Cornell tocó en Lima en dos oportunidades: con Soundgarden en el 2014, y como solista el año pasado. (Eduardo Cavero)
Cornell tocó en Lima en dos oportunidades: con Soundgarden en el 2014, y como solista el año pasado. (Eduardo Cavero)

“Grunge is dead”. La frase no era nueva, pero la inmortalizó Kurt Cobain en una foto en la que posaba luciendo un polo con la inscripción y con su hija recién nacida sobre el regazo. La imagen lo resumía todo: la ternura y la rabia, la vida nueva y la muerte próxima.

El grunge no estaba muerto, pero iría muriéndose de a poco. Cobain fue su pérdida más famosa, después de volarse la cabeza en 1994, pero la necrológica es trágicamente amplia. Recapitulando epitafios: Andrew Wood, de Mother Love Bone; Shannon Hoon, de Blind Melon; Layne Staley, de Alice in Chains; y más recientemente Scott Weiland, de Stone Temple Pilots.

Todos vocalistas y líderes de sus respectivas bandas. A la hidra se la mata por las cabezas.

La inesperada muerte de Chris Cornell esta madrugada engrosa esa lista fatal. Aunque su historial de adicciones fue duro, no parecía particularmente en crisis en los últimos tiempos. De hecho, la noche anterior había ofrecido un concierto en Detroit con su banda insignia, Soundgarden. Apenas horas después fue hallado sin vida en el baño de su hotel. Se investiga un posible suicidio, pero aún nada es claro.

SAY HELLO 2 HEAVEN
Dueño de una voz extraordinaria –que durante años logró imponerse al alcohol, el cigarro y las drogas–, Cornell no escatimaba en lucir su amplísimo rango que iba del barítono al tenor, que oscilaba entre los alaridos y los falsettos. Si hay voces que pueden representar épocas y generaciones, la suya es una de ellas.

Con Soundgarden alcanzó una cúspide extraordinaria que es casi innecesario recapitular. Pero también sobresalió como creador de Temple of the Dog, supergrupo que con un solo disco de estudio marcó época. Lo acompañó por entonces otro tipo de voz colosal, Eddie Vedder, líder de Pearl Jam, y hoy prácticamente único sobreviviente de dicha generación.

Ya hacia los 2000, tras pasar por rehabilitaciones, divorcios y disputas judiciales (como la que le interpuso a su ex esposa para recuperar sus 15 guitarras secuestradas), Cornell se embarcó en un nuevo proyecto, el de Audioslave, que le significó un renacer. A la par, su carrera solista parecía opacada, pero siempre fue sólida y consecuente.

Dos veces pisó Lima Cornell –una con Soundgarden en el 2014, la otra hace apenas seis meses, en solitario– y en las dos impactó con fuerza. El chico de Seattle que desde adolescente tuvo que lidiar con la depresión y con un agujero negro de problemas, parecía tenerlo ahora todo bajo control. Pero hay cosas que nunca se saben.

"In My Time Of Dying", de Led Zeppelin, fue el tema final que cantó en su último concierto, horas antes de partir. Amarguísima ironía. 52 años parece demasiado poco.

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