"Lo bueno será siempre tener el Gabinete con el que el presidente pueda hacer un buen Gobierno". (Foto: Sepres)
"Lo bueno será siempre tener el Gabinete con el que el presidente pueda hacer un buen Gobierno". (Foto: Sepres)
Juan Paredes Castro

Fiel al rito político tradicional de acompañar a su mensaje del 28 de julio anuncios sobre ministros que se van y ministros que se quedan, parecería estar preocupado en estos días, como el 2016, en dar forma a su Gabinete y nada más.

Amarrar un mensaje generalmente de promesas que no se cumplen y balances que no convencen a una recomposición ministerial, es el más grave error de un Gobierno. Suele esperarse ansiosamente el 28 de julio para convertir esta fecha en un “antes de” de poca cosa y un “después de” de prácticamente nada. ¿Por qué el calendario político tiene que ser desperdiciado así?

Tan igual pueden seguir las cosas después del 28 de julio si el presidente sigue pensando que hacer Gobierno consiste en hacer un Gabinete y ponerlo a andar como un club de amigos. Lo primero que debe tener claro el presidente es qué Gobierno quiere hacer y con qué metas, objetivos, articulaciones, acuerdos y consensos, para luego pensar en el Gabinete adecuado a ese rumbo; Gabinete, inclusive, susceptible de experimentar cambios todo el tiempo. Es la hoja de ruta del Gobierno la que debe mantenerse. Y no al revés.

Si el presidente no se cree el cuento de sus asesores y reconoce autocríticamente que no ha hecho un buen gobierno, y que no debe seguir girando la misma rueda de Chinchero, quizás pueda entender que hacer Gabinete no supone automáticamente hacer Gobierno. La pregunta clave es, entonces: ¿Kuczynski está haciendo en estos días el Gabinete ad hoc para lo que debe ser su Gobierno de los próximos cuatro años o simplemente está intentando remozarlo, sin saber qué Gobierno quiere hacer?

Reactivar la economía y las finanzas, impulsar las más importantes reformas políticas, entre ellas la electoral, policial y judicial, emprender la tarea de reconstrucción dejada por El Niño costero, combatir la corrupción y la impunidad, y recuperar para todo fin supremo la condición de un Estado indivisible y de un Gobierno unitario frente a los regionales, sugiere la existencia de un Gobierno de la más indiscutible fortaleza, lo que pasa, naturalmente, por la necesidad de una gran decisión presidencial.

Si Kuczynski vuelve a repetir su equivocación de tener un Gabinete desconectado de lo que debería ser el Gobierno y este, por eso mismo, desconectado de las demandas y prioridades de la heterogénea colectividad peruana, el país no va a ir a ninguna parte y sus esfuerzos por maquillar con estrategias de imagen los sucesivos garrafales errores oficiales terminarán empeorándolo todo. No es nada gracioso salir a la prensa y decir que solo habrá uno que otro cambio ministerial. ¿Qué pasa si se requieren más? Lo bueno será siempre tener el Gabinete con el que el presidente pueda hacer un buen Gobierno.

No habrá nada que nos haga tan bien que tener un primer ministro en las tareas de Gobierno y al presidente en las de jefe del Estado, siempre convocante, dialogante y concertador. Así, Gabinete y Gobierno serán una sola cosa y no dos.

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