Natalia Parodi: "Para siempre no es para tanto"
Natalia Parodi: "Para siempre no es para tanto"
Redacción EC

Cecilia tuvo su primer enamorado a los 13 años. Estuvieron dos semanas y media. Ella moría por él. De pronto él le rompió el corazón y se fue con otra chica. Ella siguió muriendo por él, pero ahora como María Mercedes en actuación estelar. Lloró una semana entera mientras repasaba en su cabeza la siguiente escena: él llegaba en terno con un ramo de rosas a pedirle perdón y ella, en plan María Mercedes, le decía que nunca lo perdonaría. Y pensaba que solo si él le insistiera por lo menos 15 veces consideraría perdonarlo. Pues resulta que ni la llamó.

A los 16, Cecilia se templó con ilusión adolescente de un chico adorable. A los 18 se enamoró de un galán que no le correspondió. A los 20 conoció a su primer gran amor, un enamorado con el que terminó a los 23. A los 27 se casó creyendo que sería para siempre y luego se separó. A los 30 conoció un nuevo amor.

Hasta ahora es feliz. Del chico que conoció a los 13 ya no recuerda el apellido. Duele cuando se acaba el amor. Duele que te dejen y duele romper el corazón de alguien que nos quiere mucho. Pero más allá de quién termina con quién, lo que ambos atraviesan es el fin de una relación que era parte de su vida. Mueve el piso sentir el cambio inesperado de rumbo. Más que perder a la persona, duele y asusta la transformación, el cambio y la incertidumbre.

Además nos confunde: ¿No debería haber sido un amor eterno? ¿Cuántas películas terminan en la reunión de los amantes y asumimos que vivieron felices para siempre? ¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase o la hemos leído en los cuentos de hadas? ¿Y qué pasa cuando crecemos, cerramos el libro o salimos del cine? Pues algo hace cortocircuito dentro de nosotras, porque sacamos cuentas, recordamos nuestras historias, miramos alrededor y resulta que así no es. A pesar de que nos enamoramos, sonreímos, nos besamos y estuvimos juntos, ¡no fue ‘para siempre’! ¿Qué pasó? ¿Significa que hemos fracasado en el amor? ¿Nos equivocamos con esa persona? ¿No fue amor? ¿Cómo se consigue el amor eterno? ¿Cuál es la pregunta correcta?

Una relación no fracasa porque termina. Funcionó hasta que ya no. Simplemente duró menos de lo que el cuento nos había prometido. En todo caso, el ‘para siempre’ es más cortito de lo que habíamos imaginado, a veces.

Sí es verdad que hay relaciones que pueden no hacernos felices. De esas hay que cuidarnos bastante, porque el sinsabor que dejan es terrible. Pero ocurre también que dos personas se enamoran, se unen, comparten su vida y luego de un tiempo eso termina. Cambian. Crecen en diferentes direcciones. Sus caminos se van separando. Y quedarse juntos forzando las cosas no es lo mejor.

Quizá pensar en la eternidad, cuando somos mortales, es absurdo. O quizá es una metáfora. Quizá se experimenta en un instante en que miramos a los ojos al ser amado y sentimos esa eternidad. Y eso es un montón. Puede ser triste cada despedida. Puede sentirse como un fracaso. Puede dar miedo salir de la zona de confort. Pero si el ‘para siempre’ hubiera funcionado, ahorita Cecilia estaría con el chiquito que conoció a los 13 y se hubiera perdido todo lo que vivió y su corazón no hubiera aprendido a latir del modo que lo hizo en cada relación.

Quedarnos pegados en el ‘para siempre’ puede hacernos correr el riesgo de sacrificar el presente por el futuro. No vale la pena. Mejor será dar todo de uno y confiar en que lo más probable es que un presente feliz cultive un futuro feliz. Y confiar en que si es lo mejor para uno, quedará, y si no, algo mejor vendrá.

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