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Mayra Najar
romina herrán

Una noche del 2002. El televisor prendido. Halle Berry no para de llorar. “Este momento es mucho más grande que yo. Es por todas las mujeres de color, sin nombre y sin rostro, que ahora tienen una oportunidad porque la puerta ha sido abierta”. Berry se convierte en la primera mujer negra que gana el Óscar en la categoría de Mejor Actriz. Mayra Najar, entonces una adolescente, ve la ceremonia en la sala de su casa. Las lágrimas caen por su rostro y el mensaje va directo a su corazón.

Hoy, 33 años, aficionada al ballet, conocedora del muay thai, amante del trapecio, sabe que ese discurso convirtió la actuación en el amor de su vida. Y, aunque el camino no fue sencillo, porque lo bueno nunca lo es, no hubo marcha atrás.

Querías ser actriz, pero estudiaste Ciencias de la Comunicación. ¿Por qué?
La situación económica de mi familia no era fácil y mi papá quería pagarme una carrera que me permitiera mantenerme. Él era marino, muy estricto –me despertaba cada mañana haciendo el sonido de la corneta militar–, así que no luché contra su deseo. En octavo ciclo se abrió un taller de actuación con Reynaldo Arenas y, sin dudarlo, me inscribí. Luego surgió la posibilidad de practicar como asistente de arte en la película “Vidas Paralelas” y postulé. Esos fueron mis primeros contactos con la actuación.

¿Cómo conseguiste tu primer rol en la novela “Graffiti”?
Tras graduarme de la universidad, una productora que conocí durante mis prácticas me llamó porque necesitaba una asistente de vestuario para la telenovela “La Pre”. Acepté y le pedí al jefe de casting que me hiciera una prueba. Insistí los cinco meses de rodaje, hasta que accedió. Me dieron un personaje llamado Jennifer López para el siguiente proyecto, que fue “Graffiti”. Un año después, en el 2010, fui coprotagonista en la miniserie sobre Eva Ayllón. Fue un papel fuerte, ya que ella tuvo una vida dura. En ese momento me di cuenta de que, definitivamente, no me veía haciendo otra cosa que no fuera actuar.

En el 2013 interpretaste a Alicia en “Al fondo hay sitio”, una universitaria que tenía un relación interracial. ¿Cómo fue
esa experiencia?

Ser Alicia Cotito, la novia de Jhonny (Joaquín Escobar), el hijo de Reina Pachas (Tatiana Astengo) fue una aventura bonita que duró seis meses. Sin embargo, en las redes sociales hubo gente que escribió: “¿Qué hace allí esa negra? ¡Saquen a esa negra!”. Eso fue muy doloroso.

¿Fue la primera vez que enfrentaste el racismo?
No. Un día, en cuarto de primaria, jugaba con mis compañeros a la salida del colegio cuando mi tutora me jaló de la oreja y me dijo: “¡Cállate, negra tamalera!”. Esa mujer me arruinó la vida, porque desde ese momento los niños y las niñas empezaron a burlarse de mí. Allí noté que era negra y que, supuestamente, eso era malo. Desde entonces tuve un problema con el color de mi piel. Si alguien no me quería, pensaba que era por ser negra. Si no me escogían para un papel, pensaba que era por ser negra. Negra y fea.

¿Cuándo te empoderaste como mujer afroperuana?
Me reencontré con Anaí Padilla, actriz y activista, en una temporada de Microteatro. Conversando con ella descubrí que, como mujer negra, también pasaba por lo mismo que yo. Decidimos unirnos para hacer la obra de teatro testimonial ‘’Negra”, sobre lo que implica serlo en el Perú. Comencé a ver documentales y a leer mucho sobre la comunidad. El proceso de creación tomó poco más de un año y la estrenamos en junio, durante el Festival Sótano 2 del Centro Cultural de la Universidad del Pacífico. La puesta en escena y el ejemplo de Anaí me empoderaron. Fue un viaje doloroso, pero hoy me siento feliz de ser una mujer negra. Amo mi cabello y mi color de piel. Ya no me siento menos.

‘’Negra’’ te sanó…
No solo me sanó, ayudó a sanar a otras personas. Se nos acercaron chicas del público, con lágrimas en los ojos, para agradecernos, abrazarnos, contarnos que ahora sí se sentían orgullosas de ser negras. Fue una forma de alzar la voz, de visibilizarnos. Allí entendí mi labor como actriz. Sueño con que el racismo acabe y no solo por nosotras, también por las generaciones
que vienen.

¿Qué más aprendiste del teatro?
En el 2014 debuté en ‘’En la calle del Espíritu Santo’’ y me enamoré del teatro. Era una historia sobre los esclavos, narrada desde su punto de vista. Advertí que ser actriz es un trabajo social, pues te permite informar, educar y concientizar a la gente. Además, el escenario es el único lugar donde me siento a salvo y escuchada.

También enseñas teatro a niñas. ¿Qué te gusta de la docencia?
Es muy gratificante aportar a sus vidas. Enseñarles y, al mismo tiempo, aprender de ellas. Nos quejamos y renegamos de la sociedad, ¿pero qué hacemos para cambiarla? Trabajar con estas pequeñas es mi forma de contribuir. El taller que dicto busca que se conozcan mejor y se desenvuelvan con respeto, seguridad y tolerancia.

¿Deseas ser madre?
Desde hace un tiempo estoy considerando la idea de no ser mamá. Y no es porque no me gusten los niños o las niñas, es porque, como dice la actriz Wendy Ramos, me subo al tren que quiero. No tengo que cumplir con la convención social de casarme y tener hijos para ser una mujer completa. No. Venimos a este mundo a ser felices, y yo lo soy con mi carrera.

¿Buscas interpretar a mujeres poderosas, que cambian la historia?
Actualmente, grabo una serie por el Bicentenario de la Independencia para TV Perú. Interpreto a una periodista que tiene todo en contra por ser mujer y negra. Aprendió sola a leer y escribir y para ella ser libre no es suficiente. Además de personajes históricos, como San Martín y Bolívar, existen las historias de mujeres luchadoras, fuertes.
Además, con el colectivo ‘’Negra’’ -que formé el 2017 con Jesús Oro y Germán Díaz para impulsar a los dramaturgos peruanos- pensamos montar dos obras el 2019. La primera, sobre cuatro mujeres, entre ellas una que no quiere ser madre y otra que ha sido víctima de violación. La segunda trata sobre el terrorismo desde la perspectiva de los militares. En noviembre próximo, en el festival del Centro Cultural de España, repetiremos la obra ‘’Negra’’.

¿Con qué sueñas?
Con seguir creando y actuando en historias que transmitan mensajes positivos y generen conciencia. La actriz Viola Davis afirma que la actuación es la única profesión que celebra lo que significa vivir una vida. Nosotros tenemos la oportunidad de vivir varias vidas, y eso es
ser afortunado.

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