Editorial: Disparar primero, preguntar después
Editorial: Disparar primero, preguntar después
Redacción EC

En medio del ocasionado por las lluvias y los huaicos de las últimas semanas, no son pocos los que han encontrado sutil consuelo en las muestras de solidaridad y unión protagonizadas por algunos políticos, figuras públicas y sobre todo ciudadanos de a pie. Bajo la frase Una Sola Fuerza, el país ha hecho un esfuerzo por dejar de lado lo que lo separa para atender la emergencia en unidad nacional.

Pero lo mismo no se puede decir de todas las fuerzas políticas. El vocero de la bancada de , el legislador , anunció que esta semana su agrupación promovería una nueva interpelación al primer vicepresidente y ministro de Transportes y Comunicaciones, . Según adelantó el señor Arana, las preguntas del Congreso al ministro Vizcarra incluirían no solo lo pertinente al contrato del aeropuerto de Chinchero –tema que motivó la primera moción de interpelación–, sino también “la responsabilidad que tiene el MTC en la infraestructura vial del país que ha colapsado”.

La iniciativa planteada por FA carece de tino por diversos motivos. En primer lugar, ni el agua y el barro han terminado de secarse en las ciudades del norte del país ni a la fecha es claro que las próximas semanas no traigan más embates naturales. Los mismos motivos que hicieron aconsejable la al ministro la semana pasada hacen poco juicioso iniciar una nueva tan prontamente, máxime cuando la cartera a la que está abocado el señor Vizcarra es estratégica para las tareas de mitigación del desastre y de planeamiento de la reconstrucción. La labor de fiscalización del Congreso es legítima y necesaria, pero debe ejercerse con sentido de la oportunidad y pertinencia.

En segundo lugar, el repetido requerimiento de interpelación del congresista Arana pasa por alto la asistencia del ministro Vizcarra al Congreso el jueves pasado, quien se presentó al pleno con las respuestas por escrito a las planteadas por los legisladores. En aquella ocasión, la presidenta del Congreso, Luz Salgado, se vio obligada a poner fin a la moción de interpelación por falta de quórum (debido a la anunciada inasistencia de casi todas las bancadas parlamentarias), pero ello no impide al congresista Arana –ni a ningún otro legislador– conocer las respuestas del titular del MTC con solo solicitarlas. Antes de plantear una nueva interpelación en esta coyuntura de emergencia, pues, lo prudente sería explicar antes por qué no satisfacen las réplicas del señor Vizcarra al primer pliego interpelatorio o qué vacíos se encuentran. De otra forma, la moción se puede interpretar como fruto de la ociosidad o de la politiquería.

En tercer lugar, incluir en una moción interpelatoria (una de las formas más severas de control político) interrogantes relacionadas con las consecuencias de El Niño costero a una administración que no lleva ni 10 meses en el cargo parece poco razonable. No solo porque su margen de responsabilidad sobre las obras de prevención que se hicieron o se dejaron de hacer en los últimos años es mínimo, sino también porque son los gobiernos regionales, provinciales y distritales los encargados de ejecutar la mayoría de estas. Son otras las personas que deben responder primordialmente por la deficiente infraestructura y planeamiento que las lluvias y huaicos desnudaron.

Nada de esto quiere decir que una nueva interpelación no deba tomar lugar. Si el ministro Vizcarra debe rendir cuentas, que lo haga, pero en el momento oportuno, con el pliego de preguntas adecuado, y sobre sus propias competencias y responsabilidades. En el actual contexto, sin embargo, la iniciativa del congresista Arana parece un capricho político, un aprovechamiento del estado de emergencia, y un “disparar primero, preguntar después”, antes que un ejercicio adecuado de fiscalización parlamentaria.