“Haré un zapato especial para mendigos”
“Haré un zapato especial para mendigos”
Renzo Giner Vásquez

Nací en Rosario hace 45 años, pero crecí en Pergamino. Estudié en la Escuela de Creativos de Buenos Aires. Soy hincha de Boca Juniors. Pero sobre todas las cosas soy el papá de Elena, tenemos nuestra propia página: elenatamer.com.

Desde hace seis años, Pachi Tamer se dedica a descubrir los sueños de las personas más ignoradas en nuestra ciudad: los mendigos. Su proyecto One Dollar Dreams (Un sueño por un dólar) busca romper prejuicios permitiéndonos conocer a esos soñadores y ayudándolos. El fin de semana Pachi estuvo en Lima para participar del FiiS 2016, organizado por UTEC.

— ¿Cómo nació todo esto?

Desde una situación personal muy dura. Mis padres tuvieron un accidente de carro, mi padre estuvo en coma por 10 meses hasta que falleció y mi madre tuvo como seis operaciones, pasó medio año en cama. En medio de eso me cayó una demanda de divorcio. En ese momento tomaba fotos de mi día a día y las subía a mi cuenta en Instagram. Para esto yo vivía en Austin [Texas], no conocía a nadie. Un día me encontré a una persona en situación de calle y le pedí sacarle una foto, me quedé hablando con él, me contó su historia y eso me ayudó a poner en perspectiva mis propios problemas. Le pagué un dólar por esa fotografía, fue un gesto, y a partir de entonces dediqué mi cuenta en Instagram y mi tiempo libre en hacer retratos a gente de la calle pagándoles un dólar por cada foto.

— No era la primera vez que estabas tan lejos de casa. Cuéntame sobre tu viaje a Londres...

A ver, yo soy de Rosario, pero viví toda mi vida en Pergamino, una ciudad pequeña del interior de Argentina. Al terminar la secundaria fui a Buenos Aires para estudiar y trabajé por 10 años ahí. En el 2001 hubo una crisis económica muy grande por lo que tomé la decisión de irme a Londres, con solo mil dólares, sin hablar ni una palabra en inglés y una visa de turista [risas].

— ¿Cómo fue esa experiencia?

Experimenté en carne propia lo que es ser un ilegal, un extranjero sin papeles, sin hablar el idioma, en un país con una cultura totalmente diferente. Fue una experiencia dura pero lo mejor que me pasó y ese concepto lo traje ahora a este proyecto: ponerse en los zapatos del otro.

— Volvamos al proyecto. ¿Cómo evolucionó tanto?

Un día empecé a ganar muchos seguidores y se me ocurrió que si cada uno me daba un dólar yo podía cumplir un sueño de estas personas. Justo en ese momento un amigo me invitó a Medellín a pasar unos días. Había tenido un par de años bien duros, mi amigo me ofrecía hospedaje y tenía varias millas acumuladas, así que fui. Cuando él se iba a trabajar yo iba al centro y comencé a hacer lo mismo que en Austin. Ahí noté la gran diferencia entre las personas en situación de calle en EE.UU. y en Latinoamérica.

— ¿Qué diferencias hay?

En EE.UU. no hay niños en las calles. Nosotros tenemos a mucha gente que no se le considera gente sin techo pero que vive en una chocita que no considero una casa en toda su dimensión. Por eso Colombia fue el primer caso de One Dollar Dreams.

— ¿Qué hiciste?

Llevé a un chico de la calle, adicto al bazuco [pasta básica de cocaína] a una clínica de rehabilitación. Se llama Alex y me hice a cargo de su rehabilitación, fue un momento lindo.

— ¿A cuánta gente has conocido?

Uff… [Piensa] Tengo más de 3 mil fotos y a muchos no les tomé y a otros les tomé pero no las publiqué. Yo calculo que deben ser más de 6 mil o 7 mil personas.

— ¿Sigues trabajando en publicidad?

Le aboco el 24/7 a este proyecto pero sigo haciendo publicidad, lo diferente es que vendo otra cosa. Creo que se pueden vender productos sin mentirle a la gente o vender realidades que no son ciertas. Lo que me pasa con la publicidad en general es que ves a gente pasándola bien todo el tiempo. Para venderte una pastilla de Viagra ves a dos viejitos felices [risas]. La gente ya no se cree eso. Las marcas deben ver que hay una gran oportunidad para hacer una publicidad con sentido.

— ¿Cuántas veces te han dicho que estás loco?

Fíjate que nunca. Sé que lo dicen pero nunca me lo han dicho a mí [risas]. Creo que incluso la gente que me llama así admira un poco lo que hago. Me pasé 20 años con una vocecita interior que me decía que debía hacer algo diferente. Y sé que a muchos les pasa lo mismo. Háganle más caso al corazón, la cabeza nos miente muchas veces.

— En el 2013 ofreciste una charla TED vestido como un mendigo. ¿Cómo fue?

[Risas] Sí, sí. Eso hizo que el proyecto se hiciera mucho más conocido. Me dejé la barba con varios meses de anticipación, le compré sus zapatos a una persona de la calle unos días antes y me disfracé de persona de la calle. Estuve desde las 8 a.m. en la puerta del lugar, pedía dinero, revisaba la basura, me tiraba a dormir una siesta. Todos me ignoraron. Imagina su sorpresa cuando entré y subí al escenario.

— ¿Qué viene para el futuro con One Dollar Dreams?

En un documental que hice en Medellín sobre el proyecto, les compraba zapatos a la gente y mi idea era hacer publicidad con diferentes marcas. Pero hace dos semanas se me ocurrió crear un zapato especial para gente de la calle. Va a ser uno fuerte, impermeable y sin cordones para que no se arruinen. Espero producirlos en mi ciudad, que era famosa en la industria textil en los 80 pero ahora no hay trabajo. Me he juntado con una familia, que tenía una fábrica de zapatillas y perdieron todo, para que ellos lo hagan. El diseño lo harán, mediante concurso, los alumnos de la facultad de diseño en mi ciudad.

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