme», dice Rosario. Ahora, a sus 63 años, la profesora de ballet disfruta viendo el progreso de sus alumnas. Acompañarlas en cada giro y movimiento es su manera de seguir bailando.

María Magdalena de Molfino (92)
Es una señora de 92 años a la que le gusta tanto tejer mantitas a crochet como hacer abdominales en el gimnasio. Manena, como la llaman desde niña, empezó a entrenar a los 75 años de edad, cuando quedó viuda. La rutina diaria de pesas, caminatas y flexiones ha fortalecido su cuerpo pero, sobre todo, su estado de ánimo. Por eso, uno de sus instructores le ha pedido que no falte a sus clases: Manena es el incentivo de las más jóvenes. Aunque ya no aumenta el peso de sus mancuernas y se agarra siempre de la varanda al bajar las escaleras, Manena vive sin miedo. Se denomina a sí misma, entre risas, «una mujer de la cuarta edad». Una señora que aprovecha sus visitas al gimnasio para ejercitar también el buen humor. «A veces las viejas hablamos solo de dolores y enfermedades. Yo no. A mí no me duele nada», dice Manena.

María Delfina Álvarez-Calderón, historiadora
Ingresó a la PUCP a los setenta años. Desde niña supo que quería ser historiadora, pero le tocó crecer en una sociedad convencida de que el lugar de la mujer no estaba en las aulas sino en su casa. María Delfina, sin resentirse ni desanimarse, construyó contenta un hogar. Pero eso sí: nadie pudo alejarla de los libros ni los resaltadores con los que hasta ahora se amanece marcando historias. «Gracias a mis investigaciones puedo tener mi propia vida. Sin depender de que los demás vengan a visitarme o me lleven a pasear a la calle», dice María Delfina, una mujer de 83 años con muchas ganas de seguir aprendiendo. Ha escrito el libro “El saqueo olvidado”, sobre el asalto a la casa de Augusto B. Leguía, y “La revolución que sacudió al Perú”, en co-autoría con su primo Enrique Álvarez-Calderón, sobre el golpe del general Juan Velasco. Actualmente trabaja en la historia de un minero peruano del siglo XX.


Makita Berríos, bailarina de Dancehall:
“Me interesé por esta cultura porque no tiene estereotipos. En Jamaica, cuna del dancehall, las chicas bailan como mejor se sienten, no importa su vestimenta ni sus medidas. Lo que vale es pasarla bien”, comenta. LLeva ocho años de carrera y divide su tiempo en terminar su carrera universitaria –estudia ciencias de la comunicación–, dictar clases en la Escuela D1 y en Freestyle Dance. En mayo viajará a Colombia para dictar clases en el Primer Campamento de Dance- hall Latinoamericano. 

Grace Hemmerde (22), corredora de karts:
Fue solo hace tres años, cuando, por primera vez, se animó a subir a un kart. Rápido cogió confianza y destreza, y ya en el 2015, solo un año después, ingresó de lleno al mundo del kartismo. Por ese entonces, Grace ganó en el X30 Challenge Perú, en la categoría senior B. Y aunque este deporte está liderado por hombres, ella nunca ha sentido inseguridades o discri minaciones. “Cuando le ganaba a un chico escuchaba decir por ahí, cómo van a dejar que una chica nos gane, pero sé que todo era broma. No me siento incómoda ni diferente”, cuenta. Cuando la corredora se pone el casco y quema llantas sobre la pista, sabe (y siente) que aquí hombres y mujeres son iguales. Por estos días, se prepara para el Campeonato X30 Challenge, alternando este entrenamiento con sus estudios de márketing en la Universidad de Lima. 

Lucy Weird, gamer influencer: 
Para Lucía Ruiz, el calificativo de “rara” solo la inspiró a encontrar la segunda palabra que completaría su nickname, Lucy Weird; como la conocen sus casi 19.614 seguidores en Twitch, servicio de streaming especializado en videojuegos. Aquí, Lucy se conecta todas las noches para compartir las estrategias de juego de Hearth Stone, World of Warcraft, Dota, entre otros juegos. En el 2016, integró la delegación peruana en la Copa Mundial de Overwatch, una de las competencias más influyentes de e-sports. “Nunca me ha parecido extraño que a las mujeres nos gusten los videojuegos, no considero que los objetos de entretenimiento en general tengan exclusividad de género. Es más, cada vez hay más peruanas gamers. Esto es genial porque vamos rompiendo esquemas”, 

