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Mujeres extraordinarias: Cuatro historias de ayuda social - 1

Las iniciativas solidarias exigen bondad y también temple, ingenio y capacidad de gestión para cambiar la vida de las personas. Carolina Gómez, Bertha Smith, Sara Castro y Claudia Tudela son cuatro peruanas que convirtieron las adversidades en una renovada fuente de inspiración para ayudar a los demás. Conoce las historías de estas cuatro mujeres que destacan en el emprendimiento social. 

Payasos de Emergencia

Sara Castro sonríe a la vida. Y lo hace a consciencia plena desde hace cuatro años. En el 2012 quebró su empresa de producción de eventos. Aunque vió cómo todo lo que había construido se esfumó, se sintió liberada y decidió emprender un nuevo camino. Estudió diversas terapias alternativas (reiki, limpieza energética, cuencos de cuarzo, tines energéticos, meditación) en busca del balance.  Pronto advirtió que estos tratamientos beneficiaban su labor de clown, un arte que cultivaba desde el 2005. Así, nació Payasos de Emergencia, una organización que forma voluntarios en las técnicas de clown y terapias holísticas para que estén fortalecidos a la hora de visitar hospitales, asilos, albergues, cárceles y zonas vulnerables. La idea: que los voluntarios tengan el bienestar emocional que se requiere para llevar alegría con efecto sanador. No solo quieren sacar sonrisas sino transmitir la energía que ayuda a la recuperación de los pacientes. "Entre los juegos con los niños imponemos nuestras manos sobre ellos, pero no es broma, porque realmente creemos en el efecto sanador del amor lúdico", enfatiza.

Operación Sonrisa

Claudia Tudela decidió hace dos años darle un giro a su vida profesional que había estoa abocada al mundo empresarial. Un conocido le contó sobre Operación Sonrisa y no dudó en sumarse a esta iniciativa que desde 1999 se encarga de realizar operaciones gratuitas a niños con fisura labio-palatina (conocida como labio leporino) y solventar las terapias de lenguaje posteriores a la intervención. "Es vital intervenir a temprana edad en los niños con esta malformacióin porque cuando crecen, los problemas odontológicos y de lenguaje se agravan", enfatiza quien lidera un equipo de seis personas con una meta muy ambiciosa: construir el local de Operación Sonrisas para asegurar la completa rehabilitación de los pacientes.

Más que voluntarias

Bertha Smith preside la Asociación de Voluntariado del Instituto Nacional del Niño (Avoldinsn), organización a la que se unió hace 17 años. En esta cofradía de 200 mujeres voluntarias, todas hacen de todo, desde unos 350 desayunos y almuerzos diarios que distribuyen entre los padres con problemas económicos hasta fungir de guías y ayudar a los padres de provincias a movilizarse por Lima cuando necesitan medicinas o exámenes que no se realizan en el nosocomio. "Nuestra gran recompensa es que todos los días cada una de nosotras se va a casa con la paz interior que da haber ayudado al prójimo", reflexiona Bertha. Hoy, como ayer, ella y sus compañeras voluntarias seguirán trabajando arduamente y con ingenio para generar los recursos que les permitan solventar los gastos médicos urgentes de pacientes en extrema necesidad.

Catalina Art

Catalina Art es iniciativa social inspirada en la pequeña Catalina. Se fue hace ya casi dos años, producto de un cáncer agresivo, pero su espíritu artístico impulsa la fundación creada en su honor por Carolina Gómez, su madre.

Tenía seis años cuando se le diagnosticó la enfermedad y sus padres la llevaron al Children’s Hospital of Philadelphia para que recibiera la mejor atención, pero el mal estaba muy avanzado. Antes de su partida desplegó su talento y realizó dibujos, pinturas y manualidades, como parte de las terapias que reciben los pacientes oncológicos de ese hospital.  
    Tras su fallecimiento, Carolina fundó Catalina Art para replicar esta experiencia en el país. Ha reunido a 21 voluntarias y visitan a los niños del albergue Frieda Heller, Fuente de Vida y la Casa Ronald McDonald. También recaudan fondos para crear centros de arte en las instituciones que atienden a menores con enfermedades neoplásicas. A la fecha, se han habilitado estos espacios en el Hospital del Niño de San Borja y en Casa Magia, en Surquillo.
"Estoy convencida de que si le das a un niño enfermo la posibilidad de hacer arte, de crear algo bonmito con sua manos, generas un cambio porque aumentas su autoestima", enfatiza Carolina.

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