6 momentos en los que tienes permiso de dejar tu entrenamiento
6 momentos en los que tienes permiso de dejar tu entrenamiento

Siempre te decimos que nunca te desanimes de hacer ejercicios, que tu mente es más poderosa que tu cuerpo y que te sentirás fantástica después del entrenamiento. Sin embargo, siempre hay razones válidas por las cuales debes dejarlo.

A veces llega el momento de tomarse las cosas con calma y no forzarlas pues terminarán por convertirse en un dolor de cabeza para ti. Entrenar tiene que ser algo divertido que te suba el ánimo, no una tortura de una hora.

¿Cuándo dejar de lado el entrenamiento es una buena idea?

1. Cuando realmente sientes que no puedes más

Es cierto que entrenar tu mente para darte más impulso y terminar el entrenamiento es posible, pero a veces hay que escuchar al cuerpo. Si te sientes mareada, no puedes respirar o tienes un calambre que no se detiene, es momento de bajarle a las revoluciones y parar tu rutina.

2. Cuando tu instructor es terrible

Si tu instructor solo se dedica a “jilear” con las chicas de la clase, no hace las correcciones adecuadas al entrenar o se la pasa gritando todo el tiempo, no está cumpliendo su función como debe ser. Él está para guiar y ayudar al grupo a alcanzar sus metas, no para desanimarlo.

3. Cuando no te sientes cómoda en el grupo

Muchas veces el factor social influye mucho en las personas a la hora de entrenar: hay quienes gustan de hacer amigos y otras que trabajan mejor en silencio. Si el grupo de gente con las que compartes clase no te hacen sentir bien o te ponen en situaciones incómodas a propósito, tal vez debas buscar otro horario o cambiarte de local de entrenamiento.

4. Cuando no puedes moverte en el espacio

Para entrenar “como Dios manda” hay que estar en el espacio adecuado. Cuando no puedes dar ni un paso sin chocarte con alguien o tus movimientos pueden causar daño a la persona que trabaja a tu costado, no podrás dar el 100% de tu capacidad. O vas más temprano o buscas un lugar menos sobrevendido.

5. Cuando se te acabó la motivación

Aceptémoslo: no siempre nos sentimos con el ánimo de ir a entrenar. A veces nos frustramos por no ver resultados o salimos realmente cansadas de la oficina. En esos casos, puedes tomarte tu día de asueto para recargarte y volver con energía. O, si el sentimiento es continuo, tal vez puedas intentar cambiar de deporte.

6. Cuando tienes una lesión

Por mucho que quieras seguir entrenando, sufrir una lesión es una fuerte razón para parar un tiempo. Lo mejor es seguir los consejos de tu médico y no forzar tu cuerpo demasiado para evitar que se torne en algo crónico y te deje fuera del juego permanentemente.

 

Contenido Sugerido

Contenido GEC