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Cuando nos enteramos del secuestro de los trabajadores de Camisea, en Cusco, a manos de los terroristas de Sendero Luminoso, el periodista Ralph Zapata y yo fuimos los primeros en llegar a la zona. Los días previos a la liberación de los rehenes habíamos recorrido todos los pueblos entre Kiteni y Alto Lagunas buscando información. Después de varios días de la liberación de estos, decidimos regresar a Alto Lagunas, ya que un comunero de la zona nos contó que el helicóptero de la policía derribado (donde falleció la capitán Nancy Flores Paúcar) se encontraba en su parcela. Al día siguiente partimos muy temprano desde Kiteni a Alto Lagunas para ubicar el helicóptero. A nuestra ‘expedición” se sumaron periodistas de un canal de televisión y un diario. Luego de caminar varias horas por una trocha espesa, observamos como a unos 150 metros a un hombre armado con un fusil. Él vestía un buzo y una camiseta deportiva. Sin embargo, lo que llamó nuestra atención fue que se presentara como miembro del Partido Comunista del Perú (PCP). Muy amablemente nos indicó que avanzáramos unos metros más adelante y que no nos moviéramos, ya que el comunicaría a sus compañeros sobre nuestra presencia. A los pocos minutos llegaron cuatro hombres armados acompañando al jefe de ese grupo. El líder no estaba armado. Se presentó como Iván, nos invitó a sentarnos en el piso, pero nosotros nos negamos amablemente, ya que sentarse en el piso significaba tener las armas de estos sujetos a la altura de nuestras cabezas. Desde un primer momento Iván nos preguntó si venían militares con nosotros y si teníamos teléfonos satelitales. Iván, a quien de inmediato identificamos como líder de este grupo, empezó a narrar con triunfalismo cómo asesinaron a los policías que patrullaban en un helicóptero la zona de Kiteni, tras la liberación de los rehenes de Camisea. En todo momento se refería a la Fuerzas Armadas como las ‘chilenizadas fuerzas armadas’, y que la intención del secuestro era hacer venir a la zona a los militares y policías para matarlos. También dijo que los bombardeos de los helicópteros eran “como caca de gaviota” para ellos, que habían confiscado tres fuslies AKM y otros pertrechos de guerra durante la emboscada que hicieron a una patrulla del ejército. Nos prohibieron hacer fotos y videos. Lo que hice fue sacar fotos con mucho cuidado con una cámara Fuji estilo vintage, que tiene un obturador silencioso. Casi después de hora y media escuchando a Iván, le dijimos que debíamos regresar a Kiteni. Pero él nos conminó a seguir nuestro camino para lograr nuestro objetivo, que era ubicar el helicóptero. Seguimos caminando y luego de kilómetro nos encontramos con el ‘corredor de la muerte’, un camino que tenía como trofeos de guerra botas, cascos y uniformes de los militares emboscados y partes del helicóptero. Estas prendas estaban acomodadas a lo largo de un camino de 100 metros donde fueron plantadas minas anti personales. Aquí fue emboscada la patrulla mixta de la policía y del ejército. Luego de dos horas de camino encontramos el helicóptero en una zona boscosa, muy tupida, de geografía accidentada. Acceder al lugar fue muy complicado. De regreso, en Kiteni, fuimos directo al hotel a recoger nuestras cosas y partir hacia la ciudad del Cusco, para evitar que la policía nos decomise el material gráfico si se enteraban del encuentro con esta patrulla de Sendero Luminoso. Días atrás habían intentado quitarme las fotos de la liberación de los rehenes, ya que demostraban que no se rescató a los rehenes, sino que fueron liberados. Horas más tarde, al enviar las fotos al diario, nos enteramos de que Iván era Martin Quispe Palomino, número dos de Sendero Luminoso, conocido como el ‘Camarada Gabriel’, quien fue abatido por las fuerzas del orden en agosto del 2013.

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