Doug Jones se graduó en Telecomunicaciones y Teatro en la Universidad Ball State de Muncie en 1982. [Foto: Reuters]
Doug Jones se graduó en Telecomunicaciones y Teatro en la Universidad Ball State de Muncie en 1982. [Foto: Reuters]

Todo comenzó con un comercial de McDonald’s. Un hombre entusiasta aparece sentado frente a un piano, amagando maneras que recuerdan al cantante Bobby Darin y su versión del clásico “Mack the Knife”. Suena la música, su vestuario es estelar y el hombre toca el piano alegremente en un escenario surrealista, rodeado por hamburguesas y papas fritas gigantes, como si estuviera ante el mejor de los públicos en Las Vegas. Lleva unas gafas de sol mientras sonríe… o, al menos, parece que sonríe, porque su rostro no es el de Bobby Darin, ni lo que canta es su emblemática canción, ni estamos en el Caesars Palace: este pianista es Moon Man, un hombre con una enorme cabeza de luna sonriente que canta festivamente “Mac Tonight” —una versión fast food de la de Darin— en un comercial de McDonald’s. Es decir, es un anónimo protagonista en una Mc Fiesta donde no eran verdad ni las papitas.

La inmensa y feliz cabeza lunar no solo se convirtió en un sello de la cadena de restaurantes por aquellos años, sino que le dio a aquel muchacho una primera oportunidad para mostrar su talento ante el público…, aunque este no pudiera ver su verdadera cara en ningún momento. Casi como hasta hoy.

Era 1987. Nuestro aún anónimo héroe iniciaba una carrera que, 30 años después, lo llevaría a convertirse en el desconocido más conocido de Hollywood. Un trabajo incomprendido para el que no hay Globo de Oro u Óscar que valgan.

Pero esos 30 años tendrían vida propia solo después de muchas aventuras y transformaciones.

Tras pasar algún tiempo realizando otros comerciales, su cuerpo se convirtió en una osamenta multiusos; su piel, en un formato adaptable, y su rostro reveló infinitas posibilidades de metamorfosis. Un tenebroso payaso en Batman regresa (1992), un cadáver de 300 años recién resucitado en Hocus Pocus (1993), un dragón que aumenta su tamaño devorando metal en Galgameth (1996) o un espantoso y voraz insecto gigante en Mimic (1997) —la película que marcaría un antes y un después en su vida— serían hitos en su carrera. En Mimic conocería a , el director que acaba de tenerlo como protagonista en La forma del agua, la mejor película del último Óscar.

Jones como la criatura de "La forma del agua". “De niño he sido fiel a los monstruos, me han salvado y me han absuelto”, dice el actor.
Jones como la criatura de "La forma del agua". “De niño he sido fiel a los monstruos, me han salvado y me han absuelto”, dice el actor.

“Cuando lo conocí sabía que era alguien totalmente diferente, porque cuando estás frente a él te das cuenta inmediatamente de que tienes a un genio. No hay dudas al respecto. Él es un genio y un artista increíble. Pero, además, es como un fanboy de ocho años al que le gustan los monstruos espeluznantes e insectos y cosas que hacen ¡arggg! Es un director brillante que tiene un niño pequeño dentro, y esa es la magia de Guillermo del Toro. Que él nunca ha olvidado que es un fanboy. Eso lo transmite en sus películas y por eso los demás fanboys lo amamos”, ha dicho sobre ese encuentro que, en 20 años, se ha traducido en otras cinco colaboraciones: Hellboy (2004), El laberinto del fauno (2006), Hellboy 2 (2008), La cumbre escarlata (2015) y (2017).

                                   —El hombre sin rostro—
“Soy contratado porque soy alto, delgado y con otros talentos, creo yo. Pero a los realizadores de criaturas les encanta comenzar con una paleta delgada y larga, porque pueden construir sobre ella y no hacerla demasiado voluminosa”, ha dicho Jones sobre sus días en el cine. Este hombre que mide 1,92 m, nacido en Indiana en 1960 y que se inició como mimo y contorsionista toma su trabajo absolutamente en serio. Él no es ni un monstruo ni un intérprete con disfraz: Doug asume toda la responsabilidad que su talento conlleva. “Yo me considero un actor y busco en cada personaje su cuerpo, alma, necesidades, lo que lo mueve, sus miedos, todas esas cosas. Dejo que eso motive el movimiento y las expresiones que hago”, le dijo hace poco a El País, de España. En otra entrevista, consultado por su trayectoria, planteó una sola fórmula: “Tienes que empezar tomando cualquier papel que te ofrezcan. Si es un hombre con jeans y camiseta, genial. Si es un monstruo con garras, con cuernos raros en su cabeza y cola, entonces está bien. En ambos casos, tienes que acercarte al personaje y la actuación del mismo modo”.

