Así Lionel Messi y todo el Barcelona tras el partido de ida de la Supercopa de España. El argentino y compañía extrañaron a Neymar contra Real Madrid. (Foto: AFP)
Así Lionel Messi y todo el Barcelona tras el partido de ida de la Supercopa de España. El argentino y compañía extrañaron a Neymar contra Real Madrid. (Foto: AFP)
Guillermo Oshiro Uchima

ha dejado 222 millones de euros en las arcas del , pero parece haberse llevado lo más preciado del Camp Nou: la felicidad de su fútbol. La partida del brasileño ha desarmado el ‘nuevo’ once de Valverde, un problema hoy sin solución –no es serio pensar en Deulofeu para mantener la estructura del 4-3-3– que confirma que el gran negocio fue del PSG y obliga a los catalanes a la urgente reestructuración solo postergada por la eficacia de la ‘MSN’.

La sobrevivencia del Barza en las últimas temporadas fue virtud de un tridente ofensivo que minimizaba con goles cualquier duda razonable por la funcionalidad de sus líneas posteriores. Tras la marcha de Guardiola, el cuadro culé fue mutando hasta transformarse en un equipo monotemático que resolvía todos sus problemas arriba, en el área rival donde Messi, Suárez y Neymar maquillaban todos los desperfectos en la zona de elaboración.

Ya no estaba Xavi para manejar los cambios de velocidad de la máquina, para indicar cuándo pisar el área rival o cuándo circular el balón hasta encontrar una grieta en la defensa rival; y la lucidez de Iniesta también se fue diluyendo porque su magia es cada vez más inconstante. Ahí, en ese sector donde se gesta el verdadero estilo de un equipo, el Barza fue perdiendo su identidad, esa armonía de toques hipnotizantes que Pep había sellado a fuego en su histórico equipo.

Salvo Rakitic, los otros volantes que llegaron –Arda Turan, André Gomes y Denis Suárez a cambio de 72 millones de euros– solo hicieron que extrañar a Xavi sea un ejercicio recurrente cada fin de semana. Y tal parece que al Barza no le preocupa recuperar el ‘estilo Xavi’. Ahora invierte 40 millones en Paulinho, un mediocampista que ofrecerá disciplina táctica, mucho ida y vuelta, aunque aportará más músculo que cerebro, un jugador en las antípodas del ‘Arquitecto’ catalán que llega para resolver problemas defensivos. Su aporte en el mediocampo tendría sentido si se suman Busquets y un refuerzo de las características de Coutinho, lo que permitiría que la posesión sea más fluida y eficaz, aunque mucho más vertical que en los tiempos de Pep.

Entendiendo que Valverde prefiere imponer su propio estilo antes que imitar a Guardiola, también deberá desmarcarse de la figura táctica de Luis Enrique. Sin Neymar deberá mover sus piezas en el campo para generar que Messi y Suárez se sientan cómodos otra vez. Solo la llegada de un extremo como Dembélé –o alguien similar con velocidad, desborde, regate y poder de definición– podría mantener el orden establecido en el ataque.

“El equipo necesita fichajes para renovarse”, lo ha admitido Busquets después del repaso que le dio el Real Madrid en la ida de la Supercopa de España en el Nou Camp. El 3-1 no solo marca una diferencia en la efectividad ofensiva de ambos, sino también la superioridad en el juego de los madridistas, que dominaron el clásico como hace solo unos años lo hacían los catalanes.

Tal como sucedió con la partida de Xavi, ahora el Barza deberá resetearse. No encontrará a otro delantero como Neymar. La ‘MSN’ ya es historia. Deberá recuperar su eficacia y belleza recurriendo a otros argumentos. Ese es el reto de Valverde, un técnico que no goza del consenso culé y se parece más al experimento llamado ‘Tata’ Martino.

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