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Anahí de Cárdenas

Por Estefanny Jackson

En una de las paredes del departamento de la actriz Anahí de Cárdenas cuelga una pintura de su creación, abstracta y hecha en acrílico. Cuenta que pinta porque le permite expresarse y descargar sus emociones. Luego, cuando termina una pieza, siente que todo empieza a fluir. Sentada sobre un mueble y con sus gatos acurrucándose sobre ella, da algunos detalles de su participación en “Ñaña”, una obra que aborda el maltrato contra la mujer y que será parte del Festival de Artes Escénicas de Lima (FAE) en marzo del próximo año. “Podría decir que este es mi momento actoral más logrado. Interpreto a personajes distintos, experimento y soy más versátil. Y lo interesante es que no se trata de entrar y salir de un personaje, sino de sentir como este, de relacionarse con emociones universales como el rechazo o el amor, y exacerbarlas”, dice.

Mientras conversa, sonríe y hace algunas pausas entre una idea y otra para bostezar. Aunque no quiera admitirlo, está algo cansada ya que todos los días solo logra conciliar el sueño más allá de las dos de la mañana. Padece de insomnio desde los 12 años y ni las pastillas ni los suplementos nutricionales han conseguido acabar con este mal. “Y como soy workaholic, si al día siguiente tengo que estar despierta a primera hora, porque me toca grabar o ensayar, entonces me encontrarás de pie aunque haya dormido poco”, asegura.

Por la manera en que aborda cada tema queda claro que sus ganas de trabajar y seguir experimentando tienen gran importancia entre las cosas que la definen hoy como actriz y persona.

¿Qué te caracteriza?
Soy de esas personas que, de alguna manera, tiene la capacidad de leer las intenciones de los demás. A través de las expresiones, puedo conocer a la gente. Si bien soy una mujer fuerte y valiente, no dejo de ser sensible. Sé que soy capaz de superar cualquier contingencia y creo que, aunque el pasado duela, uno decide si sufre o aprende de él. Por otro lado, reconozco que no manejo bien la presión y que esta muchas veces me provoca el llanto. Trato de no explotar en público, pero a veces es imposible. Y, como casi todos, tengo miedo a hacer el ridículo.

¿Cuál dirías que es tu gran miedo?
Quizás la vejez… a la vejez sola. Aunque he aprendido a disfrutar de mi soledad. La soledad te da libertad de decidir y de hacer. Nadie te dice nada y eres feliz. A la muerte no le tengo miedo, porque creo que hay otra vida más allá de ella. Creo que tenemos el poder de elegir si queremos regresar a este mundo y mejorar algunas cosas. La vida es para ir mejorando.

¿En qué te gustaría mejorar?
En muchas cosas, físicas y emocionales, y creo que estoy en ese camino. Mejorar también significa vivir en el presente. Y por estos días estoy meditando bastante y hago full yoga. Además, empecé a practicar pole dance con un profesor particular y me he puesto en manos de un nutricionista para bajar algunos kilos. Estoy ocupándome de mí, antes no lo hacía porque no tenía ni tiempo ni ganas.

¿El amor también es parte de tu presente?
El amor es una cosa maravillosa. Cuando es real, el amor sana y respeta. Me siento en paz por la persona con la que estoy. Michael (Succar) es un hombre bueno. Estoy pasando por un momento bonito de mi vida y ahora estamos planeando nuestras vacaciones, nos iremos a Orlando a recibir el Año Nuevo.

¿Cuáles son tus proyectos para el próximo año?
En marzo se estrena la película “No me digas solterona”, dirigida por Ani Alva y en la que actúo junto a Patricia Barreto, y además participaré en obras teatrales. También lanzaré un par de canciones, una en jazz y la otra en pop, y las haré videos para luego soltarlos en las redes.

¿Y a largo plazo cómo te ves?
Me gustaría ser mamá. Y aunque me gusta mucho la idea de formar una familia, no descarto el hecho de tener hijos sola. Congelar mis óvulos podría ser una opción. Estoy convencida de que las mujeres podemos asumir la crianza de los hijos sin ayuda.

Y como mamá, ¿cuáles serían tus claves de crianza?
Seguiré el ejemplo de mis papás. Ellos me han demostrado que, pase lo que pase, siempre van a estar ahí, para mí. Aunque vivo sola desde los 25 años, siempre recibo sus consejos. Lo que más recuerdo de mi infancia es cuando mi papá me levantaba por las mañanas, me ponía el uniforme para ir al colegio y me sentaba a desayunar, mientras yo estaba con los ojos semicerrados porque moría de sueño.

Eres muy activa en las redes sociales, ¿cómo reaccionas cuando hay un comentario negativo?
Sí, es la mejor manera de tener acercamiento con la gente. Y me siento cómoda, aunque haya quienes no siempre te dejen mensajes positivos. Tampoco me hago problemas por aquellas cosas que dicen y que no son ciertas, como, por ejemplo, que me puse implantes en los pómulos. ¡No son implantes, estoy cachetona porque subí de peso!

En tu cuenta de Instagram publicaste una foto de tus piernas amoratadas, tras una escena teatral, ¿hasta ese punto puedes llegar por tu vocación?
Parte de la escena la realicé sentada sobre una mesa de madera y con el movimiento mis piernas chocaban y se golpeaban. En ese momento no me di cuenta, pero trasladé la ficción hacia algo real y mientras más legítima es la emoción, más real se vive la escena. Y el público lo siente así. Mi actuación es intuitiva, con facilidad puedo ponerme en el lugar del otro y luego representarlo. Cuando empecé en la actuación simplemente me tiré a la piscina, todo fue empírico, pues en realidad estudié diseño gráfico. Después, cuando fue gustándome, tomé un curso de actuación en Universal Studios Hollywood, y acabo de terminar mi taller de actuación para actores avanzados con Alberto Ísola.

¿Qué nuevos retos te gustaría asumir?
Quisiera un protagónico. También me gustaría interpretar a un superhéroe o a algún villano. Me gustan las artes marciales. Cuando era chica practiqué karate, taekwondo y muay thai. No gané ninguna medalla, pero en la calle podría defenderme.

Hace menos de un mes marchaste contra la violencia de género. ¿Por qué crees que es importante marcar una posición al respecto?
Porque Lima está entre las cinco ciudades más peligrosas del mundo para las mujeres y eso es más que preocupante. Mediante la educación, tenemos que concientizar a las futuras generaciones sobre la igualdad de género. ¡No se maltrata, no se pega, no se insulta! Por eso cuando participé en “El gran show” representé un baile sobre la violencia de género, buscando generar conciencia. Y aunque me dan miedo los grupos grandes, fui a la marcha de Ni Una Menos porque tienes que luchar por tus derechos, no te puedes quedar esperando a que pase algo más.

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