Lizzy Cantú: ¿Te gusta o no te gusta?
Lizzy Cantú: ¿Te gusta o no te gusta?
Lizzy Cantú

 Una frase común entre los concursantes de los reality shows es: “Yo no vine aquí a hacer amigos”. Es una especie de tabla salvadora cuando están a punto de ser acusados de dañar a alguien más, o de no ser suficientemente amables o agradables. Una excusa o una explicación ante una actitud o decisión impopular. En su bio de Twitter, Beto Ortiz escribe que no tiene amigos sino fuentes. 

Desde que nos mudamos a vivir al planeta Facebook, ahí en donde la moneda de cambio son los “Likes”, gustar a los demás es parte de nuestro capital. Esto lo saben desde siempre los políticos en campaña y lo sabemos las mujeres, a quienes se nos educa desde pequeñas para resultar simpáticas y agradables. Esto lo saben particularmente bien las mujeres que se dedican a la política y a quienes no solo se les exige ser astutas, competentes, honestas y auténticas sino también, como se dice en inglés, ‘likeable’.

En el 2008, durante un debate con Barack Obama, el moderador le preguntó a Hillary si creía tener el carisma suficiente para vencer a su oponente. Antes de que ella pudiera responder, Obama acotó con fingida bonhomía: “Eres suficientemente agradable, Hillary”.  Joanne Cronrath Bamberger es una politóloga estadounidense que acaba de publicar un libro titulado “La amas, no la amas. La paradoja de Hillary”. En él se recogen veintitantos ensayos que intentan descifrar por qué la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos genera tantos anticuerpos entre las votantes.

Pareciera que, según estadísticas de la Barbara Lee Family Foundation, las mujeres no siempre necesitan encontrar simpático a un candidato varón para votar por él, mientras que les resulta más difícil votar por una candidata que no les cae bien.  Bamberger también indica que, mientras que a Bill Clinton y a Monica Lewinsky les hemos perdonado sus imperfecciones, a Hillary no conseguimos permitirle que sea antipática. Elspeth Reeve, una columnista en The New Republic lo explica así: “ [Hillary] no resulta encantadora cuando intenta ser linda, hablando de bebes y yoga y cosas de mujeres con las que todas nos podemos identificar. Resulta encantadora cuando es una nerd que cree que va a romperla en un argumento político”.

Y quizá en el fondo de eso se trata. No de aspirar a un supuesto ideal de ‘likeability’, a un modelo platónico de la mujer agradable, sino de mostrarnos cómo somos en realidad, sabiendo de antemano que habrá a quien le gustemos y a quien no.

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