Por Andrea Carrión / WUF
Una de las actividades favoritas de Crash es subir y bajar rampas, saltar barras, cruzar túneles de tela y sortear todos esos aparatos que se usan en los circuitos de agilidad canina. Lo hace muy bien y de no ser por Melanie Hill, probablemente sus obstáculos tendrían que ver más con comida, autos, golpes, frío… o tal vez ya estaría muerto.
Este perro de 2 años de edad es uno de tantos millones de perros en el mundo que nacen en la calle y que crecen solo porque alguien se compadece de ellos. De hecho, Crash fue el único de su camada en sobrevivir. La mamá de Melanie lo recogió cerca de la playa San Pedro cuando tenía unos 3 meses de edad. La madre nunca se dejó atrapar.
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“Mi perrita había fallecido hacía un mes y yo estaba buscando un perro atlético que fuera bueno para hacer ejercicio y que pudiera entrenar para ‘agility’ (pruebas de agilidad). Cuando mi madre me lo enseñó, me encantó, pensé que tenía el tipo perfecto y no me equivoqué”, comenta Melanie, recién graduada de la carrera de veterinaria.
Ella y Crash están en cuanto campeonato pueden. Suelen participar en los concursos organizados por algunos distritos de Lima y desde hace un año empezaron a ser parte de los campeonatos oficiales a nivel nacional.
“Es excelente que ya puedan participar los perros mestizos, pueden hacerlo mientras tengan un chip y estén vacunados. A ellos recién los agregaron hace unos años, pero a nivel internacional algunas competencias como el Mundial todavía es solo exclusivo de perros de raza”, señala.
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Rescatista de familia
Melanie conoce de cerca el potencial que tienen los perros, sean de raza pura o de raza mixta. Lo sabe por su carrera, pero también porque su madre lleva años rescatando perros abandonados por la zona donde vive, Punta Negra.
Su mamá no tiene un albergue oficial, pero en su casa tiene varios perros rescatados a los que les busca hogar. Empezó desde que Melanie era una niña. Primero le dio pena un perro, luego le dio pena otro y con el tiempo se fue llenando de animales. Ahora solo recoge casos extraordinarios pues ya debe de tener unos 22 perros en total.
“A partir de El Silencio hacia el sur no hay tanto perro callejero en comparación a lo que se encuentra en Lurín y en San Pedro. Ahí hay demasiados, supongo que es porque hay más asentamientos humanos alrededor”, comenta Melanie. “Y en San Pedro es bien triste porque llegan los comerciantes por la temporada de verano, los tienen ahí y cuando termina el verano ellos se van y los perros se quedan ahí, sin esterilizar claro”, agrega.
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Y ello solo lleva a la reproducción sin control que termina generando un gran número de animales abandonados, hambre, accidentes, abuso, problemas de salud pública, entre otros, a menos que familias como la de Melanie –que son pocas- salgan al rescate.
“Mi mamá sufre para alimentarlos a todos. Felizmente mi padrastro la ayuda un montón, pero igual es difícil”, señala. “Todo sería más simple si la gente fuera más responsable. Por esa zona no hay mucha cultura de esterilizar y castrar, ‘pobrecito’, dicen. Pero igual los dejan en la calle, es un poco contradictorio”, señala.
Melanie cuenta que cuando era una niña, le daba mucha cólera ver cómo la gente abandonaba a sus perros. Todavía siente frustración ver de tan cerca la poca sensibilidad que existe en este campo, pero su experiencia la ha ayudado a equilibrar sus emociones con proactividad.
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Hoy no solo promueve la adopción y la tenencia responsable con su historia y vistiendo una gorrita con la frase ‘Adoptado es mi mejor raza’, sino que además demuestra a través de Crash que un perro de raza mixta puede ser tan extraordinario, ágil y talentoso como cualquier otro perro.
“¿Para qué gastar dinero si puedes llevar uno sin hogar? Se puede hacer muchas cosas con los adoptados, desde ‘agility’, ejercicio o actividades como paseos de montaña. Ellos pueden hacer las mismas cosas que los de raza, no hay por qué discriminarlos”, agrega Melanie.