Baghuz, la batalla final en Siria: La metamorfosis del Estado Islámico después del califato. (Reuters).
Baghuz, la batalla final en Siria: La metamorfosis del Estado Islámico después del califato. (Reuters).
Francisco Carrión

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está convencido de que el , que hace un lustro proclamó un califato en vastas zonas de  e Iraq, ha sido erradicado. Un argumento que esgrime para dictar la salida de Siria de las tropas estadounidenses en contra de la opinión de su cúpula militar. A 9.600 kilómetros de la Casa Blanca, la realidad ofrece una imagen más compleja, menos optimista.

“Hay remanentes del Daesh [acrónimo en árabe del Estado Islámico] escondidos en regiones de difícil acceso en Siria e Irak. Están preparándose para perpetrar atentados esporádicos tras la caída del último bastión del grupo en Siria, como hemos visto en Irak durante el último año”, señala a El Comercio Kino Gabriel, portavoz de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), la alianza liderada por los kurdos y respaldada por Estados Unidos que batalla aún en su último bastión en territorio sirio. 






Hace dos semanas, las tropas kurdas lanzaron la ofensiva definitiva sobre Shajalah y , las dos villas sirias próximas a la frontera con Iraq donde se atrincheraron los últimos militantes del Estado Islámico.

Baghuz es el último bastión del Estado Islámico en Siria. Las fuerzas kurdo árabes están decididas a derrotar al grupo yihadista. (AFP).
Baghuz es el último bastión del Estado Islámico en Siria. Las fuerzas kurdo árabes están decididas a derrotar al grupo yihadista. (AFP).

Alrededor de 400 yihadistas decididos a resistir los progresos de las FDS, apoyadas por la coalición internacional que lidera Estados Unidos. “La coalición proporciona apoyo aéreo e inteligencia mientras las FDS prosiguen un sostenido y metódico avance. La batalla es difícil, pero la derrota del Estado Islámico no se detiene”, apunta a este Diario el coronel estadounidense Sean Ryan, portavoz de la alianza que bombardea aún el último bastión del Estado Islámico.

–La reconversión en bandas–

A pesar de su fracaso en el campo de batalla, la organización yihadista que llegó a controlar un tercio de Iraq y vastas zonas de Siria está lejos de su aniquilación. Su pérdida territorial ha forzado su reconversión en un peligroso grupo insurgente, con varios miles de efectivos agazapados entre la población civil en los dos países que una vez fueron sus feudos.

Numerosas mujeres y niños han escapado del último bastión del Estado Islámico en Siria. (AFP).
Numerosas mujeres y niños han escapado del último bastión del Estado Islámico en Siria. (AFP).

“Las células durmientes del Daesh practican la guerra de guerrillas. Han perdido la posibilidad de alzar su bandera sobre edificios gubernamentales, pero son capaces de atacar objetivos civiles y militares con operaciones sorpresivas y puestos de control que despliegan fugazmente”, admite Hisham al Hashimi, asesor del Gobierno Iraquí y una fuente bien informada sobre las entrañas del grupo que dirige Abu Bakr al Baghdadi.

En Mosul, la que fuera capital iraquí del extinto califato, el terror de los carros-bomba ha regresado a sus calles mientras las fuerzas de seguridad siguen arrestando a supuestos simpatizantes y comandos preparados para atentar y desactivando artefactos explosivos improvisados. “Buscan aterrorizar a los habitantes de Mosul y desestabilizar la recuperación, pero van a fracasar”, declara Yehia Rasul, portavoz del comando de operaciones conjuntas del Ejército iraquí.

AFP.
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La amenaza supone un regreso a su génesis, cuando el movimiento surgió como una costilla de Al Qaeda al calor de la invasión iraquí del 2003. “El Estado Islámico ha completado su transición a una insurgencia clandestina en Iraq. Ya no efectúa operaciones convencionales”, remarca un informe reciente del Departamento de Defensa estadounidense. Ahora sus militantes actúan como bandas criminales dispersas geográficamente.

“Tras cuatro años de operaciones en su contra, han perdido la condición de proto-Estado lograda en el 2014, pero a pesar de los reveses sufridos desde el 2016 sigue siendo una institución insurgente altamente competente”, alerta el experto en yihadismo Michael Smith.

AFP.
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–Sin petróleo, con impuestos–

“Emplean como escondites aldeas y zonas desérticas y montañosas, donde la sociedad es muy conservadora”, comenta Al Hashimi. En Iraq, los focos insurgentes se localizan en el centro del país, a lo largo del triángulo que forman las provincias de Saladino, Kirkuk y Diyala, y el oeste de Al Anbar, en la porosa frontera con Siria.

El desaparecido califato ha perdido el lucrativo negocio de los campos petrolíferos, pero se jacta de finanzas saneadas. “Han fijado impuestos y otras medidas de extorsión a particulares y empresas tras demostrarles que las fuerzas del orden no pueden garantizar su seguridad”, arguye Al Hashimi. Los secuestros, el tráfico de drogas o los donativos también engordan sus arcas. Su estructura ha puesto a prueba su resiliencia tras cada golpe. Las unidades de seguridad, logística, inmigración o finanzas permanecen operativas.

“El Estado Islámico está bien posicionado para reconstruirse y hacer que su califato resurja”, alertan desde la coalición. La organización presume de una potente red de sucursales, desde Yemen o el Sinaí egipcio hasta Afganistán. “El Estado Islámico ha evolucionado hacia un movimiento terrorista global que representa aún una amenaza por su capacidad de instigar a sus simpatizantes a perpetrar ataques”, reconoce el analista Ayman al Tamimi. 

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►Los civiles atrapados: “Salen de debajo de la tierra, son miles”

Las fuerzas antiyihadistas respaldadas por Estados Unidos en Siria llevan semanas esperando el día final del califato del Estado Islámico, pero su último reducto parece que nunca se acaba de vaciar.

Miles de mujeres, niños y hombres polvorientos emergieron desde fines del 2018 de un campamento en la localidad siria de Baghuz, en el este, y aún siguen surgiendo.

“Cuando comenzamos la operación sabíamos que habría civiles, pero no tantos”, confiesa Adnan Afrin, un portavoz de las FDS.
Esto ha cambiado drásticamente la idea de que en Baghuz había pocas familias y que quienes se negaban a salir habían elegido morir allí.
“Salen de debajo de la tierra [...] son miles, son interminables”, señala un agente de las FDS.

La organización Comité Internacional de Rescate dijo anteayer que, en 48 horas, habían llegado 12.000 personas de Baghuz a un campamento para civiles en el noreste de Siria. “Ya ven cuánta gente salió en los últimos días, y aún hay otros tantos dentro”, asegura Um Abud, una madre siria de cuatro hijos.

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