Por Andrea Carrión / WUF
En el Perú se estima que existen más de 6 millones de perros en estado de abandono. A lo largo de los años se han multiplicado los esfuerzos que buscan mitigar este problema y parte de los grandes colaboradores son los albergues o refugios que, si bien no se dan abasto para dar cabida a todos, sí son de gran ayuda.
Gran parte de los animales que son rescatados y llevados a un albergue, suelen pasar varias semanas sanándose de sus lesiones y lo ideal es que, una vez recuperados y esterilizado, esos perros o esos gatos encuentren un hogar. Pero la realidad muestra otra cara pues el concepto de adopción aún está muy crudo en nuestra sociedad.
María José Rivera es una experta en comportamiento canino decidida a transformar mentalidades y masificar la adopción. Desde hace unos años rehabilita perros que muchos dueños dan como casos perdidos y desde hace unos meses, dona parte de su agenda para evaluar perros de albergues y determinar cuáles están listos para mudarse a un hogar feliz.
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“La idea de conocer bien a los perros antes de darlos en adopción es asegurarles a los perros una mejor calidad de vida y así evitar devoluciones”, explica Rivera. “Una buena evaluación te da una idea de cómo colocar al perro correcto en el lugar correcto. Cada perro es diferente, unos son más sensibles que otros, tienen ciertas necesidades, entonces lo justo es poner al perro en la familia adecuada para él, no solo que sea adecuado para la familia”.
Rivera es colaboradora activa de WUF, asociación sin fines de lucro que busca generar consciencia sobre la realidad de los perros abandonados en el Perú. Hace poco la acompañamos al albergue Wasi wau, uno de los albergues afiliados a WUF, para evaluar a un grupo de perros que pronto lucirán su mejor cara en el portal de WUF.
Antes de iniciar el examen es importante conocer el historial del animal y anotar datos como edad, sexo, raza o mezcla de razas, si está esterilizado o no y perfil básico de personalidad para saber cómo se lleva con otros animales y con las personas.
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Un colaborador fundamental en este proceso es la persona encargada del albergue. En este caso Richard Salas, quien lleva casi un año viviendo con los perros de Wasi wau, ayudó con algunos rasgos de cada uno de ellos.
“Cacao es dulce, le encanta comer, jugar con la pelota y bailar. Suya es tranquila y cariñosa, Avioneta es juguetona y a Cielo le gustan las visitas. A Chia le gusta dar abrazos y Nicolás, quien estuvo en quimioterapia, es muy dulce”, explica Salas mientras ayuda a Rivera con la selección de los candidatos.
Una vez que averigua lo básico sobre cada perro, Rivera le dedica de 15 a 20 minutos a cada uno para conocerlo mejor.
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“Los llevo afuera del albergue para alejarlos del ambiente y lo primero que evalúo es su capacidad para conectarse con el humano, veo si es un perro que está concentrado o no. Segundo, veo qué tanto le gusta ser tocado; si se deja tocar la cara, las orejas, las patas, las uñas y si usa mucho su boca”, señala Rivera.
Otra de las técnicas que usa Rivera es agacharse para ver si el perro tiende a venir hacia el humano y si lo hace, se fija bien cómo lo hace; si se acerca de frente, de costado o de espaldas.
“El agacharte es invitar al perro a tu espacio, entonces hay perros que se acercan de frente, hay los que caminan de costado y hay los que cuando llegan a ti, se ponen de espaldas. Esos perros no están interesados en uno”, explica Rivera. “También hago sonidos fuertes para ver cómo reaccionan, sonidos que son desagradables, como chocar dos platos delante de ellos y me voy acercando a ver cuánto aguantan. Hay los que salen corriendo o los que ni se inmutan”.
Otra herramienta es tirarle una pelota o mostrarle un juguete al perro para ver qué instinto de juego tiene, si le sale natural o si le da lo mismo.
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“Me interesa mucho ver qué tan ordenada o desordenada es su mente. Si es una mente muy desordenada y es adoptado por una familia en cuyo hogar suele haber mucha bulla, ese perro va a ser un terremoto. A un perro desordenado le irá mejor en una casa tranquila”, asegura.
El tiempo de concentración que suelen tener los perros es de máximo 30 minutos, ese es el tiempo ideal que Rivera tiene para trabajar con ellos. De ahí se aburren. Cuando se evalúa a perros de albergues, se debe de tomar en cuenta varios factores que no están a favor del animal como su nivel de estrés, la bulla de los otros perros, el ambiente y hasta la temperatura.
Debido al estrés propio de los albergues y las perreras, un perro que en condiciones normales enamoraría a cualquier potencial adoptante, podría reprobar una primera prueba de comportamiento debido a la influencia que está teniendo el ambiente de encierro en el que se ha visto forzado a vivir. Esto ocurre especialmente con perros recién llegados y puede tomarles de 3 a 4 días adaptarse.
Nuestra sociedad recién se está abriendo al concepto de adoptar animales que han sido recogidos de la calle y que, por lo general, son de razas mixtas. Más allá de ver una rotación que les permita rescatar a más mascotas, los albergues han colmado su capacidad de ayuda. Sin embargo, en el último año se ha notado un incremento en el interés de la gente por adoptar e iniciativas como WUF, la que ofrece herramientas necesarias para combatir el problema, están dando buenos resultados.
* Para esta nota colaboró María José Rivera, experta en psicología y comportamiento canino, fundadora de Dog Balance.