El aterrador insecto gigante conocido como Long John —de la ya mencionada Mimic—, el Silver Surfer de Los cuatro fantásticos, el fauno o el hombre pálido de El laberinto del fauno, el cerebral pero sensible anfibio Abe Sapien, de las dos entregas de Hellboy, son solo algunos ejemplos de la relación entre su discurso y sus actos. Además, ha sumado destacadas apariciones en la televisión, en series como Buffy la Cazavampiros, Terror en estado puro, The Strain, Arrow o Star Trek Discovery, papeles que lo han convertido, posiblemente, en el único actor que ha aparecido en más de 150 películas y que hoy puede caminar tranquilamente por la calle, pues nadie conoce su rostro.

“Desde niño he sido fiel a los monstruos. Me han salvado y me han absuelto, porque creo que los monstruos son los santos patronos de nuestra dichosa imperfección”, dijo Guillermo del Toro al recibir el premio a mejor director en la entrega de los Globos de Oro de este año, henchido de entusiasmo. Y Jones parece responderle: “Es un sueño para un actor encontrar un director como él, con el que puedas colaborar, con el que puedas conectar, y que volverá por ti una y otra vez. Ese es un sueño hecho realidad. Es como la relación de Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio, o como Tim Burton y Johnny Depp. Me siento muy dichoso por tener mi Guillermo del Toro”.

En "El laberinto del fauno" dio vida al personaje del título y también al hombre pálido.
En "El laberinto del fauno" dio vida al personaje del título y también al hombre pálido.

                            —La bestia humana—
“¿Pueden creer que esa cosa se vea humana? Pero fuimos creados a semejanza de Dios. No creerán que Dios se ve así, ¿verdad?”, pregunta Strickland, el villano encarnado por Michael Shannon, en un momento de La forma del agua. Frase clave no solo en esta película, sino en toda la filmografía de Del Toro en la que “Dios” puede ser un imponente insecto, un hombre con ojos en las palmas de las manos que devora niños o la sola presencia del miedo y del asombro. “Aunque nos sintamos como si fuéramos monstruos, para alguien seremos hermosos”, ha dicho Doug Jones sobre su papel en la última película del director mexicano. “Como un dios del río Amazonas, mi personaje no tuvo que transformarse en un príncipe encantador para hallar el amor. Pudo permanecer tal como era para encontrar la belleza en sí mismo. Es una lección para todos”.

Aunque el Óscar no esté hecho para un talento como el suyo —quizás la Academia algún día lo considere—, Jones no se detiene y ya afila los dientes para interpretar a un personaje soñado: será el conde Orlock en la nueva adaptación al cine de Nosferatu, el clásico vampiro de Murnau.

Y pensar que todo comenzó con un comercial de McDonald’s.

El terror lleva tu nombrEDoug Jones no es el único. Desde los inicios del cine existió una casta de Mr. Hydes del arte: hombres capaces de olvidar su propia cara con tal de mostrar mejor la de su criatura, por más oscura que esta sea. Es natural remitirnos entonces a la figura de Lon Chaney, conocido como “El hombre de las mil caras” en el cine mudo. De padres sordos, Chaney aprendió a comunicarse con señas y pantomimas. Además de actuación, también sería maestro en un método que bautizó “caracterización extrema”, que no era otra cosa que el maquillaje que él mismo se realizaba, y que le otorgaba rasgos atormentados y muy particulares a las criaturas que representaba. Fue un gánster sin piernas, el hombre sin brazos de un circo, además del emblemático Quasimodo, en El jorobado de Notre Dame ( 1923 ), y el protagonista de El fantasma de la ópera ( 1925 ). Su hijo, Lon Chaney Jr. continuó el trabajo paterno e hizo su propia carrera en el cine. Su papel en El hombre lobo ( 1941 ) fue uno de los más célebres de su filmografía. Cabe mencionar, en el caso de ambos, que, así como hacían filmes en los que lucían irreconocibles, también aparecían en otros con su propio rostro, como ha hecho el propio Doug Jones. En esta misma estela están escritos en mayúsculas nombres como Boris Karloff o Bela Lugosi, célebres por sus interpretaciones como Frankenstein, La momia o Drácula, en los años treinta y cuarenta del siglo pasado. Luego aparecerían —también vinculados al terror— actores como Paul Naschy, el Lon Chaney español (actuó como el Hombre Lobo); Kane Hodder (Jason Voorhees en varios filmes de Viernes 13 ); el fallecido Kevin Peter Hall (Depredador), el nigeriano Bolaji Badejo (Alien), el japonés Haruo Nakajima (Godzilla) o el rostro más conocido entre ellos: Robert Englund, quien dio vida a Freddy Krueger. Estos actores han sido más identificados con las criaturas o asesinos que representaban que con sus propias caras. En la actualidad, otros actores que triunfan desarrollando carreras similares a la de Doug Jones, son Andy Serkis, el recordado Gollum en El señor de los anillos, y el español Javier Botet, quien ha personificado a aterradoras criaturas en filmes como Rec ( 2007 ), Mamá ( 2013 ), El conjuro 2 ( 2016 ) o La cumbre escarlata ( 2015 ), en la que trabaría amistad con Del Toro y Doug Jones.

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