El presidente de Chile acordó con su par peruano, Martín Vizcarra, acelerar acciones en la lucha contra el narcotráfico, en el control de seguridad de la frontera y en la integración eléctrica y energética. (Foto: Alonso Chero/El Comercio)
El presidente de Chile acordó con su par peruano, Martín Vizcarra, acelerar acciones en la lucha contra el narcotráfico, en el control de seguridad de la frontera y en la integración eléctrica y energética. (Foto: Alonso Chero/El Comercio)
Rocío La Rosa Vásquez

El presidente de Chile, , hizo un alto en su participación en la VIII Cumbre de las Américas para conversar con este Diario sobre diversos temas, entre ellos los aspectos de la relación bilateral que priorizará en su segundo mandato, las repercusiones del Caso Lava Jato en la región y sobre qué más pueden hacer los países del bloque a favor de Venezuela.

—¿Cuál es su balance de la relación Perú-Chile a cuatro años del fallo de la corte de La Haya que resolvió la controversia del límite marítimo?
Pienso que las relaciones entre Chile y el Perú están en un muy buen momento. Hemos dejado atrás cosas del pasado que nos dividían y ahora el diálogo con el Perú es solo diálogo de futuro, constructivo, de propuestas, de colaboración. No solo estamos participando en la Alianza del Pacífico, en el CPTPP (Acuerdo Integral y Progresivo para la Asociación Transpacífica), somos miembros del APEC, sino que además estamos trabajando en fortalecer la integración y la colaboración.

—¿Qué impresión se lleva de su par peruano, Martín Vizcarra, con quien ha tenido oportunidad de conversar en esta cumbre?
Bueno, yo conocía al presidente Vizcarra. Él participó mucho en la campaña del presidente [Pedro Pablo] Kuczynski, y veo en él la misma disposición, la misma actitud de buscar los mejores caminos del futuro, colaborando, construyendo juntos, porque compartimos no solamente mucha historia, compartimos sobre todo un gran futuro por delante.

—La relación bilateral se ha fortalecido en los últimos años, pero en qué aspectos cree usted que todavía falta avanzar.
Por lo pronto, la buena disposición está, pero usted sabe que no basta con buenas intenciones, se requiere también capacidad de gestión para lograr resultados. Lo que le hemos propuesto al presidente [Martín] Vizcarra es acelerar, por ejemplo, en la lucha contra el narcotráfico, en el control de seguridad de nuestras fronteras, en la integración eléctrica y energética de ambos países...

—¿No se ha hecho lo suficiente en esos temas?
Estamos avanzando, pero yo siempre siento que los presidentes tenemos que actuar con un gran sentido de urgencia. No tenemos un minuto que perder, porque cada minuto que no hacemos lo que tenemos que hacer es un minuto que se fue y no vuelve nunca más.

— Usted se ha pronunciado a favor de no reconocer los resultados del proceso electoral que habrá en Venezuela. ¿Qué más pueden hacer los países de la región por este país, además de la condena pública y de pedir que se concrete el envío de ayuda humanitaria?
Venezuela no es una democracia, no se respetan las libertades, los derechos humanos, no hay separación de poderes, hay presos políticos. Yo creo que las elecciones que ha planteado el presidente [Nicolás] Maduro no son elecciones democráticas y, por lo tanto, no deben ser reconocidas. No podemos permanecer indiferentes porque existe el principio de la autodeterminación de los pueblos y la no intervención en asuntos ajenos, pero en el siglo XXI la libertad, la democracia, los derechos humanos no reconocen fronteras. Existen cláusulas democráticas que yo creo que hay que aplicarlas para presionar al gobierno de Maduro para que permita que Venezuela recupere su verdadera democracia y ayudar humanitariamente al pueblo venezolano.

—¿Teniendo en cuenta que el presidente Maduro es el principal obstáculo para que llegue esa ayuda y pueda superarse la crisis en Venezuela, cree usted que es necesario exhortar a organismos como la Corte Penal Internacional a que se aceleren los procesos contra él?
Por supuesto que sí. Yo me pregunto cómo un presidente puede ser tan insensible y no darse cuenta del tremendo sufrimiento, tragedia y dolor que está viviendo el pueblo venezolano. Cómo puede perseverar en un camino tan equivocado. Y por eso, como yo nunca pierdo la fe y la esperanza, le planteo una vez más al presidente Maduro que él tiene la obligación de abrir las puertas a la verdadera democracia y no usar subterfugios para perpetuarse en el poder a costa del sufrimiento del pueblo venezolano.

— Presidentes y ex presidentes de la región están siendo cuestionados o procesados por el escándalo Lava Jato. ¿En qué fallaron los mandatarios que están involucrados en estos terribles hechos de corrupción?
La sociedad no tenía los instrumentos, los antídotos, los mecanismos preventivos. Por ejemplo, la transparencia en cómo se financiaban las campañas políticas, porque mucha gente sabía o sospechaba que había financiamiento irregular y, sin embargo, se toleraba. También es importante que los que entran al mundo de la política apliquen una regla de oro, el que está en política tiene que privilegiar el bien común sobre el bien particular, el interés público sobre el interés privado. Muchos presidentes se olvidaron de esa regla de oro. Y, en tercer lugar, había un manto de impunidad, daba la impresión de que esto se había hecho siempre y se podía seguir haciendo. Me alegro de que estos actos no estén quedando en la impunidad.

—¿Cómo se puede recuperar la credibilidad de la clase política latinoamericana golpeada por todo esto?
Se dice que el prestigio de una persona crece al ritmo que crece una palmera, pero se pierde a la velocidad con la que cae un coco, por lo tanto es cierto, hay un grave deterioro de la credibilidad, de la confianza de los ciudadanos en los políticos, los partidos, las instituciones, el gobierno, el Estado, todo, la Iglesia, los sindicatos y las organizaciones empresariales. Creo que recuperar eso se logra de una sola forma: diciendo la verdad y actuando en forma honesta.

— ¿Para usted era imprescindible la presencia del presidente estadounidense, Donald Trump, en esta Cumbre de las Américas?
Por supuesto que hubiera sido muy positivo que el presidente Donald Trump hubiese podido participar. Todos sabemos por qué no pudo asistir y asistió el vicepresidente Mike Pence, con el cual tuve la oportunidad de tener una larga, franca y fructífera conversación.

— ¿Cree que Estados Unidos debe dar más muestras de acercamiento a los países de esta parte del continente?
Cuando se produjo la primera Cumbre de las Américas, el presidente George Bush padre lanzó lo que se llamó la Iniciativa para las Américas, que era una zona de libre comercio, desde Alaska hasta Tierra del Fuego. No pasó nada. Hoy vemos al presidente Trump enfrascado en una guerra comercial con China. Nos gustaría ver un Estados Unidos más comprometido con la integración con América Latina y no amenazando con terminar con el Acuerdo de Libre Comercio del Nafta (México, EE.UU. y Canadá), y nos gustaría un mayor compromiso de colaboración de enfrentar juntos los grandes desafíos del presente y del futuro, de parte de Estados Unidos.

—¿Y eso debe pasar por dejar de lado el muro en la frontera con México?
Además, vemos los mensajes que hemos recibido de proteccionismo, terminar acuerdos de libre comercio, muros, yo creo que ese camino no es el que América Latina espera de Estados Unidos.