¡Tu proyecto se pudrió, tecnócrata!, por Fernando Vivas
¡Tu proyecto se pudrió, tecnócrata!, por Fernando Vivas
Fernando Vivas

Las ciencias sociales tardan en explicar lo que nos pasa. Pero ya hay sólidos apuntes: la debilidad de partidos e instituciones ha sido, en los últimos años, el festín de los tecnócratas. En el 2015, Julio Cotler me lo dijo así en una entrevista: “Un Estado débil va asociado a actores sociales débiles. Cuando tienes esa situación, es fácil que aparezca un núcleo que captura el Estado para sus intereses particulares y ahí tienes a los tecnócratas. Durante 25 años el aparato del Estado ha funcionado en base a ellos. Yo siempre digo que los tecnócratas se parecen a los estalinistas. La estructura económica es la que manda y la superestructura es una derivación que automáticamente se adecúa a los hechos”.

Con humor negro, Cotler fustigaba la apuesta del tecnócrata por imponer la economía sobre la política representativa. O sea, para el tecnócrata el peruano es un consumidor individualista antes que un ciudadano partidarizado. Con lo que nos acercamos a la gran pregunta, ¿cuál es el proyecto nacional de nuestros tecnócratas? A ver, mi respuesta tentativa: un país despolitizado donde la ‘accountability’ la asumen los gobernantes de turno, puertas giratorias entre sector público y privado, promoción de las APP y obras por impuestos, transferencia de riesgos privados al Estado (miren si no a Chinchero).  Y también programas sociales y regulación en educación y salud; que necesitamos un Perú sostenible y sin caldo de cultivo para los antisistema, faltaba más. 

A diferencia de Brasil, donde compartieron más de 15 años el poder con el PT, aquí los tecnócratas reinan con holgura. Con Toledo se afianzaron y perfeccionaron instituciones perversas (adendas,  proyectos de ‘interés especial’, brazos abiertos a los lobbies de megaobras, arbitrajes ad hoc); con García aprendieron otras formas de negociar con los políticos de turno; con Humala fue fácil imponer sus recetas porque este poco entendía de economía y ya estaba condicionado por los brasileños. 

Con PPK, han tomado directamente el poder sin intermediación de un partido (¿acaso Peruanos por el Kambio lo es en serio?). Pero, gran ironía, justo les estalla su proyecto en la cara. Divorciado de la política representativa, era fácil que todo se pudriera. Sé que hago  una abusiva generalización y me disculpo si ofendo a técnicos honestos con vocación democrática, ¡pero estamos indignados al ver su obra!

La solución es que el proyecto nacional lo vuelvan a asumir y agitar los políticos. Que el desarrollo, con sus megaobras,  sea planificado  desde la legitimidad que surge de las urnas y del equilibrio de poderes; no de una componenda público-privada. Ya se lo dijimos a PPK y al Gabinete en su estreno; ahora hay que gritarlo: ¡hagan política!