Hace 2 años Carmen Ríos y su hijo rescataron a Tami cuando apenas tenía 2 meses y estaba en pésimas condiciones.
Hace 2 años Carmen Ríos y su hijo rescataron a Tami cuando apenas tenía 2 meses y estaba en pésimas condiciones.
Andrea Carrión

Hay familias que pasan meses planeando la compra o adopción de un perro nuevo, hay las que van a la tienda o el mercado y compran el primero que les gusta, mientras que hay otras que llegan a su casa y se encuentran con uno aterrado en su cochera. Ese es el caso de la familia Ríos y Tami.

Para Carmen Ríos ese encuentro es tan importante que no se olvida de la fecha: 23 de junio del 2015. Cuenta que ese día regresaba a casa con su hijo cuando de pronto vieron metida bajo un carro a una cachorrita sucia, aterrada y enferma.

Lo primero que hicieron fue ofrecerle comida. Calcularon que tendría unos 2 meses de edad y no estaban seguros de qué querría comer, pero al ofrecerle bolitas de comida seca para perros, ella comenzó a masticar con desesperación. El hijo de Carmen aprovechó su hambre para hacerla subir hasta el cuarto piso e hizo una fila de bolitas hasta llegar a la puerta de su departamento.

Tami fue superando sus miedos poco a poco.
Tami fue superando sus miedos poco a poco.

Recién cuando le ofrecieron agua se dieron cuenta del grado de abandono en el que había estado esta perrita porque comenzó a beber sin parar.

“Estaba muerta de sed, no se imaginan cómo bebía, pero cuando terminó, no dejaba de mirarnos con su carita de agradecimiento y sus orejas caídas”, comenta Carmen.

Ya con la barriga llena y más tranquila, Tami –como decidieron llamarla-, comenzó a sobarse en las piernas de Carmen.

“Tenía una mirada muy triste y la pobre se rascaba sin parar. Tenía un olor insoportable por las heridas rojas en su lomo, sus orejas ya no tenían pelo debido a los hongos que llenaban su cuerpo y estaba llenecita de pulgas”, recuerda Carmen.

Pero nada de esto les importó. Esa noche Tami se quedó a dormir en un rincón en donde la acomodaron con papeles y trapos limpios.

“No imaginan su mirada profunda de felicidad. Cuando la acomodamos en una esquina, se quedó dormida, sueño que le duró toda la noche de corrido sin molestar. Habíamos dejado papel periódico para que haga su pila y no ensuciara el departamento, y así lo hizo”, dice Carmen.

Al día siguiente la llevaron a la clínica veterinaria para evaluar su estado de salud. Ahí empezó su tratamiento incluyendo baños medicados.

“Fue casi un mes de idas y vueltas en taxi para ponerle inyecciones, antibióticos, baños... era difícil transportarla porque tenía miedo de salir a la calle, temblaba mucho, le aterraban los ruidos, la bulla de los carros, todo. Pero ahí en la clínica Rondón nos apoyaron mucho y estoy muy agradecida con ellos”, comenta.

Tami en una de sus primeras noches con la familia Ríos.
Tami en una de sus primeras noches con la familia Ríos.

Cuando Tami apareció en la vida de los Ríos, su nivel de energía era tan bajo que apenas se hacía sentir. Comía y dormía todo el día, pero a los 15 días sus heridas empezaron a sanar y su ánimo comenzó a despertar. Ya era momento de poner el clásico aviso de ‘Perrita encontrada busca hogar’, pero eso no sucedió. Para entonces ya estaban acostumbrados a Tami y ella a ellos. Todavía temblaba cuando le tocaba salir a la calle, se comportaba como si la fueran a abandonarla, pero todo eso mejoró con el tiempo.

“Hoy en día mi hija Tami es muy pero muy feliz, es obediente y se queja para salir al balcón porque le encanta mirar cuando pasan los perros. Ahora está más segura de sí misma. La llevamos al parque, juega, es muy sociable y hermosa, pesa 18 kilos, está muy sana y muchas veces nos despierta subiendo a la cama, ladrando cuando llega alguna visita... a todos recibe por igual moviendo de cola”, cuenta Carmen.

“La verdad, no me arrepiento de haberla acogido en mi hogar, llegó en un momento cuando necesitábamos de ella y ella de nosotros”, asegura.

Tami siempre pide que le abran la puerta del balcón.
Tami siempre pide que le abran la puerta del balcón.

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