Alberto Valenzuela

es nuevamente sede del evento multideportivo más grande del planeta después de los Juegos Olímpicos. Toca emprender megaproyectos de infraestructura y operación y, cómo no, también recibir respaldos y críticas de toda índole. Las opiniones bien formadas ayudan a mejorar los proyectos que el país emprende. Pero, para cualquier posición, es necesario informarse adecuadamente y prosperar incluso en medio del debate.

Los Juegos de Lima en el 2019 costaron, entre Capex y Opex, S/3.800 millones, incluido el IGV, y no más. Se ahorraron más de S/2.000 millones del presupuesto original. Su exitosa entrega dio origen al modelo de los , un conjunto de nuevas herramientas como las oficinas de gestión de proyectos, los contratos NEC y Fidic, las contrataciones del G2G supervisadas por la contraloría, las juntas de resolución de disputas y muchas otras innovaciones más que cambiaron la forma tradicional de hacer infraestructura pública en el .

Este modelo ha permitido, desde el 2023, la entrega de más de 25 colegios de hasta 1.500 alumnos por año y diez hospitales de hasta 300 camas, como en Sullana, en los últimos dos años. Bajo este modelo innovador, a cargo del Proyecto Especial de Inversión Pública Escuelas Bicentenario y la Reconstrucción con Cambios, se entregaron estos proyectos en 14 regiones distintas a Lima Metropolitana: Áncash, Arequipa, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huancavelica, Ica, Junín, La Libertad, Lambayeque, Loreto, Piura, Puno y Tumbes. Hasta entonces, la entrega de colegios y hospitales nuevos (proyectos greenfield) no superaba los dos y excepcionalmente tres proyectos por año.

Si hablamos del impacto de unos Juegos Panamericanos, este acaba de ser medido con rigurosidad. Hace pocos meses, la prestigiosa consultora internacional Deloitte publicó el “estudio del impacto económico de los Juegos Panamericanos y ” de Santiago 2023, respaldando las estimaciones similares del comité organizador peruano en el 2019: los Juegos Panamericanos generaron US$907 millones de impacto en el PBI y US$440 millones en mayores ingresos laborales.

Por otro lado, el modelo de operación y mantenimiento del Proyecto Legado es un ejemplo exitoso y económico, replicable para hospitales y colegios públicos. El costo anual del mantenimiento y operación de las sedes de Legado, desarrollado bajo un acuerdo gobierno a gobierno, no supera los S/60 millones anuales; es decir, menos del 2,6% del valor de la infraestructura a su cargo.

La buena noticia es que, gracias a este eficiente gasto, el Perú puede albergar unos nuevos Panamericanos y volver a generar más de US$1.000 millones en exposición de la marca país, sin invertir en nuevas sedes. Además, esta vez, como un ejemplo entre varios, se puede añadir como legado social para la ciudad 400 buses de alta capacidad que funcionen con el proyecto de integración de la infraestructura vial metropolitana propuesto por el alcalde Rafael López Aliaga para Lima. Estos vehículos, necesarios para movilizar a los visitantes durante los Panamericanos y Parapanamericanos de Lima en el 2027, tienen la capacidad de generar 700.000 viajes diarios luego del evento, reduciendo así el gasto en combustible importado y las horas productivas perdidas en uno de los más complejos tráficos del mundo.

Reconozco que esto será posible si se generan nuevamente islas de eficiencia, a las que el gobierno de turno permita trabajar con independencia y alta especialización internacional, con lo mejor del mundo para nuestro país y sin complejos de inferioridad.

Como bien dice el refrán “si del cielo te caen limones, aprende a hacer limonada”, si el destino te brinda más “Panamericanos”, incrementa la infraestructura social y multiplica el legado de innovación para beneficiar a las grandes mayorías que algunos, con peculiar afán, a veces invocan.

Alberto Valenzuela es Exdirector general de los Juegos Panamericanos y fundador del Proyecto Legado