A Magnesia le calculan entre 2 y 3 años de edad. Con los perros rescatados uno nunca sabe, lo que Olga y sus hijos Sebastián y Óscar sí tienen bien claro es que la sienten como una hija y hermana más.
A Magnesia le calculan entre 2 y 3 años de edad. Con los perros rescatados uno nunca sabe, lo que Olga y sus hijos Sebastián y Óscar sí tienen bien claro es que la sienten como una hija y hermana más.
Andrea Carrión

En pocos días los De Córdova celebrarán un cumpleaños muy especial, y no necesariamente un aniversario de vida, sino uno de vida en familia.

Se acuerdan perfecto de la fecha: 20 de julio del 2016. Ese día Rafael De Córdova y su esposa Olga Pinzón llegaron al malecón de Miraflores con sus hijos Sebastián y Oscar para recoger a su tercera hija, una de cuatro patas llamada Magnesia, quien más allá de aflojar sus emociones a primera vista, les derritió el corazón.

“Fue impresionante la conexión que hubo cuando nos la entregaron, fue el momento más tierno del mundo. Oír a mis hijos decir ‘mírala mamá, ella es’, fue tremendamente emocionante”, recuerda Olga.

Lo irónico es que Olga no fue precisamente la más entusiasta cuando Sebastián le pidió por primera vez llevar un perro a casa.

“Yo no quería perro, así de simple. Se me hacía terrible encerrar a una mascota en un departamento. Por otro lado, los olores”, dice Olga entre risas. “Además sentía que la responsabilidad de alimentarla y sacarla a pasear iba a terminar cayendo sobre mi”.

Sebastián nació en Colombia y dice que había querido un perro desde que vivía en Bogotá. A Olga, también colombiana, se le hacía imposible pensar en meter un perro a un departamento, pero Magnesia le probó lo contrario.
Sebastián nació en Colombia y dice que había querido un perro desde que vivía en Bogotá. A Olga, también colombiana, se le hacía imposible pensar en meter un perro a un departamento, pero Magnesia le probó lo contrario.

Sebastián y Oscar siguieron con su plan y éste incluía no comprar un perro, sino adoptarlo. Un día, durante un almuerzo de amigos, escucharon de la asociación sin fines de lucro WUF, que promueve la adopción de perros y la tenencia responsable de mascotas. Esa misma noche entraron a su portal, , y ahí vieron a Magnesia por primera vez. No sabían qué les gustaba más, si su nombre o su pinta de traviesa mezclada con ternura.

“Ahí Rafael tomó el rol más importante y dijo ‘Te guste o no te guste, yo quiero que mis hijos tengan un perro’. Y así fue que fuimos para adelante con el plan”, comenta Olga.

Magnesia
Magnesia

Sebastián por fin tendría a ese pata –o esa pata- que lo acompañara en casa, en la calle, a donde la llevara. Como él mismo dice, le gustaba la idea de tener un amigo que no lo juzgara, que lo apoyara sin importar nada.

“Y quería que fuera adoptado porque es una mejor causa. Ya antes había escuchado sobre la adopción, pero pensaba que eran perros feos y pulgosos, y que me iba a contagiar algún virus o algo así. Pero cuando entré a , vi las fotos y leí que eran perros que viven en albergues temporales y que los entregan bañados, vacunados, desparasitados y esterilizados, me convencí”, explica Sebastián, aunque aún quedaban unas cuantas personas por persuadir.

Su mamá seguía con el freno bien puesto. Ni siquiera se convenció con la entrevista vía Skype que un representante de WUF hizo con toda la familia presente, incluida Antonia, quien apoya con los quehaceres del hogar.

Otro hueso duro de roer fue la abuela. Sebastián cuenta que ella siempre ha tenido perros finos, entonces no entendía por qué adoptar uno cruzado.

“Decía que Magnesia era fea. Hasta Antonia me preguntaba ‘¿Pero por qué vas a adoptar a un perro callejero si vives en San Isidro?’. Solo porque vivimos en este distrito pensaba que no podíamos tener perros chuscos. Hoy mi abuela adora a Magnesia y Antonia más todavía. Las dos cambiaron de opinión poco tiempo después y todo porque Magnesia se hace querer”, comenta Sebastián.

Algo que Olga hizo desde el día 1 fue mandar a hacer una plaquita con el nombre de Magnesia y un número telefónico, algo que todo dueño de perro debe de hacer por si su mascota se pierde.
Algo que Olga hizo desde el día 1 fue mandar a hacer una plaquita con el nombre de Magnesia y un número telefónico, algo que todo dueño de perro debe de hacer por si su mascota se pierde.

Y algo similar pasó con Olga, pero multiplicado.

“Estoy enamorada de Magnesia, me genera mucho cariño”, dice mientras le acomoda su chompita de gala. “Cuando llegó a esta familia, tenía una mirada como rasgada, prevenida, pero de repente su expresión fue cambiando. Hoy la siento una perra feliz. Me busca mucho y yo la súper consiento. Creo que ella puso más de su parte, se hizo querer y se entregó para que yo la quisiera. Nunca me ha ladrado, nunca se ha portado mal, me respeta, nunca la he tenido que regañar... tal vez ella sabía que conmigo había que esforzarse un poco más para conquistarme y lo logró”.

Magnesia no solo su robó rapidito la confianza y amor de esta familia peruana-colombiana, sino que además sirvió de puente para que Olga se reconectara con una prima lejana.

La noche que WUF publicó la adopción de Magnesia en su muro de Facebook, esta prima contactó a Olga por Messenger y le contó que ella había sido quien en algún momento le dio hogar temporal a Magnesia.

“Ella nos dio un ‘tip’: no tocarle la cola porque podía reaccionar. Y efectivamente hubo un par de episodios, pero el seguimiento de WUF fue impresionante, por lo menos un año estuvieron pendientes de la relación de Magnesia con cada uno de nosotros y en poco tiempo todo fluyó bien”, agrega Olga.

Óscar y Magnesia
Óscar y Magnesia

Finalmente las fantasías que Olga se hizo pensando en todos los contras de tener un perro se esfumaron en poco tiempo. Magnesia no solo se adaptó a un espacio sin jardín y a sus tres paseos diarios, también lo hizo a su comida de bolitas, a su cama en la lavandería, a su cojín al lado de la ventana, y hasta se acostumbró a esperar bien sentadita en la puerta de la iglesia mientras su familia escucha su misa cada domingo.

“No sabes lo orgullosa que me siento cuando en la calle ven que en su collar dice WUF y comentan ‘Esos perros son los que me gustan’”, dice Olga.

“Con los perros es como con la gente; así como le das la oportunidad a una persona nueva cuando recién la conoces, con los perros es igual, es cuestión de darles la oportunidad y darse la oportunidad a uno mismo de tener una mascota y entender lo que es. Es un amor incondicional, un amor que se hace parte de la familia. Magnesia es parte de esta familia”.


¿Qué es ?
WUF es una asociación sin fines de lucro dedicada a la promoción de la adopción, el trabajo de concientización sobre la realidad de los perros en estado de abandono y la ejecución de proyectos que contribuyan a la construcción de un mundo mejor para todos los perros.

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