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Tres versiones de la vida
Eduardo Lores

Imposible no sentirse concernido por los diálogos de la dramaturga francesa Yasmina Reza. Inteligentes e irónicos, suelen suceder en reuniones sociales, en la sala de un hogar.

En "Un dios salvaje", película con la que Polanski ganó el premio César al Mejor Guion Adaptado, la estructura es similar a la magnífica puesta de Ángeles en el Teatro de Lucía: dos parejas se encuentran en casa de una de ellas, como si se tratara de una visita amical, para tratar alturadamente un tema difícil sobre el que cada dupla tiene posiciones, si no distintas, opuestas. Hacia adentro son francos y hacia afuera hipócritas. Con el calor de la conversación, animados por el alcohol y el contrapunto marcado por el hijo de los anfitriones, que no se ve pero se hace notar, el diálogo amistoso se va transformando en polémica frontal, y los bandos formados por las parejas se tambalean por filiaciones más íntimas, como la visión de género y el erotismo. En la vorágine de las discusiones los puntos de vista giran y las parejas se vuelven hipócritas hacia adentro y francas hacia fuera. Cae el disfraz de la parsimonia y el protocolo; aparece el dios salvaje.

"Los actores y el director son siempre más importantes que el texto", afirma Reza en una entrevista para "El País". Tiene razón y queda confirmado con el bien escogido cásting del filme de Polanski, que logra extraer del guion de Reza hasta sus más vacuos humores, convirtiendo el texto en experiencia vivida. El elenco de Ángeles no tiene nada que envidiarle.

A diferencia del filme, en "Tres versiones de la vida" hay un contraste de lenguajes, los hombres son científicos de carrera, acólitos del dios "publish or perish", mientras que ellas, no menos brillantes sino todo lo contrario, escuchan sus teorías cósmicas con el mismo desdén con que ellos oyen su cháchara. Sonia (Lizet Chávez), la anfitriona, espigada pelirroja, apoya a su marido por pragmatismo y por el mismo motivo podría sacarle la vuelta. Su marido Enrique (Joaquín de Orbegoso), ensimismado en sus lentas investigaciones, sería la figura del sacolargo a condición de su reducido espacio. La voz del hijo de ambos (Alonso Montalván) a cada hilarante grito irá mostrando mejor lo que son sus padres.

La exitosa pareja que los visita llega la noche anterior, por equivocación. Ese dato será determinante en las variaciones de las tres versiones de la acción. Humberto (Alfonso Dibós) es el jefe de Enrique y juega con él como un felino con su presa antes de comérsela; Inés (Sandra Bernasconi), su mujer, no es comprendida por su marido que engolfado en sus logros científicos ve como nimiedad que se le corra una media y el efecto que pueda tener sobre ella o su frustración por ser menospreciada simplemente por no saber sus teorías. La manera cómo Sandra Bernasconi expresa la humanidad de Inés le da a ese rol el calor vital, la chispa que reverbera sobre la gris y fría episteme.

Roberto Ángeles cala en la dramaturgia de Yasmina Reza. Fue memorable su puesta de "Art", quizá la pieza más reconocida de la escritora.

AL DETALLE:
Puntuación: 5/5 estrellas
Dramaturgia: Yasmina Reza.
Dirección: Roberto Ángeles.
Actúan: Sandra Bernasconi, Alfonso Dibos, Lizet Chávez y Joaquín de Orbegoso.
Teatro de Lucía (Bellavista 512, Miraflores). Hasta el 24 de setiembre.

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