Por Andrea Carrión / WUF
Gorditos y rebosantes, tupidos de pelo sano y limpio, pero sobretodo amigables. El concepto de abandono y desamparo que tienen muchos perros callejeros que viven en varias ciudades del sur de Chile es casi opuesto al que viven miles de perros en el Perú.
Durante un reciente viaje realizado a Puerto Montt, Puerto Varas, Frutillar y Chiloé, además de apreciar el maravilloso paisaje que las adorna, llamó nuestra atención el casi perfecto estado en el que se encuentra la mayoría de perros que rondan el centro de estas ciudades.
Al principio parecen andar en su propio mundo, siempre de pie o echados cerca de alguna tienda o restaurante. Basta que los mires o que les hables para que se acerquen con la cola hecha un limpia parabrisas en acción. La gente local ni se inmuta con su actitud, son las mascotas de todos y de nadie a la vez.
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“La mayor parte de los que vivimos en el sur (de Chile) somos amantes de los animales y de la naturaleza. Acá cuidamos tanto al animal doméstico como al silvestre”, comentó el taxista José Paredes mientras nos lleva de Puerto Varas al aeropuerto. “Aquí la gente es muy amable con los perros, hay mucha consciencia, no se encargan de ellos, pero sí se compadecen. Esto no sucede en ciudades grandes como Santiago, allá hay mucho maltrato e indiferencia”.
No solo los turistas alimentan con sobras a los perros callejeros, los dueños de los locales también se ocupan de ellos dándoles alimento, agua y, en ocasiones, techo, especialmente cuando el clima es extremo.
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“Yo nací en Temuco y allá también cuidamos de nuestros animales. El chileno del sur es, por lo general, bien caritativo, compartimos un pedazo de nuestra sándwich o lo que sea”, comentó Carlos, un mesero que encontramos en Peulla.
Estos perros están tan acostumbrados a contar con su porción diaria, que se dan el lujo de rechazar ciertos alimentos. En Bariloche, Argentina, donde propios y extraños también velan por el bienestar de sus animales sin hogar, encontramos varios perros grandes y obesos que al recibir papas fritas de una pareja de turistas, voltearon el hocico y siguieron su camino.
Tras escuchar esta anécdota, Alberto Gauna, representante de la Prefectura de Bariloche, dijo entre risas que eso es solo resultado de la cantidad de atención que reciben los perros y gatos de la zona.
“Ellos responden a la amabilidad del turista, de los estudiantes que vienen de viaje de promoción y de los residentes, sobretodo de quienes tienen negocios. Establecen una relación recíproca; uno da comida y agua, el otro da protección”, aseguró.