(Foto: AP)
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En lo que va del año, el entorno internacional ha sido extremadamente favorable para la . Como resultado, el crecimiento de la economía peruana se ha venido recuperando en los últimos trimestres y, probablemente, cierre el segundo trimestre con una tasa de 4%, la más alta en año y medio.  

El impulso de la economía global está generando un entorno muy favorable para los negocios a través de diferentes canales. Durante los primeros cuatro meses del año, las exportaciones mineras crecieron fuertemente (23%) y la inversión del sector lo hizo en casi 40%. Además, las exportaciones industriales se están expandiendo a tasas de dos dígitos, lo que ya está reactivando el empleo formal en esas empresas. Finalmente, la fuerte entrada de dólares y los bajos costos de financiamiento de largo plazo han permitido que las tasas de interés de diversos tipos de crédito bajen, lo que ha dinamizado el crédito para empresas y familias (8,5% en abril). 

Todas estas son excelentes noticias. Sin embargo, lo prudente es esperar que este entorno favorable no dure por siempre y que, eventualmente, el impulso del mundo sea menor que ahora.  

De hecho, hay cierta evidencia que sugiere que el ciclo económico global ya estaría llegando a su punto más alto. Esto no implica que se viene una desaceleración global abrupta o una crisis, pero sí que hacia adelante el crecimiento global podría ser menor. Esto debido, en parte, al retiro del estímulo monetario en diversos países, como EE.UU., China y, eventualmente, la zona euro. Las tasas de interés reales de largo plazo en las economías desarrolladas siguen estando en niveles históricamente bajas y hacia adelante solo pueden subir. Esto es relevante para el Perú porque si este menor crecimiento global se da, generaría que los precios de los metales industriales –como cobre y zinc– dejen de subir o eventualmente disminuyan.  

Además, hay riesgos en el horizonte que podrían generar un menor crecimiento global. El más importante es el riesgo de un incremento generalizado de aranceles en las principales economías del mundo, que podría afectar el comercio global. EE.UU. ya impuso aranceles elevados a sus principales socios comerciales y estos no tardaron en reaccionar, elevando aranceles a productos estadounidenses.

Eventualmente, esto podría afectar las perspectivas de crecimiento de las economías de la región, como la peruana, cuya recuperación se ha apoyado en el crecimiento de las exportaciones. Además, el precio del cobre –nuestro principal producto de exportación– podría ser menor, dado que China representa la mitad de la demanda mundial de este metal. 

A pesar de estos riesgos, el contexto de bonanza internacional continuará impulsando el crecimiento a nuestro favor, aunque de manera más moderada que en el primer semestre, lo cual nos regala cierta estabilidad para priorizar temas internos que aún están pendientes. En particular, necesitamos avanzar en aquellas reformas que son relevantes para atraer una mayor inversión extranjera. Es este tipo de inversiones el que aumenta la productividad del país y favorece el crecimiento sostenido de mediano plazo; además de representar un flujo permanente y estable de dólares para la economía. No vale dormirse, no vaya a ser que cuando los vientos a favor del entorno internacional cambien, nos agarre nuevamente sin avances en este frente.

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