Verónica Linares: "Extremos necios"
Verónica Linares: "Extremos necios"
Verónica Linares

“Acabo de comprar píldora de emergencia para ver cómo actúa. Mañana en #Sanamente los detalles. Manden preguntas”, fue el tweet que publiqué hace días, acompañado de una fotografía de la polémica pastilla. Al texto le faltan algunos artículos y la puntuación es imperfecta, pero pasa piola en Twitter. Como una de sus principales características es la brevedad, ahí solemos encontrar ‘q’ en vez de que o ‘+’ en lugar de más, para que las ideas calcen en los 140 caracteres permitidos. Y ese fue mi pecado: la falta de precisión en un tema que motiva encendidos enfrentamientos. Así que tras ese tweet fui juzgada, sentenciada y lapidada. 

Recibí insultos de tipo sexual, porque creían que lo que estaba anunciando era un experimento en el que estaba a punto de tener sexo sin protección, para luego tomar la pastilla del día siguiente. Me trataron de bruta para abajo, me coronaron como lo peor del periodismo nacional, me echaron la culpa de todo lo que ocurre en la televisión. 
Lo que más me dolió fue que algunos pensaran que soy tan irresponsable, tan vacía, tan estúpida o, como me dijo una tuitera, tan “just for fun” como para meterme al cuerpo cualquier sustancia solo porque sí. Así es la jungla del Twitter. 

Se me ocurrió comprar la famosa píldora para mostrarla en pantalla y leer la posología directamente de la caja, en lugar de reproducir las mismas fotografías e información que todos los otros programas. Quería explicar de manera didáctica un tema a veces muy técnico y jurídico. Así que anuncié el tema que tocaríamos -como cada jueves- con la foto del producto. Solo quería informar.

La píldora de emergencia ha estado disponible en el Perú desde el 2001. Hace siete años, el Tribunal Constitucional  impidió al Estado seguir distribuyéndola gratis, porque consideraba que uno de los efectos de la pastilla podría ser abortiva: impedir la implantación de óvulo fecundado a las paredes del útero. 

Como saben, la legislación peruana pena con cárcel el aborto y hubiera resultado contradictorio que el Estado distribuyera gratis una píldora que indujera a cometer un delito. Pero la sentencia dejaba la puerta abierta a un cambio si el panorama científico cambiaba, y eso es lo que está sucediendo. 

A través de una medida cautelar, un juez ha ordenado al Estado ponderar el derecho de todas las mujeres a acceder a este anticonceptivo de emergencia, porque hay nuevos estudios que indican que la píldora no impide la implantación del óvulo fecundado. Es decir que la duda de los magistrados del Tribunal Constitucional podría desaparecer porque no es abortiva.

El problema se ha generado porque en la misma sentencia se menciona -como uno de los tantos argumentos- un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 2014 que dice que la vida humana empieza con la implantación y no en la unión del óvulo y el espermatozoide. 

El meollo del asunto es: ¿Cuándo empieza la vida humana? Si seguimos metidos en este rollo no acabaremos de discutir. El problema es que si quieres hacer un aporte, una consulta o tratar de alejar la polémica de la píldora de la política y las ideologías, todos te saltan a la yugular pensando solo en que estás en contra de ellos. Qué necios son ambos extremos.

El día de la entrevista en Sanamente una especialista del INPPARES aclaró que luego de varios estudios se puede afirmar que el medicamento no inhibe el proceso de implantación. Esta pastilla actúa antes de la unión de óvulo con el espermatozoide. No le hace nada a las paredes del útero para impedir que el embrión se pegue. Y si ya empezó el proceso de implantación  la pastilla no tiene efecto. 

Si la usas más de una vez  no solo te causará malestares horrorosos sino que podría no hacerte efecto y quedar embarazada. En vez de alzar la voz con los ojos y oídos tapados, repitiendo como robots, deberíamos de verificar que el Estado haga bien su trabajo -algo que a veces no parece tan obvio- y explique con claridad a las nuevas mujeres que tendrán acceso a esta pastilla que solo es de e-mer-gen-cia.  

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