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Carolina Silva Santisteban
romina herrán

El escenario, el micro, las luces. ¿Quién es esta chica de 29 años que con su show de stand-up comedy llena auditorios de Lima y provincias? Carolina Silva Santisteban es comediante, productora, empresaria, feminista, lesbiana. Eso sí, su comedia tiene una regla: “Nunca hago chistes del que está en una posición vulnerable, de dolor o sin privilegios. ¿Por qué lo haría?”.

Tras haber escrito y dirigido “Cuando Seamos Libres”, una obra de teatro testimonial sobre la comunidad LGBTIQ, y de haber presentado su primer unipersonal “Choripan”, que relata cómo decidió no seguir ocultándose más, prepara un nuevo espectáculo: “¡Qué tal rosca!”, en Lola Bar, cada martes, desde el 14 de agosto. Y como productora teatral remontará la puesta en escena “Bolognesi en Arica”, de Alonso Alegría, el 22 de agosto en el ICPNA de Miraflores. Sí, su nombre empieza a sonar. Y mucho.

Estudiaste Comunicaciones en la USIL. ¿Cómo llegó el teatro a tu vida?
Vi una obra inspirada en la película “High School Musical”, que reflexiona sobre la importancia de ser tú mismo, y me impactó. La música, las coreografías, los vestuarios... Me sentí en otro mundo. Cuando se estrenó la segunda parte de la cinta, decidí adaptarla para el teatro. Aunque estaba en el primer ciclo de la universidad, me encargué del casting, la producción y la dirección. Hicimos cinco funciones para amigos y familiares. Y me enamoré. Apenas cumplí la mayoría de edad, abrí Vodevil (empresa cultural que cuenta con una productora, una agencia de comunicaciones y una escuela) para dedicarme formalmente a esto.

Eras muy joven, ¿no tuviste miedo?
No, y creo que es un rasgo que heredé de mi papá. Él es muy soñador y siempre ha estado seguro de que lo puede todo. He crecido escuchando eso. Claro, en el camino me he equivocado. Sin embargo, seguía adelante. Tengo un socio y nos complementamos: yo lo hago volar y él me aterriza. Nada es imposible mientras sea algo que realmente desees. Yo quería hacer teatro e hice teatro, aun sin saber cómo. Aprendí haciéndolo.

¿Cómo nació “Cuando Seamos Libres”, la obra de teatro testimonial sobre la comunidad LGBTIQ que escribiste y dirigiste?
En el 2008, mi mejor amiga le reveló a mi hermana mi orientación sexual. Tanto ella como mis padres, que eran muy conservadores, se molestaron muchísimo. Me asusté, lo negué todo y me fui llorando por la traición, pero también porque había mentido acerca de quién era. Me distancié de mi familia y me volví más introvertida, pues sentía que mi vida era un secreto. En el 2014, terminé una relación amorosa y me fue difícil enfrentarlo. Busqué un coach y comencé terapia. Me di cuenta de que, para ser feliz, necesitaba salir del clóset y que mis papás me aceptaran. Y quise hacerlo a través del teatro. Junté a un elenco de actores LGBTIQ y escribí la obra con sus testimonios. Postulé para que se mostrara en el C.C. Ricardo Palma y la eligieron para el 2016.

¿Ese año fuiste sincera con tus padres?
Sí. Un programa hizo una nota sobre la obra y no quería que se enteraran por la televisión. Una noche, mientras pensaba cómo decírselos, me llamó mi hermana para advertirme: “Mis papás ya lo saben”. Le preguntaron a ella, a quien se lo confesé unos años antes. A la mañana siguiente, entraron a mi cuarto, conversamos, lloramos, nos abrazamos. Durante el tiempo que me distancié, ellos perdieron los prejuicios. Además, no deseaban perderme. En ese momento, recuperé a mi familia.

