Sara Morán y su ayudante Natalie preparan la maceta en donde colocan las cenizas de Josué para darle una digna despedida. Al rededor las acompañan algunos perros del albergue Milagros Perrunos.
Sara Morán y su ayudante Natalie preparan la maceta en donde colocan las cenizas de Josué para darle una digna despedida. Al rededor las acompañan algunos perros del albergue Milagros Perrunos.
Andrea Carrión

Una de las mayores preocupaciones para un albergue de perros es conseguir comida para todos sus animales. Luego están los sueldos de los encargados, las medicinas y artículos de primeros auxilios, los productos de limpieza, el conseguir quién los adopte, etc. Y en esta lista también hay un punto que muchos no toman en cuenta, pero que es tan importante como los anteriores, y es ¿dónde poner sus cuerpos cuando ya no tienen vida?

Para quienes cuentan con espacio, la respuesta es fácil; los entierran en un lugar donde otros perros no vayan a desenterrarlos y ya está. Pero para quienes no tienen dónde hacerlo el costo puede sobrepasar su presupuesto. Eso mismo le pasó a Sara Morán, directora del albergue Milagros Perrunos.

A inicios de junio Sara perdió a uno de sus perros más enfermizos. Era un perro que había sido rescatado por una mujer que se lo entregó a con la idea de que se recuperara ahí y luego darlo en adopción.

Josué en una de sus visitas al médico veterinario.
Josué en una de sus visitas al médico veterinario.

Llegó bien flaco y al principio lo mantuvieron a punta de caldo, luego subió de peso y se fue recuperando con comida especial y pastillas para el hígado.

“Se puso bonito, pero la infección lo fue deteriorando y sus riñones se pusieron mal, hasta que dejaron de funcionar y lo dejamos descansar porque ya había dejado de comer. He visto cómo sufren en ese punto, así que elegimos darle una muerte digna”, cuenta Sara.

Cuando vio que no había vuelta atrás con Josué, Sara le envió mensajes a su rescatista para comunicarle que su perro estaba mal, pero no hubo respuesta.

“Quise que supiera lo que estaba pasando con Josué. Luego cuando murió volví a mandarle un Whats App para pedirle ayuda con el entierro, pero me bloqueó. Era lo último que le pedía que hiciera por él y ni eso”, comenta Sara.

Josué cuando aún luchaba por recuperarse.
Josué cuando aún luchaba por recuperarse.

Milagros Perrunos es uno de los 6 albergues para perros afiliados a WUF, una asociación sin fines de lucro dedicada a promover la adopción de perros en estado de abandono, a crear consciencia sobre la tenencia responsable de mascotas y a ejecutar proyectos que contribuyan a la construcción de un mundo mejor para todos los perros.

Angustiada sin saber qué hacer con el cuerpo de Josué, Sara buscó ayuda y la puso en contacto con , empresa afiliada a , un ‘app’ que ofrece beneficios en productos y servicios y que te permite ser parte de una comunidad interactiva donde compartes experiencias y consultas con otros usuarios.

Conmovidos por la historia de Josué, representantes de esta empresa le donaron a Sara el servicio de cremación y la Urnas BIOS, una urna 100% bio degradable diseñada para convertir las cenizas de nuestros seres queridos en una planta o un árbol.

“Nuestro sueño no es solo dar un nuevo pulmón al planeta, sino dejar un regalo a las generaciones futuras, así como también ofrecer una alternativa ecológicamente responsable para así poder convertir los cementerios en bosques”, asegura Gonzalo Valera, co fundador de Semilla de Vida. “Cambiar el concepto que la gente tiene sobre la muerte nos mueve pues no es tanto el fin de un ser querido, sino la transformación a una nueva etapa que sigue representando vida”, agrega.

La misión de Semilla de Vida es permitir que nuestros seres queridos sigan su historia dejando una huella en nuestro planeta y, de paso, convertir los cementerios en bosques.
La misión de Semilla de Vida es permitir que nuestros seres queridos sigan su historia dejando una huella en nuestro planeta y, de paso, convertir los cementerios en bosques.

Animada con la idea de convertir las cenizas de Josué en otro ser que sume a este planeta, Sara compró una maceta en el mercado, le puso tierra, colocó la urna BIOS con las cenizas de Josué y ahora esperará con paciencia a que ese micro cementerio personal dé paso a otro ciclo de vida.

“Josué era un perro grande y yo no quería tirarlo a un basurero. Es bien fuerte esto de no saber qué hacer con ese cuerpecito. Hay gente que los tira al basural sin problema, yo no tengo corazón para dejarlos en cualquier lugar. Felizmente pasé de no saber qué hacer con este cuerpo a saber que alimentaría a un arbolito. Estoy muy agradecida con y con por eso”, dice.

Sara, Natalie y Sinchi, uno de los perro de Milagros Perrunos que busca hogar, regresando del mercado con la maceta que compraron para enterrar las cenizas de Josué.
Sara, Natalie y Sinchi, uno de los perro de Milagros Perrunos que busca hogar, regresando del mercado con la maceta que compraron para enterrar las cenizas de Josué.

Pero para Sara la cosa ni empieza ni termina ahí. Ella es creyente y considera que al ser creación de Dios, los animales también son dignos de amor, respeto y una despedida digna.

“Cuando están agonizando les damos su besito y les hablamos. Y cuando mueren, les decimos que ya son libres, que ya no hay dolor y que ahora todo va a ser paz. Les digo que vayan al paraíso y corran con mamá y papá que ahí los están esperando”, dice Sara.

Josué Q. D.E.P
Josué Q. D.E.P

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