Susan Prieto, cantante
Una vez tuvo un manager que la quiso cambiar por completo: que cantara otro género musical, que vistiera de otra forma, que hiciera dieta. Su relación laboral acabó en ese instante. “A la gente le gusta como soy, porque ven en mí a alguien como ellos, alguien cercana. No soy el estereotipo, no soy la chica rubia flaquita, sino más como Adele”, dice la cantante Susan Prieto. Con solo 23 años ha pasado por programas de televisión donde mostró su talento, se curtió de los comentarios ofensivos y cosechó fans. Hoy cuenta con más de 700 mil seguidores en Facebook gracias a sus ‘covers’ y tres temas propios. Hace 2 años cuando Magaly Medina llamó a Tilsa Lozano chancha en televisión, hizo un video animando a sus fanáticas a seguir sus sueños: “Yo lucho contra el estereotipo y trato de mejorar mi canto para que se me abran las puertas”. 

María Inés Escalante, creadora de Sephia y La Balanza de Antonia
Su marca de ropa para ‘curvis’ simboliza el camino que le tocó atravesar: “Sephia es el color que parte del negro y va cambiando hacia otro. Ese fue mi proceso”. María Inés Escalante dice que durante diez años solía vestirse de negro. Su mamá había muerto y, con ella, se fue la persona que le remarcaba su peso. Sin su madre, empezó a engordar y a enterrar sus colores favoritos: el rosado y el morado. Hasta que un día decidió cerrar las heridas, se desnudó frente a un espejo, aceptó su cuerpo y empezó a quererse. En el 2013 creó Sephia, una línea de ropa que ofrece tallas reales: un M o L de una marca comercial, dice, es un S de la suya. “La reducción de tallas parte por un ahorro de tela, pero no es real”. También creó La balanza de Antonia, un espacio donde cuenta su experiencia: “La belleza está distorsionada. Todas se referían a mí como la gordita cuando era un palo. Me cansé de vivir encerrada en el tema de la comida. Ahora como lo que quiero y me siento linda. Me encanta mi cuerpo”. 

Gloria Castillo, modelo plus size
Su familia le regaló una faja para la cintura. Tenía 13 años. “El maltrato psicológico empieza en casa”, afirma Gloria Castillo. “Te verías más bonita si fueras delgada”, repetían sus familiares. Sin embargo, ella, desinhibida y líder, siempre se amó. “En el colegio no me hacían bullying por ser gordita, porque me sentía muy segura. Pero otras com pañeras sí sufrían con el peso”, cuenta. Hoy, a sus 30 años, es la primera modelo Plus Size del Perú de talla 2XL, y maneja su página de Facebook, donde se dirige a sus gordipowers como ella las llama: “No promuevo la obesidad sino la aceptación de uno mismo”. 


Sara Castro, directora de Payasos de Emergencia
En el 2012 quebró su empresa de producción de eventos. Aunque vió cómo todo lo que había construido se esfumó, se sintió liberada y deci dió emprender un nuevo camino. Estudió diversas terapias alternativas (reiki, limpieza energética, cuencos de cuarzo, tines energéticos, meditación) en busca del balance. Pronto, se percató de que estos tratamientos beneficiaban su labor de clown, un arte que cultivaba desde el 2005. Así, nació Payasos de Emergencia, una organización que forma voluntarios en las técnicas de clown y terapias holísticas para que estén fortalecidos a la hora de visitar hospitales, asilos, albergues, cárceles y zonas vulnerables. 

Bertha Smith, presidenta de la Asociacion de Voluntariado del Institito de Salud del Niño

Hace 17 años, Bertha se unió al grupo de mujeres voluntarias del Instituto Nacional del Niño. Es una labor que exige nobleza, pero también carácter e ingenio para generar, constantemente, los recursos que les permitan solventar gastos médicos urgentes de pacientes en extrema necesidad. Se trata de una cofradía de 200 voluntarias y Bertha habla en plural. Todas hacen de todo: atienden en la cafetería –que les permite obtener el dinero con el que cubren gastos menores–, gestionan donaciones, fungen de guías y ayudan a los padres de provincias a movilizarse por la ciudad cuando necesitan medicinas o exámenes que no se realizan en el nosocomio. También preparan unos 350 desayunos y almuerzos diarios que distribuyen a los padres con problemas económicos. Además, trabajan arduamente para hacer realidad su gran proyecto: construir el albergue de la asociación.

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