Ollanta Humala y Nadine Heredia cumplen actualmente prisión preventiva. (Foto: Archivo El Comercio)
Ollanta Humala y Nadine Heredia cumplen actualmente prisión preventiva. (Foto: Archivo El Comercio)
Editorial El Comercio

Hoy, luego de dos postergaciones, el debería decidir sobre el recurso de hábeas corpus planteado por la defensa de y para que ambos continúen la investigación por lavado de activos que enfrentan fuera de prisión. De más está decir que el sentido del fallo, sea cual sea, debe respetarse. No obstante, la situación invita a reflexionar sobre la forma en la que se ha ido manejando el asunto, y que, creemos, le resta claridad a lo neurálgico.

Efectivamente, la posibilidad de que el ex mandatario y su esposa dejen la prisión preventiva –en la que se encuentran desde hace más de nueve meses– ha motivado una retahíla de reacciones que han quitado el foco a lo más importante. A saber, si Humala y Heredia son o no culpables de los delitos por los que vienen siendo investigados.

Los propios Humala Heredia han intentado posicionarse como víctimas de un sistema injusto. Así se ve en las declaraciones hechas este mes, y después de que Jorge Barata declarara en Sao Paulo que Odebrecht habría aportado a las campañas de Keiko Fujimori, Alan García, Pedro Pablo Kuczynski, Alejandro Toledo y Susana Villarán. “Si la justicia es igual para todos y no hay consignas políticas, todos los que han sido acusados por Jorge Barata deberían estar con prisión preventiva mientras se les investiga, como pasa con nosotros”, ha anotado Heredia. El ex presidente Humala, por su parte, ha denunciado un “doble estándar” en el sistema de justicia en el que se dan situaciones de “tolerancia con unos y abuso con otros”.

Una homologación de este tipo, sin embargo, no es correcta. Los líderes nacionalistas acumulan muchos más indicios que los otros políticos mencionados, al menos de acuerdo con la información que se conoce tendría la fiscalía.

Según se hizo público en la presentación de la solicitud de prisión preventiva, la fiscalía señala entre otras cosas que en la campaña del 2006 el humalismo habría recibido dinero “extraído ilegalmente del tesoro público” venezolano a través de las empresas Kaysamak C.A. y Venezolana de Valores. Los recursos habrían sido canalizados por la madre de Heredia y su amiga Rocío Calderón. Un testigo asegura que en el 2006 los Humala Heredia fueron recibidos en la embajada venezolana y 15 minutos después salieron portando dos maletas. En una de ellas habría podido ver fajos de dólares. Además, 65 supuestos aportantes de aquella campaña negaron haber donado dinero a la campaña.

Para el Ministerio Público (MP), en el 2011 el financiamiento habría llegado de Odebrecht. Según lo dicho por Jorge Barata (y ratificado por Marcelo Odebrecht en abril del año pasado), la constructora habría dado US$3 millones provenientes del departamento de operaciones estructuradas de la empresa (oficina de sobornos). De acuerdo con Barata, él mismo entregó parte del dinero en efectivo directamente a Heredia. Según fuentes de este Diario, ayer el ex director para América Latina y Angola de la empresa brasileña, Luiz Antonio Mameri, confirmó haber autorizado el pago.

Siempre de acuerdo con la fiscalía, Heredia habría simulado contratos para darle legitimidad al dinero ilícito (recuérdese los casos de la consultoría de la palma aceitera, la empresa Centros Capilares y las columnas para un medio venezolano). Otro de los elementos que sustentaría que se intentó dar apariencia de licitud a exorbitantes cantidades de dinero es la declaración de la ex encargada de caja y tesorería de la empresa Apoyo Total S.A. Ella aseguró que en una oportunidad recibió efectivo del gerente general de la empresa para depositarlo primero en las cuentas de la compañía y luego transferirlo a la señora Heredia. Además, para el MP parte del dinero obtenido por ambas campañas habría sido usado por la pareja para comprar una casa en Surco y una camioneta.

Tampoco puede dejar de mencionarse la conducta de Heredia durante diversos momentos de esta historia. Recordemos si no todo el galimatías que ayudó a tejer en torno a sus agendas al negarlas en un primer momento, luego reconocer su propiedad (mas no autoría), para finalmente aceptar que eran suyas. Ni soslayemos el secretismo que acompañó su designación en un alto cargo de la FAO.

Es cierto que la investigación de la fiscalía es hasta ahora una tesis. Es cierto también, por otro lado, que la prisión preventiva contra el ex jefe del Estado y su esposa ha sido cuestionada con argumentos técnicos por varios expertos. Sin embargo, nada de lo anterior borra el sombrío panorama que van pintando las evidencias que ha reunido la fiscalía. Y he ahí lo central: determinar en un juicio si Humala y Heredia son o no culpables.