La agenda económica de este viernes trae estos cinco temas
La agenda económica de este viernes trae estos cinco temas
Redacción EC

ENZO DEFILIPPI
Socio de Intelfin y profesor de U. del Pacífico

“Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”, escribió George Orwell en “Rebelión en la granja”, una extraordinaria sátira sobre la prédica y la realidad de la igualdad en las sociedades posrevolucionarias.

Este tema se ha puesto de moda en los últimos tiempos, en parte por la indignación causada en Estados Unidos por la buena fortuna de los (cada vez más ricos) banqueros, considerados responsables de la reciente crisis financiera internacional.

Quizás por ello ha causado tanto revuelo la publicación del libro “Capitalismo en el siglo XXI”, en el que el francés Thomas Piketty demuestra que la proporción de las rentas de capital (los ingresos de los ricos) en el ingreso total de Estados Unidos y algunos países europeos cayó entre la Primera Guerra Mundial y la década del setenta, para crecer y alcanzar hoy niveles similares a los de hace un siglo.

A raíz de este descubrimiento, Piketty formula la teoría de que el capitalismo tiende naturalmente a la desigualdad, ya que el capital se reproduce más rápido que el resto de la economía. Así, el capitalismo del futuro se parecería al del siglo XIX, cuando la mayor parte de la riqueza era heredada, no producto del ahorro de los trabajadores. La principal crítica a esta teoría es que supone que la abundancia de capital no reduce su tasa de retorno, lo cual no es lógico.

¿Debería preocuparnos a los peruanos la desigualdad? Algunos analistas señalan que no. Que si el crecimiento económico es capaz de sacar compatriotas de la pobreza, qué importa si los ricos son más ricos. En principio tienen razón. El problema es que a la gente le importa lo que le importa, no lo que le debería importar, y diversos experimentos de economía conductual confirman lo que la observación nos permite intuir: que el bienestar de las personas no solo depende de su riqueza absoluta (cuán ricos son), sino también de la relativa (cuán ricos son en relación con los demás).

Razonable o no, la desigualdad produce conflictos sociales y genera gobiernos como los que tememos que surjan en cada elección. También reduce el crecimiento económico, pues en una sociedad desigual una parte desproporcionada de los ingresos va a los ricos, quienes los gastan en menor proporción que los trabajadores.

¿Debemos combatir la desigualdad? Por supuesto. Pero antes debemos entender que esta no es la causa, sino la consecuencia de una situación en la que la productividad (la capacidad de generar riqueza) de la mayoría de los trabajadores es muy baja en comparación con la de la minoría (los sanos, educados y con acceso a infraestructura), cuya productividad es similar a la de los países desarrollados.

En estas circunstancias, hay dos maneras de reducir la desigualdad: o le ponemos lastres a los de arriba, con mayores impuestos que invitan a los dueños del capital a que se lo lleven a otra parte y desincentivan el trabajo productivo; o le ponemos alas a los de abajo, invirtiendo en salud, educación, e infraestructura. Esto ya lo venimos haciendo.

Si perseveramos, algún día tendremos una fuerza laboral con un nivel de vida como el de los países ricos que estudia Piketty. No sé qué pensará él, pero a mí no me parece una mala idea. La realidad demuestra que algunos trabajadores, como los animales de Orwell, son más iguales que otros.