¿Cómo te animaste a hacer tu unipersonal “Choripan”?
En el primer año de “Cuando Seamos Libres”, me inscribí en un taller de stand-up comedy. Para la muestra final preparé un material que me salió del corazón, acerca de lo que implicó para mí salir del clóset. Como no soy actriz, tenía miedo de no memorizarme el texto y pánico de olvidármelo en el escenario. Pero todo salió bien. Lo presenté en el concurso del colectivo internacional de mujeres comediantes “Manzanas de Eva”, gané y participé en su show principal. Oficialmente, lo lancé como unipersonal en el primer Festival Internacional de Artes Escénicas por la Diversidad, que organicé. “Cuando Seamos Libres” son los testimonios del elenco; “Choripan”, es el mío.

¿Cuál es el poder de la comedia?
La comedia sana. Mis espectáculos tratan sobre cosas que me dolieron mucho en su momento, que no imaginé decir jamás y que ahora puedo contarlas y reírme. Lo que alguna vez me hizo sufrir, hoy me empodera y espero que más personas puedan sentir lo mismo, ya que es un regalo. Por eso, mi lucha principal es poner sobre la mesa la diversidad sexual. Busco que la gente se ría de lo absurdo que es estar en el clóset y de los estereotipos en torno a ser mujer.

En nuestro país, ¿a qué se enfrenta la comunidad LGBTIQ?
Cuando fui de gira por Uruguay con “Manzanas de Eva”, el colectivo del que ahora formo parte, mis compañeras se quedaron pasmadas con la situación de la comunidad en el Perú. Aquí, no existimos. No tenemos derechos. Debemos visibilizarnos para que todos entiendan que somos parte del cotidiano. Somos productores de televisión, periodistas en una revista, profesores de colegio. Si estoy en la calle con mi pareja, voy de la mano, no me escondo. También asisto a la Marcha del Orgullo LGBTIQ porque, aunque no sé si deseo casarme o tener hijos, quiero tener el derecho a poder hacerlo.

¿Por qué es importante la lucha feminista?
El feminismo es la reivindicación de la mujer, pero no deja de lado al hombre. También lucha por aquel que piensa que no puede llorar, que debe ser el único sustento del hogar o cumplir el rol de macho. Se están dando cambios importantes: un mensaje presidencial que considero histórico y el empoderamiento de las mujeres para que ya no soporten relaciones violentas y salgan adelante por ellas mismas. Creo que este es el mayor logro. A pesar de que todavía no es a nivel legislativo, en la ciudadanía las transformaciones están ocurriendo. El cambio tiene que generarse en la gente para que al votar lo hagan con conciencia.

¿Qué estereotipos debemos combatir las mujeres?
No contamos con privilegios y sí con obstáculos, como por ejemplo que nos paguen menos en el trabajo. El solo hecho de haber nacido mujer causa expectativas sobre cómo debe ser tu vida: casarte y tener hijos. La sociedad espera que cumplas dichas condiciones. Pero si no lo haces, no pasa nada. Ser mujer en el Perú es difícil, sobre todo si eres lesbiana. Ni tu género ni tu orientación sexual determinan el tipo de persona que eres o quieres ser.

En el 2017 abriste tu canal de YouTube para hacer comedia, pero también compartes tus ideas políticas. ¿Por qué?
Mi primer video fue “Tips para salir del clóset” y estaba grabando uno sobre la Navidad cuando sucedió el indulto a Alberto Fujimori. Me indigné, empecé a investigar, escribí un guion y subí el video “Fujimori Nunca Más”, que fue visto por miles de personas. Sabía que era un riesgo y que me podía cerrar puertas. Sin embargo, me pareció necesario hacerlo. Si cuentas con una plataforma, como un canal de Youtube, es importante pronunciarte acerca de lo que ocurre en tu país. No puede ser que tus auspicios te preocupen más que el Perú.

¿Cuál es la responsabilidad del comediante?
Muchos creen que es hacer reír y punto. Para mí, la comedia es un acto político. Un comediante es un comunicador y tiene una responsabilidad, la responsabilidad de sumar a una causa (desde los derechos de los animales hasta la lucha anticorrupción) porque lo que diga siempre tendrá un impacto.

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