Lorena Salmón: ¿Me veo linda, mamita?
Lorena Salmón: ¿Me veo linda, mamita?
Redacción EC

¿Desde cuándo nos empezó a gustar la moda? ¿Vendrá incluido en el estrógeno? Me lo pregunto porque mi hija acaba de celebrar su cumpleaños en un spa. Cumplió seis años.

Y aunque admito que en un principio dudé sobre si realizarle la fiesta en una peluquería, luego me relajé pensando que una vez al año no hace daño. ¿Le estaba quemando etapas?

La verdad que en mi caso no lo siento así, porque mi niña desde hace ya un año viene pidiendo que la maquille en ocasiones especiales, conoce perfectamente cuáles son los looks que le gustan más y que se pone cada fin de semana (eso lo sacó a su madre, que ya les ha confesado antes que si encuentra algo que le guste, lo usa sin asco una y otra vez hasta que camine solo); se pinta y despinta sola las uñas y juguetea con todo el maquillaje que tengo acumulado y sin usar en el baño. Al verla, mi marido literalmente se aloca y si, ambos pensamos que si es así a los seis años, ¿qué va a pasar cuando llegue a la adolescencia?

Creo, la verdad, que no estaba preparada para una hija mujer. Yo de niña siempre fui la menos femenina, y mi clóset siempre estuvo lleno de pantalones y zapatillas. Tampoco recuerdo haber sido de las que se probaban ropa de su mamá. Zapatos sí, pero no fui la típica niña del catálogo de Saga que sale en tacos y con la boca pintada. ¿Qué ha pasado con mi hija? Puede haber recibido una influencia indirecta de mi parte, ya que trabajo en moda y en casa no faltan ropa y accesorios.

Entiendo, además, que todo influye: el medio, sus amigas, el colegio. Vaya que sus amigas son iguales. Tenían que verlas la semana pasada en la fiesta de cumpleaños escogiendo los colores que querían usar para las uñas, decidiendo su peinado (todas eligieron trenzas) y pensando qué color de sombras querían ponerse. Fue una completa locura. En el cumpleaños, además, se armó una pasarela gigante por la que las pequeñas (luego de elegir un look en el cuarto que el spa tiene lleno solo de disfraces y vestidos) desfilaron. El final fue tan apoteósico como la emoción de un grupo de niñas en edad primaria y, según me cuentan las madres de las niñas invitadas, ahora todas quieren hacer su cumpleaños en el mismo lugar. Uy.

Insisto, ¿qué les ha pasado ahora? ¿Son más agrandadas que antes o siempre fuimos agrandadas? ¿Son las ‘equestrian girls’ o las maquilladas de «Monster High»? Hasta hace un año Antonia, veía

«Caillou» y «Pepa», dos dibujos de lo más infantiles. Ahora, ve la serie de una adolescente que hace de niñera en una familia multirracial de hijos adoptados como los de Angelina y Brad.

El próximo cumpleaños, ¿qué me pedirá? Felizmente y digo felizmente, todavía el amor por el trapo no ha calado en su interior y tiene cero exigencias en cuanto a qué quiere que le compre para ponerse. Uff y re uff, porque si yo no tengo tarjeta de crédito para evitar desgraciarme, ¿cómo será cuando este niña me diga: vamos de compras, mamá?

Me consuelo pensando que el momento es hoy y del mañana nada pienso, nada escribo.

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