“Voy a terminar lo que ella comenzó”

A un año de la repentina partida de la Sra. Gloria Proleón, Carlos Chuzón lucha cada día por cumplir con la promesa que le hizo a su madre: cuidar de los 50 animales que dejó tras su muerte en el albergue Mi Pequeño Refugio
Carlos Chuzón junto a su tío, el hermano de Doña Gloria, alimentan parte de su manada en el segundo piso del refugio.

Carlos Chuzón Proleón se acomoda en un sillón para contarnos cómo corre la vida en su pequeño refugio. Mientras empieza con la historia del albergue, un ladrido lo interrumpe. “¡Canela, deja a la Negra en paz!”, grita. Luego sigue con su relato y de pronto otra pelea. “¡Caramba, Pelusa, sal de ahí!”Esa es su vida y siempre fue así. Y es que desde que era un niño, su madre recogía perros y gatos de la calle y los acogía en su pequeña casa del Callao.“Desde que tengo uso de razón hubo animales en mi casa, siempre rescatados, heridos o abandonados. Pero esta casa era diferente, tenía paredes de adobe, madera y calaminas de metal, había poco concreto y un patio de tierra donde andaban los perros”, recuerda.

En este albergue hay 30 perros y 20 gatos, todos rescatados de alguna situación de enfermedad, accidente, maltrato o abandono.

Carlos es uno de los cuatro hijos de Gloria Proleón, la fundadora de Mi Pequeño Refugio. Hace poco más de un año Doña Gloria falleció debido a dos tumores que tomó a todos por sorpresa. En su cama de hospital, más que preocuparse por su salud, ella pedía que no abandonaran a sus perros. Y así fue.“Yo tomé la posta del albergue. Fue un momento duro porque pasé 6 meses entre la casa que había alquilado y la de mi mamá, va y viene, va y viene. Encima yo trabajo en Villa El Salvador, todo un viaje hasta el Callao, era muy estresante. Hasta que terminó mi contrato de alquiler y me regresé a vivir por completo a la casa de mi madre, junto con los perros. Y es que quiero terminar lo que ella comenzó y eso es lo que estoy haciendo, así me demore años”, comenta Carlos.

Leticia es quien cubre a Carlos cuando él está trabajando. Ella alimenta a los animales y se encarga de que la casa esté limpia y segura para todos.

Por suerte Carlos no está solo. Su pareja Liz Marina, madre de su hija Sofía, es pieza clave en el funcionamiento de este albergue de perros adultos, en su mayoría.De lunes a viernes, en esta casa las luces se prenden a la s 4:30 a.m. para empezar a sacar a los perros, siempre por grupos. Felizmente hay un parque cerca y esa hora no hay gente en la calle. Luego Carlos les da un puñado de comida y a las 5:35am se va a trabajar. A las 6:30am su señora se levanta para llevar a Sofía al colegio. De regreso a casa pasa por el mercado para comprar menudencia, cuello, patas, alas... todo para el sopón con el que mezclan la comida seca de los perros.“Y es que antes gastábamos demasiado dinero en alimentarlos. Eran 10 kilos diarios de comida para perro y 2 kilos de comida para gato, unos 60 soles en total. Ahora con la sopa nos rinde el doble y los perros comen con más ganas”, comenta Carlos.

Este aguadito tiene pollo, arroz, vegetales y se mezcla con alimento balanceado.

Además de Liz Marina, Carlos cuenta con la ayuda de su tío, quien se encarga de los perros del segundo piso. Con el tiempo la casa se reconstruyó con ladrillo y concreto, lo que permitió darle más espacio y una mejor distribución a los animales.“La mayoría son perros adultos, algunos tienen entre 14 y 15 años. Solo tengo 3 cachorros, de 8 meses de edad, hijos de una perrita que rescatamos en pésimas condiciones, un caso especial. A ellos les estamos buscando hogar, ojalá alguien se animara a adoptarlos, son perros muy buenos y juguetones”, comenta Carlos.

El promedio de edad de los animales en este refugio es de 10 años.

Carlos ya perdió la cuenta de la cantidad de veces que acompañó a su madre a campañas de adopción y esterilización, algo que aún hace cuando hay tiempo, energía y recursos. Esa es una manera de ayudar a que el albergue siga caminando, pero la principal fuente de ayuda viene de las donaciones de comida.Mi Pequeño Refugio cuenta con la asistencia de ciertos padrinos y madrinas que donan tiempo, experiencia y/o alimento balanceado. Una de ellas es Cecilia Boza, quien a través de su empresa Expresso Dogo, dona un porcentaje de la venta de sus esculturas de perro. También cuenta con el apoyo de un médico veterinario que les consigue anti pulgas a buen precio.

Cecilia Boza lleva años apoyando a Mi Pequeño Refugio con donaciones o promoviendo la adopción de sus animales.

Pero así como hay personas que tienden la mano, también están las que tienden problemas. Si no abandonan animales en bolsas o cajas, llaman al albergue pidiendo reciban a sus mascotas. “Si no es todos los días, es inter diario que recibo llamadas de gente diciéndome cosas como ‘Oiga joven, sabe qué, me voy a mudar y tengo un perrito y allá no lo puedo tener. ¿Usted lo puede recibir? Y yo tengo que repetir el mismo discurso: ‘No señor, el albergue está lleno y no recibimos animales en esos casos. Además, usted tiene un perro, yo tengo 50 animales, y encima tengo gatos hasta en el baño’. Y así, decenas de esas llamadas”, cuenta Carlos.

"En familia siempre es más fácil. Esta experiencia nos fortalece", comenta Carlos Chuzón.

Afortunadamente, estas llamadas no son más que un fastidio pasajero, en este albergue los beneficios superan los malos ratos y la energía de Doña Gloria pareciera iluminar cada rincón de este pequeño refugio de gran corazón.“Sí es una vida sacrificada, pero haces una buena obra pues. Mi motivación es terminar lo que mi mamá empezó. Ella fue una mujer emprendedora, luchadora, siempre al borde de la mejora. Fue una señora que me enseñó a darle la oportunidad a estos animalitos que no tienen la culpa de existir”, comenta. “Estos animales son compañeros de vida, seres que te muestran su cariño, independientemente de si son de raza o mestizos. Un perro es un perro. Y si no tienes el tiempo o la dedicación para adoptar uno, pues siempre hay la posibilidad de colaborar con donaciones a aquellos que sí podemos cuidar de ellos”, agrega.

Aquí los perros son cariñosos y juguetones.
Uno de los cachorros en adopción. Tiene 8 meses de edad.
Otro de los cachorros en adopción. Tiene 8 meses de edad.
Otro de los cachorros en adopción. Tiene 8 meses de edad.
Según Carlos, muchos tienen prejuicios respecto a los niños y las mascotas, pero su hija Sofía es una niña sana, compasiva con los animales, segura de sí misma y desenvuelta gracias a los perros.
La curiosidad y el jugueteo siempre es una característica de los perros.
Exte gato es amigo de los perros.

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