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edimar vargas

¿Alguna vez han sentido la impotencia de no poder ayudar a sus hijos cuando están enfermos? Seguro que han preferido ser ustedes las que tengan la fiebre de 40 grados, la tos que no los deja dormir, el pito en los pulmones que los asfixia o los vómitos que los asusta tanto.

Qué rabia da cuando el doctor te dice que no hay que desesperarse, que es cuestión de tiempo. Que se trata de procesos médicos inevitables y que hay que esperar. Y mientras tanto, tu pequeño sufriendo y tú atada de manos.

Ahora, imaginen que su hijo no puede ser atendido porque, a pesar de que la enfermedad que lo aqueja tiene cura, no tienen plata. Ni para alquilar un cuarto en Lima ni para contratar a una persona que se quede con tus otros hijos en provincia y entonces, debes decidir –ajustando el corazón– que es mejor regresar al pueblo con tu niño enfermo de cáncer en brazos. Creo que esa es la peor pesadilla posible.

No existe una estadística sobre cuántos niños lo tienen en el Perú, recién se está haciendo un registro oncológico nacional, pero se calcula por las atenciones en los hospitales y clínicas del país que cada año se registran 1.000 niños con este mal.

¿Saben cuántos pediatras oncólogos hay en todo el Perú para atender a esos 1.000 niños con cáncer? Solo 22 y, de ellos, 21 trabajan en Lima. Ese único especialista del interior del país reside en Arequipa. Esto quiere decir que casi todos los niños con cáncer deben ser atendidos en Lima, en su mayoría en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN). Según sus propias cifras, el año pasado recibieron a 700 niños con cáncer.

Atender a un menor de edad en la capital implica todo un presupuesto y coordinación familiar que no todos logran alcanzar. Por eso, algunas madres no tienen otra alternativa que llevarse a su niño. Viendo esta cruda realidad no sorprende que la principal causa de muerte en niños mayores de un año y adolescentes –por enfermedades no transmisibles– es el cáncer. La más frecuente es la leucemia linfática aguda con el 35% del total.

En países desarrollados, el 90% de niños con este tipo de leucemia se cura. En el Perú, solo el 55% de ellos vence la enfermedad. Qué impotencia. Este año se ha creado el Plan Nacional para la Atención Integral de Leucemia Linfática Aguda a Pacientes de 1 a 21 años. Duplicando camas, adquiriendo medicamentos de calidad, fortaleciendo los laboratorios y los bancos de sangre, así como gestionando albergues y capacitando médicos entrenados en regiones alejadas, mejoraría la sobrevivencia de los menores con esta enfermedad. Pero vemos que el problema del cáncer infantil es aún grande. Si de los 700 casos de cáncer de niños en el INEN, 226 tienen este tipo de leucemia, qué plan garantiza que los otros 474 casos no se mueran.

¿Quién se ocupa de ellos?
El Perú acaba de cumplir 196 años de independencia y estamos inundados de mensajes patrios y escudos nacionales. Repitiendo como robots que debemos estar orgullosos de vivir en el Perú. ¿Podemos decirles a esos 1.000 niños peruanos con cáncer que sean felices por haber nacido en el Perú? Y a sus madres, que deben llevárselos condenados a muerte, ¿les recordamos que el Perú es más grande que sus problemas? Por favor, no seamos hipócritas, si esos pequeños inocentes hubieran nacido en Estados Unidos o en Europa se salvarían. Después de conocer esta realidad, no creo que haya muchos motivos para celebrar.

Llegué desilusionada a este reciente aniversario preguntándome en qué momento se va a priorizar la atención de salud. ¡No es obvio que estamos en emergencia médica! Una frase trillada dice que los niños son el futuro del país, maldita sea, no se dan cuenta de que estamos matando el futuro del país. 

A pesar de todos los avances médicos, no podemos negar que la palabra cáncer asusta y peor cuando se trata de cáncer infantil. 

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