Alejandra Costa

En los mercados mundiales se siente un cambio en la dirección del viento. Después de más de dos años con la inflación como principal preocupación, la fuerza con la que venían subiendo los precios desde el 2021 ha comenzado a ceder y podemos empezar a atisbar lo que parece, a la distancia, un nuevo escenario de aguas más calmas por el lado de la .

Esta ausencia de mareas inflacionarias podría permitir a los bancos centrales del mundo dejar de echar las anclas que representan las altas tasas de interés y el consiguiente mayor costo de los créditos, permitiendo así que la demanda avance con un poco más de velocidad.

En el corto plazo, se estima que la Reserva Federal de los EE.UU. realice este mes un alza pequeña en su tasa de interés –de 25 puntos básicos– para luego iniciar una pausa monetaria y, si la inflación sigue cediendo, empezar a reducirla antes de que termine el año.

Este cambio de viento está generando la fuerte caída del dólar frente a la mayoría de monedas a nivel global. El dólar, recordemos, es como un bote salvavidas en el que suelen apiñarse los capitales cuando la marea está movida. En este mar con menor incertidumbre, el bote salvavidas pierde su atractivo y los inversionistas empiezan a medir la temperatura del agua y se lanzan a nadar en mercados más riesgosos como los emergentes.

El Perú, felizmente, ya no es la excepción. A diferencia de lo que sucedía a inicios del gobierno de Pedro Castillo, cuando el tipo de cambio en el país se divorció de las tendencias internacionales, el valor del dólar frente al sol ha venido cayendo y, tan solo en la última semana, ha bajado un 2,27% hasta los S/3,559 ayer, su menor nivel desde setiembre del 2020.

Si miramos lo que ha sucedido en lo que va del 2023, el dólar ha perdido un 6,51% de su valor frente al sol peruano, siguiendo una tendencia regional y reflejando ese mayor apetito por el riesgo que promueve la llegada de capitales al Perú y el fortalecimiento del sol.

La inflación también ha empezado a seguir la tendencia global luego de que las sequías, la escasez de fertilizantes, las inundaciones y los bloqueos de carreteras por las protestas evitaran un mayor retroceso de los precios en los primeros meses del año.

Sin embargo, mientras las mareas globales se tranquilizan, al interior del país permanecen riesgos como el fenómeno de El Niño y las protestas, que podrían generar remolinos en nuestras costas, incrementando tanto los precios como el tipo de cambio y debilitando aún más nuestro ya enclenque crecimiento económico.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Alejandra Costa es curadora de Economía del Comité de Lectura