¿Negociación o arbitraje?, por Óscar Vidarte A.
¿Negociación o arbitraje?, por Óscar Vidarte A.
Redacción EC

Semanas antes del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, el entonces canciller chileno, , realizó continuas referencias a la posibilidad de estar frente al surgimiento de una costa seca, dependiendo de la sentencia. Gracias al Tratado de Lima de 1929, las instrucciones idénticas dadas por ambos gobiernos a la comisión mixta demarcatoria y las actas correspondientes de 1930, y el referido fallo, este último al señalar con claridad que no es un tema que le competa a la corte pudiendo ser la frontera terrestre distinta a la marítima, ese pequeño y árido territorio de poco menos de 4 hectáreas, llamado “”, es parte del territorio peruano. 

Correctamente, la cancillería ha priorizado el cumplimiento del fallo por sobre cualquier consideración terrestre. Estamos por cerrar el diferendo marítimo, pero es innegable que, en algún momento, tendremos que enfrentar el tema del “triángulo terrestre”. ¿Pero cómo solucionarlo? Es evidente que la intención de Chile es negociar bilateralmente este asunto. Parece no ser una opción acudir a un tercero, más aun después del resultado negativo frente al Perú ante La Haya y el proceso que ha iniciado Bolivia ante el mismo organismo jurisdiccional.

Este es un aspecto que podemos aprovechar. Partiendo del hecho de que no es una posibilidad ceder nuestra soberanía sobre el “triángulo terrestre”, podrían existir alternativas innovadoras que permitan llegar a un acuerdo, sin dejar de reafirmar nuestros intereses sobre dicho territorio. Si bien esto podría significar abrir la posibilidad de modificar un tratado de límites, algunas veces puede resultar más conveniente para la relación bilateral, la experiencia de la solución del problema limítrofe con Ecuador así lo demuestra. Además, en Chile debería existir una mayor preocupación por la posibilidad de modificar el Tratado de 1929 que en el Perú. En el mundo de hoy desconocer tratados limítrofes no se puede realizar con facilidad.

Para evitar alguna mala interpretación, el Tratado de 1929 estableció como opción acudir al arbitraje del presidente de Estados Unidos. A diferencia de la complejidad propia del proceso ante La Haya, tratándose del “triángulo terrestre”, Torre Tagle cuenta con las herramientas jurídicas suficientes para demostrar nuestra soberanía sobre este territorio. Sin embargo, no olvidemos que Chile pensaba igual antes de comenzar el proceso ante La Haya, por lo que hay quienes en el vecino país reconocen que la negociación con el Perú hubiera sido una mejor salida. 

Estando frente a la posibilidad de pedirle al presidente de la potencia mundial que solucione esta nueva diferencia, la utilización, con mucha seguridad, de consideraciones de carácter político (siendo ambos países aliados suyos en la región), podría significar un riesgo muy grande para nuestros intereses (además de condicionar nuestra política exterior en otros ámbitos). Este escenario puede ser más complicado si el Gobierno de Estados Unidos no muestra interés por participar como tercero dirimente.

Acudir a un arbitraje, es decir, iniciar un nuevo proceso, no solo puede afectar la agenda bilateral conjunta trabajada al final del proceso ante La Haya, sino también podría no significar la mejor opción en función de los resultados esperados. Aunque es cierto que la posibilidad de que una negociación fracase es alta, considerar como principal alternativa acudir a un tercero supone un riesgo mayor que intentar por todos los medios llegar a un acuerdo vía una negociación. Por experiencia, Chile sabe esto perfectamente.