Lorena Salmón: "Uno más uno es mucho más que dos"
Lorena Salmón: "Uno más uno es mucho más que dos"
Redacción EC

No entiendo por qué ni cuáles serán las razones para que LIF Week y Perú Moda no sean la misma cosa. Podrían beneficiarse mutuamente retroalimentando el canal y el círculo de visitantes. Todo podría ser mejor. No obstante, se ha decidido que ambos eventos se lleven uno después del otro casi inmediatamente

Cubrí tanto LIF Week como Perú Moda, y la verdad es que ambas plataformas tienen el potencial de convertirse en increíbles ventanas de la oferta de moda y diseño del Perú al mundo. Ambas. Por eso insisto: ¿qué pasa si suman fuerzas?

Del LIF Week destaco que sea una plataforma que camina prácticamente por sí sola (y los increíbles esfuerzos del equipo de Efraín Salas) que ya entró a un ritmo bianual y que promueve el talento local. Pero si existiera colaboración no se quedaría en el plano del negocio local, donde se mueve Lima y solo Lima. Tendría la oportunidad de recibir más visitas extranjeras, tanto de prensa como compradores.

De Perú Moda destaco que haya alcanzado el respaldo de la marca Mercedes Benz, el mismo aval de las semanas de la moda de Nueva York o Madrid. La pasarela es increíble, la sala de prensa, igual. La atención y facilidades están muy bien organizadas.

Destaco el esfuerzo de Prom-Perú y del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo por traer prensa extranjera que pueda cubrir y contar al detalle el desarrollo de la feria y sus pasarelas y el hecho de que definitivamente estas tengan exposición ante los compradores de afuera que llegan para la feria.

Eso sí, el tema de la puntualidad en ambos eventos tiene que comenzar a cambiar ya. La moda que llega tarde se queda en el pasado. No podemos comenzar las cosas con una hora de tardanza. Ni hablar.

La segunda recomendación que tendría iría directamente hacia Perú Moda y el criterio de elección de los participantes. Estuve en dos desfiles, cada uno con tres diseñadores; y de cada tres propuestas por pasarela, una se salvaba. Felizmente que por todo lo alto, para hacer olvidar lo anterior.

Muchas de las colecciones presentadas carecían de concepto, rara vez tenían lógica o eran colecciones de verdad. Por lo general se trataba de una mezcolanza de la versatilidad del diseñador con una calidad que dejaba mucho que desear o una calidad buena sin un producto con voz propia.

No estuve allí el día en que la pasarela se convirtió en un comercial de marca Perú, con bailarines, música a altos decibeles y degustación de platos típicos, pero esa fue la noticia que me llegó un tanto en tono de ironía por los testigos.

Entiendo que si, muchos diseñadores tengan como motor y motivo de su propuesta general la peruanidad, pero hay que tener la sutileza, creatividad e inteligencia suficientes para que la propuesta no caiga en un souvenir para turistas y pueda convertirse en una propuesta comercial, sí, pero sofisticada.

Salvo algunas costuras y acabados como los de ya mencionados, nuestro país tiene todas las de ganar con tremendas plataformas de demostración del talento local. Imaginemos que de pronto, ambas decidieran sumar fuerzas. Ahorro de recursos, visitantes con fácil acceso, sin la necesidad de desplegarse de un lado al otro de la ciudad y con todo reunido en un solo espacio: todo lo mejor de la moda local.

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