Kira es una de tantos animalitos que nació en la calle a vista y perfecta indiferencia de las personas que la rodean, pero a la vez es una de las pocas que han tenido la suerte de ser rescatados.
Hoy Kira vive en una especie de nirvana; tiene parque y jardín propio donde jugar, una piscina por si quiere un chapuzón, agua y comida todos los días, pero especialmente, tiene gente que la adora.
Hace unos días, Micaela Flores nos contó cómo llegó Kira a su vida y por qué se animó a adoptar a un perro mestizo en lugar de comprar un perro de raza pura.
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“Hacía tiempo que yo quería adoptar un perro, pero mi mamá tenía sus dudas. Siempre hemos tenido perros, pero han sido comprados o regalados, mi mamá pensaba que un adoptado podía tener traumas o que podría llevarse mal con Sirio, nuestro otro perro”, comenta Micaela, estudiante de 22 años de edad.
Luego de enterarse de WUF gracias a Facebook y a algunas notas publicadas en El Comercio, Micaela ingresó a wuf.pe/adopta, hizo una búsqueda usando un filtro para encontrar al candidato según sus requisitos y al quedarse con seis opciones, llamó a su mamá.
“Primero elegí la opción de perro de tamaño grande porque, por lo general, la gente prefiere perros chicos y yo tengo espacio y un parque al frente. Después pedí que fuera adulto porque, una vez más, si puedo darle la oportunidad a un perro con más edad, ¿por qué no? Todo el mundo prefiere cachorro. Y finalmente quería hembra porque Sirio es macho”, explica Micaela. “Cuando vi la foto y el perfil de Kira, me enamoré y mi mamá se convenció”.
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El 31 de octubre Kira llegó a su nuevo hogar. Al principio no fue fácil. Con dos años de edad, Kira venía de nacer en una calle de Los Olivos a ser llevada a un albergue en el que se quedó solita luego de que su madre, Pirata, y sus hermanitos fueran adoptados. Eventualmente, Kira fue adoptada por una familia, pero al poco tiempo WUF se enteró de que había sido llevada a una casa en Cieneguilla en donde la tenían amarrada y sin un techo que la protegiera. Una vez más fue auxiliada por una rescatista de Voz Animal y regresó al albergue.
Al llegar a la casa de Micaela y su familia, era de esperar que Kira tuviera un comportamiento particular.
“Mi principal miedo era Sirio, él ya tiene 7 años con nosotros y es bien engreído. Por eso planeamos el encuentro en un parque lejos de casa para que no fuera territorio Sirio. Después de 2 horas llamé a WUF a preguntar ¿qué hago? ¡Ayuda! Me orientaron súper bien, me dijeron que no tuviera nervios y así los trajimos a casa”, recuerda Micaela. “Al principio Kira no quería ni entrar, pero poco a poco se fue animando y Sirio ni bola. Es una perrita bien educada porque nunca se ha hecho (sus necesidades) dentro de la casa. Eso sí, al principio cuando la sacaba a la calle le tenía pánico a los carros, lo mismo con la escoba, pero ahora normal”.
Otros cambios que Micaela notó en Kira desde su llegada fue que al principio no quería dormir en su camita, ahora no solo usa su cama sino también algunos sillones de la casa, como una silla con cojines que invadió a sus anchas mientras hacíamos la entrevista.
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“Siempre ha sido dócil, nadie en la casa entiende por qué se tardó tanto en ser adoptada, es adorable. Y encima al principio ni ladraba, ya luego se copió de Sirio y ladra cada vez que él lo hace. Ya son patas”, agrega entre risas.
Micaela ha vivido con perros desde niña, pero nunca fue consciente de la posibilidad de adoptar uno, hasta que su abuela lo hizo. Años atrás, ella recogió a un perro que encontró en un parque, lo llevó a su casa y le puso de nombre Waipe. Además Micaela tiene dos tíos veterinarios que la expusieron a los animales y le enseñaron a cuidar de ellos, tanto así que una vez hizo un trabajo en el colegio sobre un albergue de animales.
“Siempre me llamó la atención, nunca relacioné perro chusco con perro no deseado, jamás”, agrega. “A quienes están pensando en adoptar pero aún no se animan, le diría que se atrevan, vale la pena. He tenido un montón de perros y todos han sido distintos y porque uno sea comprado o de raza no significa que vaya a ser mejor o peor, depende de la personalidad del perro y de cómo lo críes”, asegura Micaela. “Kira vino perfecta y lo mejor es que no me tuve que dar la chamba de educar a un cachorro pues ya vino educada”, añade.