Verónica Linares: "Contra San Valentín (y beso para Cupido)"
Verónica Linares: "Contra San Valentín (y beso para Cupido)"
Redacción EC

No me gusta el . El rojo es mi color favorito pero me agobia verlo por toda la ciudad. Febrero tiene quince días de amor artificial. Miente quien dice que el 14 de febrero todo es felicidad. ¿Alguna vez terminaron una relación el día de los enamorados? Yo sí y varias.

Los dos estábamos contentos dando vueltas en el carro buscando un sitio dónde comer. Todo estaba lleno. Nuestros rostros iban cambiando al pasar las horas. No hubo celebración. Me dejó en mi casa y apenas nos dijimos ‘chau’ sin ‘besito’ de por medio. Ahora que recuerdo, él terminó conmigo después pero aquella noche supimos que no éramos el uno para el otro. Tenía razón.

La fecha me parece absurda y mercantilista. Hasta ahora no entiendo por qué aceptaba celebrarlo. Inventar un día (uno solo) del amor, ¡qué tontería! Y todos, como ovejas, seguimos al rebaño. Siempre he pensado así, y me alegra pues de otro modo habría atravesado por varias depresiones. Haciendo un recuento de mi vida amorosa, concluyo que he tenido días de cupido para el olvido.

Una vez le propuse al chico con quien vivía hacernos una sesión de fotos. Me habían pasado el dato de un fotógrafo que no te hacía posar frente a la cámara sino que captaba situaciones espontáneas. ¿Sabes qué me respondió? Ahora me río. Que no era el mejor momento de nuestra relación. Dijo que no andábamos bien.

Para mí fue una primicia. Según yo, estábamos espectacular. Fue un 13 de febrero.  Tal vez por cábala ahora prefiero no mirar cuando las calles se inundan de corazones. Ver todos los restaurantes decorados empalagosamente me da la sensación de que te están obligando a ‘amar’. Me estresa. Otro año quedé con una amiga en tomar un café el 14 de febrero. Por Facebook acordamos vernos ‘el miércoles’. Ya en el lugar, nos vimos inundadas de arreglos florales y parejas acurrucadas. Reímos mucho. Las dos estábamos con enamorado pero teníamos otros temas en la cabeza. Es bueno saber que no soy la única marciana.
 
También he tenido una pareja que pensaba como yo, que el era solo para burlarse de los ositos de peluche abrazando un corazón. Así que no celebrábamos. Tampoco resultó. 

Un año me rebelé. Había iniciado una relación hacía unos meses. Apagué mi celular con el pretexto de los horarios extraños que me obligan a dormir de día. San Valentín no existió. Al día siguiente, a las 4 de la mañana me alistaba para ir a trabajar y hallé un ramo de flores gigante en la cocina. Mi roommate lo había subido de portería. Empecé e reír. Así que eres romántico, dije. Cuando leí la tarjeta me sorprendí aún más: «Así como eres, haces que todo sea muy especial». Flechazo de cupido. Espero que esta vez el angelito regordete no se haya equivocado.

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