Los Protones (Foto: Difusión)
Los Protones (Foto: Difusión)
Czar Gutiérrez

Basta escuchar la primera nota de la guitarra de Dick Dale para "ver" el inicio de "Pulp Fiction" (Tarantino, 1994): densa, repetitiva y girando en bucles, esos océanos de reverberación reactualizaron un sonido inventado entre tablas hawaianas y agua salada, el surf rock, que dotaría a la película una épica atemporal. Como la disposición suicida de una y otra ola para morir en las arenas de California, donde se forma la onda. Que tocaría nuestras costas a bordo de esa improbable caravana de los Beach Boys cantando "Surfin' Safari" frente al tubo perfecto de Cerro Azul.

Lo cierto es que aquel beat monocorde, ese paisaje azul con sol que se ahoga bajo un horizonte líquido y salado, llega a nuestro litoral envuelto en una nube opiácea: Los Belkings, The Traffic Sound, Los Saicos y, sobre todo, Los Shain's (1964), pioneros en cabalgar sobre la encrespada superficie del Mar de Grau. Ocurre que el surf rock, aunque plebeyo, también tiñe de rojo.

FRECUENCIA ATÓMICA
Tanto que medio siglo después fractura a los Manganzoides y, cuatro discos mediante, lanza "Misión: OA4", quinto esférico de que persisten en su particular debilidad por el surf sazonado con psicodelia y rocanrol. "A veces también le metemos blues, latino, cumbia y otras yerbas", dice Gonzalo Alcalde, guitarra líder y bisnieto nada ortodoxo de Dale, Ventures, Sandy Nelson y otros dinosaurios: formó Los Protones para visitar el pasado con más sensibilidad rocanrolera que pretensiones indie.

Consolidando una individualidad perceptible en la velocidad del binomio batería-teclado y sin que necesariamente represente un homenaje respetuoso a los años 60, "Misión OA4" –la frecuencia de radioaficionados correspondiente a Lima– es un disco grabado por la banda en distintas salas y con equipos del declarante, que terminó como productor musical y oferente de sus invitados en trompeta, guitarra lap steel, violín, charango, saxo, flauta y theremin.

REVERBERACIÓN MARINA
En suma, un disco menos afectado por el sonido aborigen, si tal cosa existe, y mejor sintonizado con el beat orbital. Ese con el que alternaron en sus viajes a Francia, México y Brasil, todo un aprendizaje que empezó por dejar de mirarse el ombligo y aprender a tratar con electricidades en otro voltaje. "Cosechamos algunos proyectos a distancia. Por ejemplo, con Os Brutus de Brasil y Lefunders de Argentina este año hemos lanzado un EP en vinilo desde el sello brasileño Baratos Afins", dice Alcalde.

Admirador de Laghonía, Los Shain's y Los Yorks, el guitarrista clama por un contexto nacional mínimamente sostenible para el rock: oportunidades para tocar en vivo. "Esa es una gran barrera para el rock. De hecho, en la música vernacular no es así", dice. Pisa el efecto reverb y el efecto trémolo. Rasga el diapasón. Y el sonido se derrama en bucles para la alegría de los jinetes de agua salada.

Contenido sugerido

Contenido GEC